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Mostrando entradas de marzo, 2014

Voces

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Me he decidido por el piso de Horta porque me ha parecido el más tranquilo de todos los que he visto .  Un tercero con dos puertas por rellano y , qué suerte , con una terraza no muy grande , pero que puede acoger las macetas que ya he colocado y la mesa con un par de sillas .  Instalarme ha sido fácil .  He dejado en la casa antigua todos los muebles a cambio de llevarme el coche , destartalado pero indispensable para mi trabajo .  Y también he aprovechado para hacer limpieza de papeles y deshacerme de carpetas con facturas antiguas y poemas horribles .  Todo al contenedor de papel, sólo se ha salvado la primera carta de Martín. Las demás no era necesario, decían todas lo mismo.  Mi hermana y mi cuñado me han dado el sofá antiguo .  Ahí dormiré hasta que compre una cama .  He puesto un mantel encima porque no tengo ni idea de dónde deben estar las sábanas y son las doce y cuatro, no empezaré a buscar ahora.  Antes de tumbarme he abierto la puerta de la terraza de par en p

Nuevas formas

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Al levantarse corrió hacia la ventana para abrirla de par en par y dejarse acariciar por la brisa fresca de esa hora del día. Sin embargo el calor lo impregnaba todo; tanto que apenas se oían las olas del mar ni el murmullo de la corriente. Su sentido del tacto estaba saturado de numerosas gotitas minúsculas insaciables resbalando por su axilas. No había tiempo para las otras sensaciones, pero aún así se concentró. Lo hizo tanto, que los pequeños diamantes de su piel comenzaron a crecer creando charquitas para convertirse en riachuelos. Sus pies humedecidos por el manantial que nacía del cuerpo, chapotearon alegres y refrescantes. Y ensimismada en esta alegría, suspiró. Fue tan hondo el gemido que se sorprendió. Abrió los ojos y observó la vida a través del escaparate abierto. El verano y su luz acaban de desperezarse. Sonrió y recordó la mar de niña. Sí, allí estaba, profunda y verde como tantas veces. Soñadora. Solícita a sus idas y venidas, regalándole el placer de una infancia

¡Calla, que vienen!

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Foto: Campo de Olivos. Granada, febrero de 2008 — Galindo, ¿te acuerdas de aquella noche en la Colonia? — Pues claro, Fede, qué cosas dices, chacho, cómo no me voy a acordar. — No me llames Fede, que sabes que no me gusta. ¿Qué pensaste tú? ¿Creíste que saldríamos de allí con vida? — Te juro que no. Si me lo hubieran preguntado hubiera apostado la vida a que no saldríamos de aquella. Total, compadre, por lo que valía en aquellos momentos. ¿Y tú, qué pensaste? — No sé Galindo, no sé… Cuando vi la mirada perdida de Cabezas y de Paco Galadí, pensé como tú. Aunque era verano, a aquellas horas ya no hacía calor. El viento silbaba a través de los juncos y los perros no dejaban de ladrar a las puertas del cortijo, por el trasiego de los falangistas. Te reirás, pero yo no tuve miedo hasta que vi la muerte en su mirada. No era perder la vida lo que temía, ni siquiera el sufrimiento. Temía por mi familia, porque ya nunca más los volvería a ver, porque ya nunca más me volverían a ver.

"Arte", Yasmina Reza

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El protagonista de hoy es un libro que quería leer desde que asistí, hace un tiempo, a su representación teatral. Fue en el Teatro Lope de Vega, con tres grandes actores interpretando a los únicos personajes de la obra: Luis Merlo, Iñaki Miramón y Álex O'Dogherty. Me gustó mucho. Disfruté de unas magníficas interpretaciones y de un texto que me sorprendió. Fue aquel día cuando descubrí a una gran autora, Yasmina Reza, posiblemente la autora viva más representada del mundo. Arte, que así se llamaba la obra y así se titula el libro, no sería el único trabajo de la francesa que disfrutaría en el teatro. Meses después acudí a ver Un dios salvaje, muy buena historia también e interpretada del mismo modo por grandes actores: Pere Ponce, Aitana Sánchez Gijón, Antonio Molero y Maribel Verdú. Fue la confirmación de que estaba ante una autora con unas ideas muy claras en cuanto a teatro se refiere. Las obras de Reza suelen partir de una premisa básica: una discrepancia en apariencia

