Tierra de Mafia ( Mobland)

 


Cada episodio es cincuenta minutos de devota emoción. Esto es puro cine hecho serie. Diez episodios sin relleno, sin personajes inocuos ni tramas accesorias. Ni siquiera existe una puñetera línea de guion que no tenga un sentido, ya sea inmediato o para dentro de un ratito. Ahí está la primera aparición de la matriarca.

Esta es la serie que hubiese hecho Martin Scorsese, aunque él la hubiese dirigido mejor. Ese es el único punto por el que "MobLand" no alcanza la excelencia. No es una dirección mala, pero sí algo impersonal, lo cual resalta frente al resto de elementos, poseedores de la coherencia interna de las mejores obras, esas que crean su propio universo. Como sucedía en "Los Soprano", "Mujeres desesperadas" o "The White Lotus", este es un mundo aparte, uno del que quieres formar parte aunque todo sea muerte y depravación.



Sus mayores virtudes son dos de las favoritas de Marty: la narración en constante e in crescendo movimiento y los personajes patéticos radiografiados con precisión quirúrgica. Cada nueva decisión de esa familia es como un salto al vacío del que no hay posibilidad de retorno, pues sólo ellos se atreverían a empreñar al villano de esa manera. Por eso llegamos al cuarto episodio y parece imposible que pueda pasar nada más. Y vaya si pasa. A eso contribuye muy especialmente Maeve Harrigan, que podría provocar la Tercera Guerra Mundial sólo con que creyese que alguien la ha mirado mal.





Pocas veces había asistido a un personaje tan brutalmente tarado e imprudente, uno que sería imposible de creer si no fuese por Ronan Bennett y por Helen Mirren. Con otros nombres propios no funcionaría. Los suyos saben que es peligrosa (entra en la sala y el resto se echan a temblar), pero no se imaginan hasta qué punto. Su marido es otro que tal baila. Se balancea entre la sociopatía y la chochez, pues al señor se le va la teja. El único que parece cuerdo ahí es Tom Hardy, que amenaza, golpea, mata y remata, pero tiene corazón. Para él, es sólo trabajo.





También andan por ahí el nieto diabólico, el verdadero heredero Harrigan, o la madre de este, enmarañada en sus negocios turbios y traumas paternos, mientras que los hijos son medio bobos. El uno pinta menos que el solucionador mientras que el otro ni pinta. Esa imagen de él, en calzoncillos en su loft enorme, mientras le excluyen de una reunión familiar crucial define al personaje. Lo cierto es hay para todos, como si de El jardín de las delicias se tratase, cada uno tiene su propia historia, baila y canta a su son intentando no entrometerse en las otras batallas y perecer.




El afilado guion hace que parezca, por momentos, una comedia desatada, pero sabe volver al ruedo y siempre acaba dándonos más miedo que risa. Los actores están brillantes, se nota que disfrutan. Incluso Pierce Brosnan está notable. Nunca lo había visto mejor. Aunque nadie llega al nivel de Mirren. Luego aparecen por ahí, como si nada, gentes como Toby Jones o Janet McTeer para hacer cierta esa frase que dice que cualquier pez gordo puede ser el desayuno de otro pez aún más gordo, pues el mar es insondable. Esto es "MobLand", una lucha salvaje y criminal dentro y fuera de la familia.
(C) Jaime Flores

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