Las fiestas paganas y cristianas de navidad


Independientemente de la fe, la creencia y el sentido religioso que la Navidad pueda tener para cada uno de nosotros, el objetivo de este post no es otro que el de resaltar algunas curiosidades históricas sobre el origen de la Navidad como celebración festiva y de las tradiciones anexas a la misma que la han ido conformando hasta nuestros días.

El origen de las fiestas de Navidad

Como otras tantas fiestas litúrgicas cristianas, éstas tienen su antecedente en fiestas paganas, generalmente romanas y éstas, a su vez, de orígenes griegos.
Esto parece, según investigadores, ocurrir con la fiesta de Navidad:
Se tiene conocimiento histórico de que los romanos celebraban con grandes festejos a sus diferentes deidades en los días del 17 al 23 de Diciembre, abandonando los negocios y ejercitando (entre otros) el arte de la cocina. El 25 de dicho mes celebraban la fiesta pagana del Sol.

El 19 de diciembre era el día más importante, ya que se celebraba una gran fiesta en honor a Saturno, dios de la agricultura. Con una duración de siete días, de banquetes y bebidas, los romanos le pedían bienestar a su dios. Eran las llamadas Saturnalias.

Nadie está absolutamente seguro del porqué el día de Navidad se celebra el 25 de diciembre. Probablemente sea porque el solsticio del invierno y el festival romano pagano llamados Saturnalia ocurrían en diciembre. El solsticio del invierno es el día donde se produce el tiempo más corto entre el amanecer y el anochecer, y ocurre entre el 22 y el 25 de diciembre. Para los paganos esto significaba que el invierno llegaba a su fin y pronto llegaría la primavera, por lo que adoraban al Sol por vencer la oscuridad del invierno haciendo fiestas para celebrarlo.

A estas fiestas paganas, los primeros cristianos le fueron dando un cariz acorde a sus creencias. La tradición situaba el Nacimiento de Jesús por el solsticio de invierno; y ya desde el siglo II se celebraba en los primeros días de enero la Teofanía, fiesta de la manifestación del Salvador, en la que se agrupaban su nacimiento, su bautismo y su adoración por los Magos. Pero como unos días antes -el 25 de diciembre- los paganos celebraban el "Natalis Invicti" (=Nacimiento del Invicto, que era el Sol), la Iglesia desglosó la Teofanía (actual fiesta de la Epifanía), la conmemoración del Nacimiento se comenzó a celebrar el 25 de diciembre, a fin de que el "Nacimiento del Invicto" pagano cobrara su sentido pleno al significar el Nacimiento del Único Invicto, Jesús, a quien La Biblia se refiere como "Sol de Justicia".

Por otro lado, en las mismas fechas, se celebraba en el norte de Europa una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor a los dioses para conseguir que el sol brillara con más fuerza.

Es por tanto más que probable que las primeras comunidades cristianas, que vivían inmersas en una tradición cultural de celebraciones festivas alrededor del solsticio de invierno, “cristianizase” dichas tradiciones comenzando a celebrar el Nacimiento de Cristo, máxime cuando los evangelios no mencionan fechas. De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345 en que, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad. Entre los años 354 y 360, el papa Liberio (352-366) fijó como fecha inmutable la de la noche del 24 al 25 de diciembre, día, precisamente, en que los romanos celebraban el nacimiento del Sol Invencible.
Por ello, La Navidad fue celebrada como tal en el siglo IV, durante la época del emperador romano Constantino (él fue el primer emperador romano cristiano). Al emperador Constantino se debe también la creación del “domingo” o “día del Señor” uniendo el “día del sol pagano” (el primer día de la semana) y el sabbath (el día santo de los hebreos y de los primeros cristianos). Por tanto, desde fines del siglo IV, en el mundo cristiano se celebraba la Navidad el 25 de diciembre, a excepción de algunas comunidades, como la iglesia Armenia, que pensaban que la Navidad debía celebrarse el 10 de enero, ya que utilizaba un calendario diferente al de los romanos.
En el calendario de la Iglesia Ortodoxa (todavía usado en algunas iglesias en la Rusia del este de Europa) la Navidad aún se celebra el 6 de enero con la fiesta de la Teofanía o manifestación de Jesús como Dios.
No olvidemos que, por un error del monje Dionisio el Exiguo en el año 540 al calcular las fechas, Jesús nació entre cuatro y seis años antes de lo que hoy llamamos el inicio de la Era Cristiana.
San Agustín fue quien introdujo la navidad en el Reino Unido junto con el cristianismo en el siglo IV. Él procedía de los países que utilizaban el calendario romano, así que celebraban la navidad el 25 de diciembre. Poco a poco la gente de Gran Bretaña y de Europa occidental irradiaron esta tradición por todo el mundo.
Con el fin de cristianizar la fiesta de bienvenida al Sol, la Iglesia trasladó a mediados del s. IV al 25 de Diciembre la celebración del "dies natalis" de Cristo.

