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Mostrando entradas de febrero, 2010

Tarta de San Valentín, y algún recuerdo más.

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Ayer, en la pescadería del supermercado, tras coger número y esperar a que llegara mi turno, me di cuenta de repente, entre las personas que se encontraban en la misma situación que yo, a Luis, un profesor que tuve en uno de mis años de instituto –quién lo diría, pues el año que viene, se cumplen veinte años en que comencé-. Nuestras miradas se cruzaron cuando le vi y asocié en menos de un segundo de quién se trataba; retiré la mirada, aunque creo que el sí supo quién era, después de tantos años. De repente, quizás por la música de fondo del establecimiento, –muy acorde con San Valentín- y porque muchos esperábamos que la dependienta pulsase el botón que cambia el número que aparece en la pantalla y, posteriormente dijera el número que se refleja en la misma, empecé a recordar cuando él fue mi profesor y algo que mucho tuvo que ver con la fecha de hoy.En aquellos años, Luis, que impartía clases de Contabilidad, era un hombre que se cuidaba bastante bien, aunque algunas veces se dejaba

Carteros españoles

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Las nuevas tecnologías y medios de comunicación han desplazado al olvido a nuestros queridos carteros, gente que siempre fue muy querida y esperada, solían ser portadores de buenas noticas. Hoy han quedado relegados a traernos al buzón spam de grandes almacenes o las temidas facturas mensuales, las cartas, esas cartas que hace años disfrutábamos al recibirlas han quedado ya obsoletas y fuera de uso. Lo cierto es que muchos que superamos la barrera de los 40 las echamos de menos, tanto recibirlas como escribirlas, pero hay que adaptarse y estar al día con las ventajas que nos ofrecen otros sistemas de comunicación, más rápidos, más eficaces, pero por desgracia menos interesantes. Un homenaje a esos Carteros Españoles que llegaban a conocer a todos los componentes de una familia, que conseguían localizarnos a toda costa para hacernos llegar esa misiva tan deseada. Los tiempos cambian, pero algunos nunca olvidaremos su inestimable trabajo y buen hacer, sobre todo cuándo su labor se la pus

Papel de fumar

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Hoy estoy muy contento. Dentro de un rato llegará Juana, la mujer a la que ayer conocí en el taxi. He vuelto a quedar con ella. Esta mañana la he acompañado a su casa. Abajo, en el portal, hemos coincidido con mis vecinos, los nuevos. ¡Qué vergüenza he pasado! A ella en cambio le ha dado por reír. Me gustaría poder tomarme las cosas así.Yo no suelo quedar con mujeres, y mucho menos en mi casa, de noche. ¡Y dos veces seguidas! Pero a ella supongo que debió de gustarle mi compañía, porque ha querido repetir. No es que me parezca increíble, pero no estoy acostumbrado, la verdad.Hace solo un par de semanas que mis nuevos vecinos viven en el 1º 1ª, el piso que dejó aquella pareja tan rara que andaba siempre a gritos. Estos no, estos van cogidos de la mano, al menos las veces que yo los he visto, y se miran de una forma que no deja lugar a dudas. Están enamorados. Gritos también dan, puedo dar fe de ello, pero son gritos muy distintos.Lo que ocurrió ayer fue, en realidad, algo excepcional pa

Cita truncada

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Fotografía de Josep Fábrega Agea ¿Recuerdas? Eramos apenas dos adolescentes en nuestra primera cita. Sentados en este banco, bajo miradas tiernas, besos inocentes y gestos enamorados, tú grabaste un corazón con nuestros nombres dentro. En este banco ya nuestro, durante años esperaba cada tarde tu llegada, juntos hacíamos planes de futuro, de boda , de casa y poco después, para ese niño que crecía lentamente en mis entrañas. Sentados en este banco vimos como nuestro hijo jugaba en la tierra; y casi sin darnos cuenta, fueron nuestros nietos los que nos miraban envejecer bajo el sol. Hoy me sentaré de nuevo en nuestro banco ahora vacío, no vendrás más a la cita. Yo seguiré viniendo cada día, esperando paciente y llena de recuerdos, poder reunirme contigo Francisca http://froiliuba.blogspot.com/2010/02/cita-truncada.html

Libro cerrado

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No sé si ha llegado el momento, pero creo que sí, la duda me detiene porque es difícil separarse de aquello que antes día tras día hacía, sin descanso. Creo que he amado a la letra escrita con arte tanto como a las personas importantes en mi vida, como a mi misma en la plenitud de mi propio absoluto. Entonces sucede que vengo y me doy el tortazo mayúsculo porque me doy cuenta que no sirvo para nada. Ningún libro que lea, de los tantos que he leído ya, me ayudará a encontrar un medio de subsistencia. Sé que no es nuevo este descubrimiento, pero que sea nuevo para mí lo hace suficientemente importante como para cortarme en pedazos. En este momento viene a mi mente un recuerdo que data de más de 12 años, tiempo suficiente para que hayan muerto muchas cosas de mí, en el cual yo a pesar de no saber lo que quería hacer sabía a quien podía amar. Entre esas cosas amadas estaban los libros y las historias que me transportaban de manera tan magnífica a cualquier lugar. Sabía en aquel tiempo que

