Chimerica
Esta crítica se ha escrito tras ver la miniserie completa de
‘Chimerica’ y no contiene spoilers.
Si tuviera que hacer un top de las imágenes más icónicas o recordadas del siglo pasado,
aquellas que tuvieron un especial significado y trascendencia y que se
encastraron para siempre en mi memoria, una de ellas, sin duda, sería la del
hombre del tanque en la plaza de Tiananmen (Pekín) en 1989. El cinco de junio
de ese año, un día después de las manifestaciones estudiantiles repelidas a
disparos por las autoridades chinas, un hombre asiste a un desfile militar en
la avenida de la Paz Eterna (coña tiene la cosa).
De repente, sale a la calzada y se planta frente a una fila
de carros de combate “armado” con dos bolsas de plástico. Desafía (nadie sabe a
ciencia cierta qué dijo) al primer tanque quedándose quieto, el tanque se
detiene frente a él e intenta esquivarlo y el joven vuelve a interponerse en su
camino deteniendo la fila. Unos segundos después, varios civiles salen a la
calzada y logran sacarlo de allí. ¿Quién fue aquel héroe que enmudeció al
mundo?
Chimerica (acrónimo de China y América) es una miniserie de
cuatro capítulos producida por Channel 4 y que Filmin estrena en exclusiva en
España. Dirigida por Michael Keillor (Critical, Line of Duty) y escrita por
Lucy Kirkwood (adaptación de su homónima obra teatral), Chimerica nos propone
un viaje para encontrar al misterioso hombre que protagonizó el famoso suceso
en la plaza de Tiananamen, justo ahora cuando se cumplen 30 años. La miniserie
está protagonizada por Alessandro Nívola (Lee Berger), Cherry Jones (Mel
Kincald), Sophie Okonedo (Tessa Kendrick) y F. Murray Abraham (Frank Sams).
Situémonos: Junio de 1989, plaza de Tiananmen. Un
jovencísimo Lee Berger asiste desde la habitación de su hotel a la interrupción
del desfile militar por parte de un anónimo joven. Berger logra fotografiar el suceso,
pero una redada policial irrumpe en su habitación poco después de que logre
esconder el material en el depósito del agua del wáter. Afortunadamente, algo
sucede que obliga a los policías chinos a interrumpir el registro y abandonan
la habitación. La foto se publica y da la vuelta al mundo.
Año 2016. Lee Berger lleva toda la vida como fotógrafo de
guerra cubriendo conflictos por todo el mundo. El paso del tiempo ha
desembocado en un desencanto personal y profesional que deriva en una gravísima
acusación: el trucaje de una foto realizada durante la guerra en Siria. Lo que
se preveía como un Pulitzer se acaba convirtiendo en un despido (impagable F.
Murray Abraham como su editor). Paralelamente, Estados Unidos se debate entre
otro Clinton en la Casa Blanca (Hillary) o el inefable Trump. Un halo de
sospecha se cierne sobre la campaña de Trump: las archifamosas fake news.
Berger se enfrenta a una encrucijada moral. Por un lado, su
carrera se ha desplomado, ha perdido toda credibilidad; y por otro, el sistema
en el que cree, aquél en el que se ha cimentado su propia carrera a través de
la verdad (del periodismo) se está colando por el sumidero sin remisión con la
campaña de Donald Trump y su influencia en la opinión pública. Berger quiere
enmendarse y para ello decide buscar al hombre que fotografió siendo joven: al
misterioso y anónimo hombre del tanque. Apoyado por su compañera Kincaid (la
siempre solvente Mrs. Jones) y el propio Sams, Berger viaja a China para
cumplir con su conciencia, su verdadero objetivo.
La miniserie, a primera vista, explora un drama inteligente
con tintes políticos, usando como detonante la búsqueda del misterioso y
desafiante joven de las bolsas. Pero a medida que te adentras en él, descubres
que transita a un estadio más enrevesado, actual y delicado: distinguir entre
la verdad y la falacia en el mundo de la información. La narración juega a
veces con la solemnidad y a veces con la ironía (impagable el momento Trump en
una entrevista), colocando sobre el tablero el ya viejo conflicto de la
información al servicio del poder. Desde China a Estados Unidos y viceversa,
después de 30 años, las cosas no han cambiado.
Chimerica no está diseñada, a mi juicio, para cualquier
paladar. Tiene tramos confusos y desordenados que exigen paciencia, tramas
personales que prevalecen en demasía sobre la principal y que despistan a
ratos, y un montaje que denota, al menos en apariencia, premura. No obstante,
el esqueleto de la historia, su apuesta por la “denuncia” y la ya instalada
corriente de las fake news en nuestro día a día, consigue seducir lo suficiente
para desentrañar algo que a todos nos “mosquea”: ¿Cómo sabemos quién nos dice
la verdad?
‘Chimerica’ está disponible completa en Filmin.
Juan Galonce
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