Brigada Costa del Sol


Mediaset ha decidido plantar cara a Atresmedia. Después del éxito reciente de 'Vivir sin permiso', la cadena ha comenzado a aumentar su abanico de series para demostrar que ellos también han subido en listón.
Mientras productos como 'Madres' y 'Caronte' esperan en el horno, los de Fuencarral, con Warner como productora y Netflix como pinche, han decidido comenzar con un plato fuerte: 'Brigada Costa del Sol'.


Torremolinos, 1977. En este emplazamiento costero comienza la historia del grupo policial que da nombre a esta serie. Una ficción basada en hechos reales que cuenta las aventuras y desventuras de un cuerpo especial de cuatro policías que conformaron la primera brigada antiestupefacientes de España. Juntos, patearon las calles de la localidad malagueña para luchar contra el narcotráfico incipiente.


Los miembros de esta fuerza especial son Bruno 'El Anarco' (Hugo Silva), Leo (Alvaro Cervantes), Terrón (Jesús Castro) y Martín (Miki Esparbé). A ellos se añade Yolanda, 'la Buhíta' (Sara Sálamo), una chica de origen humilde que jurará venganza y levantará pasiones. Ellos cinco serán los protagonistas encargados de activar y entrelazar las múltiples tramas de esta tragicomedia canalla que comenzó con un capítulo que aunaba el primero y el segundo, superando las dos horas de duración.


Una atmósfera de ensueño
El espectador habitual está acostumbrado a las series sobre tráfico de drogas. Con 'Narcos' y 'Fariña' como títulos de cabecera, Latinoamérica y Galicia son los lugares usualmente asociados con este tipo de actividades ilegales. Hasta ahora, nadie había puesto el foco en la Costa del Sol, lugar que, por su cercanía con Marruecos, ha sido uno de los puntos calientes para trapicheo de hachís.


Los equipos de dirección de arte, fotografía y vestuario han puesto todo su esfuerzo en trasladar al espectador al Torremolinos de finales de los 70, y lo han conseguido. 'Brigada Costa del Sol' huye de la luz inexpresiva y aséptica de otras series de la cadena para adentrarse en un universo de luz y color. Además, los cambios de foco, la composición de los planos y los movimientos de cámara dejan entrever un salto a nivel técnico con respecto a productos anteriores.


De día, la calidez del sol de la costa malagueña impera en los exteriores y se filtra por las persianas en los interiores. Un ligero viraje amarillento y un discreto granulado que combinan a la perfección con los colores brillantes de los coches, el azul del mar y el verde de las palmeras. De noche, Torremolinos es una fiesta repleta de lentejuelas dispuestas a brillar bajo las caricias del neón y los destellos de las bolas de espejos.


Bajo esta iluminación, transcurre la acción. El reparto luce pantalones campana, camisas con larga solapa y vestidos con estampados imposibles para mimetizarse con la estética setentera. La decoración, la cartelería con anuncios de la época y la propaganda política de Suárez y González rematan esta gratificante inmersión temporal en el Torremolinos de una España a medio camino entre los visos de aperturismo de la Transición y los últimos coletazos del franquismo.

Excelente reparto encabezado por Hugo Silva


La brigada cuenta con cuatro actores curtidos en la ficción. Hugo Silva ya había aparecido en papeles aparentemente similares en series como Los hombres de Paco o como Pacino en El Ministerio del tiempo. Sin embargo, en 'Brigada Costa del Sol' encarna a Bruno, un policía rebelde y deslenguado con grandes dosis de carisma. Se desmarca de cualquier tono serio para adoptar un papel de antihéroe picaresco en el que brilla con luz propia.




Jesús Castro es su amigo íntimo en esta aventura. En el papel de Terrón, es discreto en este primer episodio si lo comparamos con sus compañeros, aunque su secreto mejor guardado aún no ha salido a la luz. Álvaro Cervantes explora nuevos registros dando vida a Leo, el agente más refinado y mujeriego del grupo. Miki Esparbé, como Martín, hace de voz de la razón y pone el toque de cordura como buen intelectual.

Interpretativamente, la Brigada funciona estupendamente como grupo. Con sus interacciones entre ellos, y con los personajes de su entorno, crean continuas sinergias que generan tramas y subtramas que permiten descubrir las diferentes facetas de cada uno de los agentes. Son personajes concebidos para formar parte de un suprapersonaje, como cuerpo policial, pero a la vez dotados de una dimensión individual que se refleja en su forma de ser, vestir y actuar en cada situación.


Mención especial merece Sara Sálamo, la única protagonista femenina de la historia. Da vida a 'la Buhíta', que se transforma brutalmente en este capítulo inicial con longitud de largometraje. Una muerte traumática convertirá a una inocente joven de barrio en una mujer despiadada, capaz de todo por conseguir su vendetta. Además, compondrá un triángulo amoroso con Bruno y Leo como vértices al borde del conflicto.


La serie cuenta también con secundarios a la altura de las circunstancias. Cayetana Cabezas, Jorge Usón, Carolina Yuste o Marco Cáceres son algunos de los que aparecen en la primera entrega. A ellos se sumarán, más adelante, rostros como Pepón Nieto, Unax Ugalde y Adriá Collado.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno
La serie, a priori, no cuenta con ningún factor en su contra. El ritmo de la narración es correcto, los cliffhangers estás dispuestos adecuadamente, la historia es atractiva y resulta visualmente jugosa. Sin embargo, tendrá que enfrentarse al gran condicionante de los productos audiovisuales actuales: el tiempo.


Mediaset ha decidido poner toda la carne en el asador y emitir, exclusivamente en su estreno, un único capítulo compuesto por la fusión de los primeros. Un macroepisodio de tinte cinematográfico que busca asentar todas las tramas de la ficción en una noche temática que se pudo ver simultáneamente en Telecinco y Cuatro.

Juan Ignacio Rodríguez

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