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La infiltrada

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  En un contexto donde los límites entre el deber y la supervivencia se disuelven, ‘La Infiltrada’ de Arantxa Echevarría nos recuerda que, en la vida, a veces las máscaras más difíciles de quitar son las que se colocan por obligación. Esta película no solo se adentra en la cruda realidad de la lucha antiterrorista, sino que explora la vida de quienes se ven atrapados en ella, navegando por un entramado emocional tan peligroso como el entorno que los rodea. En un mundo contemporáneo en el que la memoria histórica lucha por no desvanecerse, la obra de Echevarría arroja luz sobre los sacrificios silenciosos que muchos han hecho para desarticular el terror. Arantxa Echevarría logra crear una atmósfera de tensión constante en la que la vida de la protagonista, Aranzazu Berradre (interpretada con intensidad por Carolina Yuste), está siempre al borde del abismo. El suspense no es solo el motor narrativo, sino también una representación física de la fragilidad del personaje, cuyo mayor desaf

Calladita

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Correcta película sobre lucha de clases en la que destacar a Paula Grimaldo y al director Miguel Faus, con un montaje, sonido y demás aspectos técnicos de factura excelente. El pero que tiene esta película es que es muy ligera, estaba en el preestreno en un coloquio con el director y actrices y él lo admitía, que era su intención, que fuera ligera, que el drama y escenas tensas no superaran un límite y que mantuviera más el tono cómico. El problema es que la película tiene muchísimo potencial que no termina aprovechando del todo y el espectador termina con una sensación de cierta decepción. La película no se hace larga y la duración es tirando a corta, por lo que alargar algo la cinta para añadir alguna cosa no me hubiese parecido mal en absoluto, pero se termina quedando en una suerte de corto de mayor duración. He indicado antes que destaca Paula Grimaldo en el papel principal de Ana, con una actuación sobresaliente en la que muestra de manera sutil los diferentes estados de ánimo de

PREÁMBULOS

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 Los cuadros del pasillo, derechos y sin un ápice de polvo. El cuarto de baño, aséptico y brillante.  Corro las cortinas del salón. Los cojines del sofá, bien colocados y ahuecados. He puesto las sábanas de raso y he extendido  pétalos de rosa, queda bien el contraste del rojo sobre el negro. Ya tengo la cena a punto y en la mesa no falta un detalle. Vuelvo a hacer un repaso general y, en efecto, todo está perfecto. Me ha costado esfuerzo y tiempo, pero Paula se lo merece. Creo que la cena le ha gustado mucho, aunque no me lo dice y yo no se lo pregunto. Me siento eufórico aunque cansado. Todo está saliendo a pedir de boca. Le propongo que nos sentemos en el sofá, acepta encantada. Hablamos, mejor dicho le explico mis proyectos para la nueva campaña y la satisfacción de mi jefe, me escucha con interés. Interrumpo un segundo la conversación para llenar de nuevo las copas, también para bajar la intensidad de la luz, encender las velas y poner el CD en el reproductor, música suave y román

El correo

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Un thriller patrio y excesivo El correo, que dirige el popular cineasta barcelonés de 55 años, Daniel Calparsoro ('Todos los nombres de Dios' , 2023; 'Hasta el cielo', 2020); un director con sello propio que siembra pasión y división a partes iguales entre el respetable y la crítica especializada. El correo se ambienta en el año 2002, cuando en España se instala el euro. Es, por tanto, un tiempo nuevo, tanto para las oportunidades como para los jóvenes como Iván (Arón Piper), un chico ambicioso de Vallecas que está dispuesto a mejorar su vida. Desde su puesto de aparcacoches en un lujoso club de golf de la capital, pronto dará su primer gran paso al convertirse en correo belga para una organización internacional dedicada al blanqueo de dinero. Aunque él no está dispuesto solo a eso. Él quiere mucho más. Daniel Calparsoro, que ha contado para el diseño del guion con los resolutivos Patxi Amezcua (El aviso, 2018) y Alejo Flah (Séptimo, 2013), se queda en la epidermis del

Camino de la Suerte

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  Camino de la suerte o el Alexander Payne español Perdón por la comparación, pero me ha gustado comprobar que una película española puede ser sentimental sin caer en cursilería forzada y en impostura pastelosa. Y es extremadamente difícil con estos ingredientes: hombre maduro pierde a su mujer, reencuentro con la familia, regreso al pueblo de su juventud... Era casi imposible no ofrecer la enésima cinta lacrimógena genérica, pero sorpresivamente y gracias a un guion inteligente y con un sano y sutil sentido del humor, se ha logrado esquivar esa categoría. Producción sobria, fotografía más que correcta (intencionadamente oscura) y, ante todo, dos actores principales brillando en papeles humildes. ¿Qué quiero decir con humildes? Pues sin chillidos, sin llantos histriónicos y sin gracietas de sitcom de mediodía. Tito Valverde demuestra una vez más sus tablas. Por eso la comparación del título. Porque cuando vi a Jack Nicholson en A PROPÓSITO DE SCHMIDT o a Bruce Dern en NEBRASKA, fue cua

Los elegidos ( The Chosen)

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  En estos tiempos de tribulación no voy a decir que no se agradece una serie sobre la vida de Cristo (la primera que se hace) pero esta tiene graves errores tanto teológicos como de ambientación que no se deben pasar por alto. Empezando por los de ambientación hay cosas que no tienen sentido. En las bodas de Caná se ven a invitados con el típico sombrero fez turco que es en realidad del s.XVIII y popularizado en el XIX. En general el vestuario es excesivamente colorido cuando en la época tintar la ropa era un lujo. Al gusto moderno la película es muy multicultural con un altísimo porcentaje de personajes afros y árabes. Lo segundo podía ser (aunque no en esos porcentajes), lo primero lo disculpan diciendo que Judea era un importante centro comercial y un paso de mercaderes.  Lo dudo, ese punto era Siria por un lado (provincia a la que estaba subordinada) y Egipto por el otro. El problema no es que los pongan, el problema es el elevado porcentaje y los antecedentes del wokismo que ve

Golpe de Suerte

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Hace ya más de una semana vi a Woody tocando el clarinete para inaugurar el Festival de jazz de Barcelona y, aunque la experiencia fue buena, a Woody se le veía mayor; le costaba tocar algunas canciones y a menudo tenía que hacer pausas para recuperar la respiración. Ante estas dificultades, de manera improvisada se estableció un acuerdo no verbal entre los miembros del público: cada vez que se produjera una de estas pausas aplaudiríamos para animarle y lo haríamos de nuevo cuando se reincorporaba a la canción. Este acuerdo se mantuvo a lo largo de todo el concierto y la verdad es que el resultado fue bastante tierno. Un grupo de fans del director nos habíamos reunido para escucharle tocar en directo, quizás por última vez, y aunque Woody ya no tocase como antes, le animábamos, porque le teníamos cariño, porque a lo largo de tantos años nos había hecho vivir experiencias maravillosas frente a la gran pantalla y ahora que teníamos la oportunidad queríamos agradecérselo. Sin embargo, est