Días de cielo
Cinco años después de su ópera prima, Malick vuelve a
dirigir de manera magistral esta cinta sublime en todos los aspectos.
La segunda película de Terrence Malick es otra maravilla más de las que él suele hacer llena de aciertos y con pocos fallos. Grandes apartados técnicos, tanto la fotografía como la BSO son imprescindibles en la película igual que los demás apartados.
Richard Gere jamás estará mejor en ninguna otra película,
genial y sorprendente su interpretación y lo mismo se podría decir de Brooke
Adams. La niña que los acompañan no es la insoportable niñata de turno que saca
de los nervios, sino que también está bastante bien.
El guion es lento, duro y con capacidad de sorprender en
muchos momentos. El principio es impresionante y el final lo es aún más. Entre
el principio y el final hay muchas escenas memorables y muy bien rodadas por un
Malick en forma.
Vuelve a utilizar el recurso de la voz en off como
técnica narrativa, al igual que hiciera en Malas Tierras, y vuelve a servirse
de la voz de una niña, Linda (Linda Manz), la hermana de Bill (Richard Gere).
Vuelve así mismo a retomar su genérico, genuino y recurrente periplo nihilsta
a través de la vida de cuatro personajes juntados por el común azar de la vida.
Y vuelve por último a usar el opaco visor de su cámara para resaltar y/o
enfatizar los designios de la omnisciente, omnipresente y omnipotente madre
naturaleza como hará tan bien en sus dos siguientes obras.
Holywood renace a través de la reinterpretación del
séptimo arte por parte de este personalísimo cineasta con una honda veta
poética en toda su filmografía y de claras y evidentes influencias Fordianas
(más que nunca de manifiesto en esta cinta, con ciertas similitudes temáticas
de obras como "Las Uvas De La Ira").
1916, en las ciudades norteamericanas como Chicago los
trabajadores están inmersos y subyugados en plena efervescencia del proceso
productivo en las incipientes factorías del advenedizo sistema capitalista de
fábricas. La única alternativa a eso serían los trabajos estacionarios de
braceros temporales en las afueras de las ciudades, en las extensas praderas
norteamericanas, con el mismo sistema capitalista del beneficio óptimo, y el
trabajador como input molesto y cada vez más costoso.
Bill, su pequeña, aunque clarividente hermana pequeña Linda y su novia Abby (Brooke Adams) deambulan por ahí observándolo todo y viviendo la vida como pueden. Van a parar a un vasto bancal de espigas, donde trabajarán como braceros haciendo de todo, desde espantar molestas plagas, hasta sembrar y recolectar el grano.
Allí conocerán al patrón de la explotación agrícola (Sam Shepard) quien, solo en la vida,pronto se enamora de Abby.
Imágenes de una belleza lírico-poética asombrosa y
deslumbrante con el sempiterno escenario de Malick, esto es una poderosa
representación naturalista del paisaje, con profundidad de campo y composición
simétrica de planos, hacen de esta cinta una obra maestra más en la escasa
filmografía de este peculiar director de culto, al cual los espectadores le
debemos más de un rato de deleite sensorial y momentos de reflexión.
Como dice Linda: "... mi amiga no tenía dinero, y ni
siquiera sabía dónde ir, supongo que encontraría algún chico que la hiciera feliz,
al menos eso deseo porque era mi amiga, me caía bien y la quería...".
La vida es muy larga y sólo se vive una vez.
Película sumamente recomendable. A disfrutarla.
Comentarios
Publicar un comentario