Los renglones torcidos de Dios

 


Recuerdo la novela de Torcuato Luca de Tena como una de las más apasionantes que he leído. Muy centrada en la psicología de los personajes a la par que realista en el entorno de un hospital psiquiátrico. Un personaje femenino protagonista realmente arrebatador a la par que ambiguo en su forma de ser, y una trama que captura y confunde al lector de forma que hasta casi el final no es capaz de decidir si la verdad es de locura o la locura es de verdad. También llega a ser entrañable y asombroso el desarrollo de muchos de los pacientes del psiquiátrico.

 

Esta película que adapta la novela no es completamente fiel y se centra más en la intriga y el thriller que en los perfiles psicológicos y el desarrollo dramático de más personajes. La frase que da título a novela y película en esta última se le atribuye al director del hospital, en la novela era uno de los locos el que titubeando entre sollozos la decía. El final de la novela también es más hermoso, tranquilo pero cargado de mucha emotividad. Esto es un poco muestra de que el guión ha condensado bastante y al hacerlo posiblemente ha perdido en profundidad cambiándola por escenas con algo más de efectismo, aunque no obstante la esencia de la novela sí se puede encontrar en la película, lo cual unido a unas buenas interpretaciones especialmente de Bárbara Lennie y Eduard Fernández, pero también del reparto de secundarios (donde destacaría el personaje del loco Ignacio interpretado por Pablo Derqui), y a un guión dinámico, hacen que en las dos horas y media de metraje no disminuya el interés siendo el resultado general más que satisfactorio.

 

La dirección artística logra una buena ambientación, la narrativa se maneja con buen ritmo, la fotografía juega bien con exteriores e interiores, luces y sombras, y algunas escenas llegan a ser en mi opinión bastante buenas, como por ejemplo el modo en que Oriol Paulo decide mostrar introduciendo oníricamente a la protagonista en secuencias del pasado cómo funciona su mente para reinterpretar aquello que necesita volver a ajustar dando sentido al conflicto en sus argumentos. Así el personaje de Alice queda realmente bien desarrollado dándole ese carácter de mujer sumamente inteligente a la vez que altiva, orgullosa de sí misma y nunca dispuesta a torcer su brazo, aunque también capaz de mostrar sensibilidad por quienes la rodean.

 

Hayas leído o no la novela antes, simplemente déjate llevar por la película, no te aburrirás y es posible que disfrutes de principio a fin sin que como en el libro deje de carcomerte la intriga de lo que ahí realmente está pasando. Y si al final te ha gustado lo que has visto y no conoces la novela, te animo a leerla, porque merece mucho la pena hacerlo y probablemente incluso te atrape más que la película.

 

"No te preocupes por ellos -le decía a Dios- por... por... porque... Todos son equi... equi... ¡eso es! equivocaciones tuyas. Son los ren... renglones tor... torcidos, de cuando apren... apren... ¡eso es! aprendiste a escribir. Los pobres locos -continuó ahogado por los sollozos- son tus fal... faltas de orto... orto... ortografía."

(Torcuato Luca de Tena, “Los renglones torcidos de Dios”, 1979)

"La verdadera locura probablemente no sea sino la sabiduría misma que cansada de las vergüenzas del mundo tomó la inteligente resolución de volverse loca."

(Heinrich Heine)

 

Algunos de los personajes secundarios más interesantes, como el loco Ignacio, muy bien interpretado por Pablo Derqui, es una pena que no hayan alcanzado todo el desarrollo que en la novela, pero aun así su papel es relevante y atractivo en la trama de la película siendo el cómplice principal en ayuda de los propósitos de Alice.

 

El final de la película es algo abrupto y acelerado en la última sorpresa. En los dos últimos planos de la última escena se nos muestra que en realidad Alice sí era una paranoica, pero al hacerlo así tal vez no cuadran algunas decisiones ni queda muy bien definido qué pasa o por qué han actuado de determinada forma algunos personajes.

 

En la novela el final está mejor encajado, pues una investigadora averigua quién es en realidad Alice y cuál es la verdad, y queda expuesta así para los médicos quedando claro que a ella la había enfermado la actitud de su marido que pretendía en realidad aprovecharse de ella y de su dinero, pero ella sí había intentado envenenarlo volviéndose finalmente una paranoica. No obstante, los médicos de la novela y por un desarrollo argumental más pausado y profundo de los personajes y sus relaciones, deciden que ella mientras no regrese con quien fuese su marido estaba preparada para afrontar una vida normal fuera del hospital y deciden darle el alta. Sin embargo, nada más marcharse, y recordando una de sus conversaciones, se siente mal afuera y se da cuenta que su sitio en el mundo no es fuera del hospital sino dentro y decide volver acabando la novela como enfermera del hospital cuidando a los pacientes.

 

Quizás entender este final de la novela hubiese no obstante requerido ese otro enfoque más centrado en las relaciones dramáticas de los personajes en detrimento del thriller o si no con la necesidad de añadir más metraje, y por eso se optó por el final que puede verse en pantalla.

 

Como curiosidad terminaré diciendo que el argumento de Luca de Tena en "Los renglones torcidos de Dios" tiene tantas similitudes con el de Dennis Lehane en la novela "Shutter Island", llevada al cine por Martin Scorsese en la película que protagonizó Leonardo Di Caprio haciendo de ese ambiguo personaje que tampoco se sabe si es un detective o un enfermo del psiquiátrico, que tras verificar las fechas en que se publicó cada libro nunca he podido de dejar de sospechar de cierto plagio por parte del señor Lehane a don Torcuato. O tal vez una gran casualidad.

©Pedro

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