Vivir es fácil con los ojos cerrados

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Decía John Lennon que “ la vida es eso que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes ”  y quizás sea ese carácter imprevisible, que hace que todo pueda ser posible en cualquier momento y situación, incluso cuando las condiciones que te rodean sean precarias o parezca que no hay lugar a la esperanza o el cambio, lo que convierte a la vida en ese milagro increíble que se repite cada mañana al abrir los ojos después de abandonar la oscuridad del sueño nocturno. Me disponía a escribir sobre los temas que me suelen ocupar en el Mentidero , historia, política, problemas sociales , las amenazas que acechan a nuestro querido y maltratado planeta, a esta casa que nos aloja a todos y que ponemos en riesgo con la ceguera de unas sociedades que se empeñan en medir el grado de felicidad en términos económicos, sacrificando en esa absurda carrera hacia ninguna parte aquello que nos permite seguir viviendo. La Tierra es nuestra casa, no disponemos de otro hogar al que trasladarnos

La maldición de Pamela y su té verde

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No somos amigas, sólo nos conocemos por haber coincidido en varios castings, en los que, a pesar de quedar entre las finalistas, ninguna de las dos hemos conseguido trabajo. Esta vez se trata de un spot televisivo para una importante empresa de ropa interior y lencería. En el casting de hoy se han presentado más de setenta chicas. Tras varias selecciones y cribas hemos quedado Pamela y yo como finalistas. No quiero pecar de vanidosa pero creo que en esta ocasión la suerte me va a sonreír y voy a ser yo la elegida. Pronto entraremos a la sesión fotográfica. Mi mánager me presenta a Ricardo Riera, gerente de la firma. Es un hombre muy interesante y amable.Me invita a tomar un café, aunque me pido una botella de agua, ya que estoy muy nerviosa. Me dice que está casi seguro de que voy a ser la nueva imagen de la colección otoño-invierno, que tengo muchas posibilidades y que hará lo que esté en su mano para que así sea. Le llaman por teléfono y se despide con un prometedor “Hasta l

Cine de culto

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Ilustración: Lola Gómez Redondo El antiguo cine de mi barrio es hoy una parroquia. Una pequeña parroquia consagrada a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.  Es debido a que la iglesia de la localidad, monumento histórico-artístico de comienzos del siglo XVIII, está siendo restaurada.  Llama la atención ver como la otrora sala de proyecciones conserva junto a las puertas de acceso, los ventanucos abiertos en la pared por donde se dispensaban las entradas.  Me divierte imaginar a las devotas ancianas en la taquilla: Para la misa de doce bien centradas, joven.  Su interior conserva las viejas butacas de madera y donde se extendía la enorme pantalla, ahora se levanta un improvisado altar mayor con una Virgen María que, a jurar por su expresión, no parece muy disgustada con su nueva ubicación.  Quizá sea porque tras el telón, entre polvorientos carteles, la mirada de Jeffrey Hunter le trasmite ese infinito amor de un hijo. Raul Garcés

Hallo

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Clara conoció a Thomas Larsson durante el viaje de fin de estudios que organizó el instituto, en el albergue para estudiantes de un barrio a las afueras de París. Thomas no era estudiante, sino el chofer que acompañaba a un grupo de suecos recién licenciados en odontología. Se enamoraron y durmieron en el interior del autocar. A la mañana siguiente los suecos salieron de regreso a Upsala y Clara le contó a Rosa que creía haber encontrado al amor de su vida y que iba a gastarse en teléfono lo que tenía y lo que no. Llamarle mientras duró el viaje le costó no comprar recuerdos para su familia, pero antes de cruzar la frontera consiguió un préstamo para el peluche que le había prometido a su hermana pequeña. Ya en Barcelona intentaba no telefonear a Thomas desde su casa para evitar problemas con su padre cuando llegase la factura. Pero a veces no podía resistir la tentación y se levantaba a las cinco de la madrugada para marcar el número y decirle solamente buenos días. Le llamab