Félix
Citando a un espléndido telegrama de Carlos Barral a Jesús
Aguirre al enterarse el primero de ellos del compromiso del segundo con la
duquesa de Alba ("Primera impresión, desconcierto. Primera reflexión,
entusiasmo") cabe decir lo mismo al ver la serie de Cesc Gay, Félix, que
emite semanalmente #0 y que se puede ver completa en Movistar +, aunque para
ser precisos la primera impresión más que de "desconcierto" debería
ser de "sorpresa", y manteniendo el "entusiasmo" al
contemplarla.
Sorprendente, agradablemente sorprendente, es comprobar como
uno de los más respetados realizadores cinematográficos decide rodar una serie
de televisión. Gay se une así a esa, de momento, reducida nómina de directores
de cine españoles que aceptan el reto de trabajar en el electrodoméstico más
popular y lo hace sin renunciar a lo que le ha caracterizado en sus películas:
una extraordinaria sensibilidad, un muy fino sentido del humor y uno de los
estilos más elegantes de la narrativa audiovisual.
Félix es excelente, así, sin más, y lo es por varias
razones: por un inteligente guion con unos diálogos que alcanzan lo más
difícil, la sencillez y la verosimilitud; por una gran interpretación de todos
cuantos intervienen, destacando sin duda sus protagonistas: Leonardo Sbaraglia,
Pere Arquillué y Ginés García Millán; por su fotografía; por sus localizaciones
en una Andorra cotidiana en la que lo más lujoso son los Bancos y por la ya
citada elegancia de su realización en la que se entremezclan el drama, la
comedia y lo testimonial. El drama de un tenaz enamorado en su obstinada
búsqueda de la dama desaparecida, el humor de un maduro antisistema vecino del
enamorado y el testimonio de un paraíso fiscal para las mafias chinas o para
los muy poderosos financieros y políticos españoles. Si a eso le añaden una
estupenda banda sonora con una impecable selección de canciones y un ritmo
narrativo natural, pausado, sin estridencias, como el carácter del persistente
protagonista, el resultado es Félix, un lujo.
El País
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