La propera pell (La próxima piel)
Isaki Lacuesta
Además, prueban tener un magnífico manejo de la cámara y del montaje y una estupenda dirección de actores.
Aunque la película está muy bien hecha en todos los aspectos destaca la buenísima fotografía de Diego Dussuel, que capta a la perfección los gélidos y nevados paisajes invernales del Pirineo catalán donde está rodada la mayor parte, algo que me parece un gran acierto por parte de Lacuesta y Campo ya que resulta un contraste muy efectivo con la intensidad de las emociones de los personajes y las tensiones que hay entre ellos, que parecen siempre a punto de estallar.
Puede parecer, a simple vista, que el aliciente de La próxima piel reside en la ambigüedad, en la incógnita sobre la verdadera identidad de un adolescente que regresa a casa ocho años después de desaparecer en un pequeño pueblo de montaña. Es evidente que existe ese juego con el espectador. Pero reducir la película de Isaki Lacuesta e Isa Campo a un mero thriller, sin desmerecer el género, sería parcial y muy injusto. La cinta contiene tantas lecturas, todas ellas loables, que no sería descabellado situarla en lo más alto que nos ha brindado el cine español en lo que va de año.
Aunque el que sin duda es el eje central de la cinta, el que la convierte en otro escalafón sobre un tema mil veces explorado en el cine, es el amor entre una madre y un hijo.
Tras una detallada descripción del retorno al hogar, de la desubicación del que busca recomponer su pasado, de la desorientación de su entorno, La propera pell (Próxima piel) alcanza su clímax en una escena de baile magistral, en la que todo se acelera y las cartas se colocan muy sutilmente encima de la mesa. La química entre una Emma Suárez exultante, aún más amplia en registros que en Julieta, y un Àlex Monner que borda los papeles de joven en conflicto se hace palpable en ese mágico instante en el que todo se sobreentiende. Sin necesidad de subrayados. Una obra pequeña pero muy intensa con un final lo suficientemente entreabierto como para no resultar ni demasiado alegórica ni demasiado maniquea. La representación perfecta de sentimientos imperfectos.
Emma Suárez, Sergi López y Àlex Monner, bordan unos papeles muy complicados, sobre todo emocionalmente. De los dos primeros ya sabía que son magníficos actores, pero Monner me ha sorprendido muy gratamente (no he visto la serie que le dio a conocer, Pulseras Rojas) ya que a pesar de su juventud (21 años) no sólo está a la altura de Suárez o López, sino que hace totalmente creíble un personaje bastante extremo (en las dos escenas en que le dan ataques de ansiedad está perfecto).
El principal problema que le veo a la película es que en algunos momentos la historia resulta un poco inverosímil a pesar de que en principio es muy realista y que a veces me parece que juega demasiado con la ambigüedad para confundir al público.
Además, puesto que sé muy poco de psicología, me pregunto si tendrá verosimilitud el aspecto psicológico de la trama, fundamental para entenderla, aunque supongo que Lacuesta y Campo, que también son los guionistas, se habrán documentado al respecto.
Al final queda claro que él es Gabriel gracias a las quemaduras de su espalda iguales a las que tiene su madre. Por eso me gustaría saber si realmente es posible que un trauma como el que sufrió provoque ese tipo de amnesia.
Y, por cierto, al igual que el personaje de Sergi López, no me creo que un niño de 9 años sea capaz de cruzar las montañas de los Pirineos en medio de la nieve.
Mordor
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