La piel enamorada
A. Mora
Pero conquistar a una sirena requiere el valor de un marinero audaz, sordo y ciego, la mirada de un seductor, la caricia sibilina de las algas silenciosas, el aroma de las azucenas de mar y un fondo musical de arpas submarinas.
Yo no poseía nada de eso, y sin embargo, cuando deshilachaba las nubes del atardecer en la playa para tejer mis poemas, una sirena se acercaba a la orilla para escucharme.
Las olas se aliaban con ella y lanzaban su espuma sobre mi cuerpo para apoderarse de mis versos.
Cuando una ola más potente me arrastró hasta ella y rocé su espalda desnuda, encontré el tacto de mis poemas grabado sobre su piel.
P. Menaya
Muy hermoso!
ResponderEliminar