Fronteras

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Siempre sentí una cierta inquietud por el sueño de Laura. Su carácter nervioso solía poner trabas al asalto nocturno de Morfeo, y no pocas noches abandonaba nuestra cama para fumar un cigarrillo y sentarse a leer en el sofá al acecho de algún indicio de su llegada. Cuando regresaba y el cansancio lograba al fin rendir sus miembros y sus párpados, su sueño era profundo como el de los muertos, demasiado a menudo poblado de monstruos cotidianos, de espectros del pasado, de criaturas malintencionadas que la sacudían con fuerza mientras ella, mi dulce niña, les hacía frente con voz ronca, casi al borde del grito, tenso el arco de las cejas sobre los ojos cerrados. No era raro que yo, tras la superficie ligera de mi propio sueño, percibiera su agitación y retornara a la oscuridad de su lado. Le hablaba entonces despacio, envolviéndola con mi abrazo, tratando de arrancarla con suavidad de los entornos inhóspitos que pisaba. Laura apenas volvía en sí unos instantes, sin tan siquiera alzar los

El Aleph reloaded 5.0

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Una noche cualquiera de sábado me asomé al comedor sumido en las tinieblas del sueño y un reflejo titilante me atrajo con insospechada fuerza. No era una esfera luminosa que compendiaba milagrosamente la inmensidad cósmica en su inabarcable totalidad, sino más bien el contenedor bidimensional donde habían ido a parar los desperdicios del universo, los despojos sin posibilidad de reciclaje, la materia decadente, casposa, retrógrada y cursi atrapada en un limbo catódico que se retroalimentaba sin descanso, desafiando las leyes eternas del tiempo y el espacio. Apenas incliné la cabeza y sentí ya el fogonazo implacable de la avalancha audiovisual. Vi un fakir tragando sables y vomitando llamas, vi la elección de Miss Sudadera Prieta patrocinada por la discoteca Hiperchomino de Guadalix, vi bailarines de claqué y percusionistas otomanos, vi pases de lencería y de peletería, vi imitadores de políticos, vi palmeros, transformistas, ventrílocuos; vi a Doña Rogelia y al cuervo Rockefeller, vi

El Apache

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Desde que entró por la puerta nos llamó la atención su aspecto, pero me equivoqué al otorgarle el calificativo de "Apache", no lo era y, sin embargo, siempre que nos hemos referido a él, lo hemos hecho con ese nombre. Tratando de subsanar el error, escribo este relato para poder nombrar en adelante a nuestro protagonista con la propiedad que se merece, al mismo tiempo que comparto una historia singular con las personas que amablemente dediquen un poco de tiempo a leerlo. Era un hombre de pequeña estatura y muy delgado, con el pelo negro,brillante, peinado con la raya al lado y un pequeño "tupé" muy trabajado en la frente. En su cara muy blanca destacaban unas patillas finas y largas que hacían un dibujo tan elaborado como el símbolo de la Libra Esterlina, y no eran los únicos adornos capilares que tenía en la cara, estaban acompañadas por un bigote a lo Clark Gable y unas cejas arqueadas y bien perfiladas. Muy limpio y con olor a perfume, su extravagante indumentari

Suerte

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Sentado en un banco del parque observo distraído el trasiego de la gente mientras espero que llegue la hora.De pronto, algo llama mi atención.Es un gran cuervo, que con incordio se dedica a sobrevolar a los niños que juegan y a picotear el pelo de las niñas, mientras padres y acompañantes dan inútiles manotazos al aire intentando espantar y abatir al pajarraco. Está oscureciendo, se acerca la hora de la cena. El caso es que en cinco minutos el bullicioso parque se queda desierto.Por un segundo el negro animal se posa sobre el neón de la tetería.Es un local especializado en todo tipo tés, catalogado por los expertos como el mejor en su especialidad. En él se bebe té a todas horas, la única bebida permitida. Esta limitación, en lugar de ser un inconveniente es aceptada con mucho agrado por la mayoría de los clientes.La decoración es otro de sus atractivos. La componen unos cómodos sofás de color rojo, con mesitas redondas de madera noble al frente. Lámparas y apliques de vidrio emplomado

El par de zapatos

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imagen :http://2.bp.blogspot.com/_5zOL_1to-Fc/S4PFSg9eLEI/AAAAAAAAABI/s_J3XEU45HM Una pregunta espolea mis sesos, que no sexo pues otra cosa sería y, aunque seguro que la segunda opción sería más reconfortante, esa no es la cuestión sino algo tan simple tal que: ¿cómo contar algo tan lejano y que no resulte viejo?. Ni idea. Es una anécdota corriente, un recuerdo, una mirada a un pasado casi remoto. Así que, he decidido ponerme ante la blanca pantalla, con mi estilográfica y mis cuartillas imaginadas y comenzar. Sin más. Hablando con unas amigas lo recordé. A ellas, las quiero porque sí, pero también porque sirven de acicate a mi usada sesera. No sé cómo se las arreglan pero, aun sin proponérselo, consiguen apartar las telarañas que hay por doquier. Entonces una pálida luz, aunque tímida y con las típicas (¿o tópicas?) sombras de invierno, se cuela por la rendijas. ¿Será que van armadas siempre de hermosos paños quita-polvos?, ¿de líquido mata-arañas?, ¿de sonrisas y de aloumiños?. Lo d