Iluminación navideña

Como para expresar visiblemente el significado de la "iluminación" obtenida por el nacimiento de Cristo, se introdujo el hábito de encender fuegos durante la noche de Navidad, tradición que ha inspirado el alumbrado extraordinario de los lugares públicos durante estas fechas.
Desde el s. XVI, en los países nórdicos e empiezan a reunir en Navidad en torno a un árbol, signo de la gracia alcanzada por la Encarnación y por la muerte en el árbol de la cruz de Cristo, en contraposición del pecado que se originó en el árbol del paraíso.

La práctica de intercambiar regalos proviene de la llamada "estrenas", el primer día del año romano, el 1 de marzo. Según, fue Tatio, gobernante de Roma junto a Rómulo, quien a mediados del s. VIII a.C. estableció esta costumbre, tras recibir un feliz augurio mediante unas ramas que le ofreció la diosa Strenia (es un mito). Al principio los regalos consistían en ramas de árboles, que expresaban el deseo de un feliz año nuevo, pero con el paso del tiempo y espíritu práctico-consumista fueron evolucionando hasta lo que son hoy en día. La iglesia católica se apresuró a cambiar el significado de esta costumbre pagana, trasladando el día de intercambio de regalos al 25 de Diciembre.
Pronto aparecieron misteriosos seres fantásticos que ofrecían regalos. Según cuenta de nuevo, existen numerosos personajes, cada uno perteneciente a una cultura: en Dinamarca Julemanden, en suecia Jultomten, en Italia la Beffana, en Polonia las estrellas, en Hungría los ángeles. En los países con tradición cristiana, al principio era el niño Jesús quien ofrecía los regalos, pero los protestantes sutituyeron su imagen por la de un hombre anciano, el famoso Papá Noel, aplicando la mitología escandinava del dios Thor.

Los tres Reyes Magos

En Argentina y en España , sin embargo, es más común celebrar la venida de los Reyes Magos (celebrar intercambiando regalos, se entiende). Existe gran diversidad de opiniones respecto al número de estos, desde 2 a 12, pero se han mantenido tres obedeciendo a los tres regalos que supuestamente hicieron al niño Jesús: oro, incienso y mirra. Los nombres que se les dan actualmente a los Reyes Magos son relativamente recientes. En un manuscrito parisino anónimo de fines del s. VII aparecen bajo la forma de Bithisarea, Melichior y Guthaspa, de origen persa probablemente.

Los magos de Persia no tienen nada que ver con prestidigitación ni con la magia como la entendemos nosotros, sino que son una especie de sacerdotes cuyo nombre "mogu" significa "seguidores de la enseñanza de Zaratustra"; Zaratustra fue un reformador religioso iraní del s. VI, fundador del Mazdeísmo.

Mientras en occidente aparecía la festividad del nacimiento de Jesucristo el 25 de Diciembre; en oriente, el 6 de enero, se constituía la fiesta de la Epifanía, llamada también Teofanía o fiesta de la Iluminación, que conmemoraba igualmente el nacimiento del redentor y sustituía los cultos organizados en ese día por los paganos de oriente. La fiesta oriental de la Epifanía pasó a occidente a mediados del s. IV, a través de las Galias. La iglesia romana, que celebraba inicialmente en la fiesta de Navidad también la memoria de la adoración de los magos, trasladó esta conmemoración a su liturgia de la Epifanía.

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