Mi amiga estupenda


Hay fenómenos literarios muy difíciles de trasladar a la pantalla. En principio, parece más sencillo adaptar un thriller de éxito como La verdad sobre el caso Harry Quebert (como ha hecho Starz con su reciente serie) que una obra tan intimista como la tetralogía de Elena Ferrante. Hace falta dedicarle un tiempo, reposar cada página e interiorizar cada matiz de esta aparentemente sencilla historia, para que termine cautivando al lector. Esa capacidad de descripción para crear el microcosmos en el que nace y se desarrolla la amistad entre las dos protagonistas es el motor imprescindible del libro y también el escollo más importante que debía salvar su adaptación audiovisual.


La entente entre la RAI italiana y un sello de prestigio como HBO suponía un buen presagio. Sería absurdo trasladar la historia a cualquier otro lugar que no fuera la Nápoles de los años 50 pero a su vez el traspaso a televisión debía hacerse con las máximas garantías, con la firme apuesta de mantener la fidelidad a un libro que ha encandilado a millones de lectores y, sobre todo, de lectoras. A juzgar por los episodios, el resultado no decepciona, pero tampoco encandila. Lo más probable es que satisfaga, con reservas, a la legión de fans de la obra literaria pero no logre sumar nuevos adeptos a la Ferrantemanía.
'La amiga estupenda' no es una de las apuestas seriéfilas más mediáticas del otoño. No es una de esas series de high concept que nos han volado la cabeza en los últimos años (si buscas esto, apunta 'Homecoming' en la lista de pendientes),


ni cuenta con grandes estrellas en el reparto. Sus creadores tampoco son conocidos. De hecho, es una serie italiana (con la marca de HBO, eso sí) y está protagonizada (por ahora) por dos niñas que se acercan a la adolescencia. Te lo advertimos por si eres un espectador con prejuicios. Lo que sí te podemos asegurar es que esconde una gran historia, tanto delante como detrás de las cámaras, y si cumple las expectativas generadas por su material original, puede colarse entre las mejores ficciones televisivas de 2018.


Lo decimos porque nosotros conocemos ese material original, la saga de novelas de la escritora napolitana Elena Ferrante, una de las sensaciones literarias más curiosas y misteriosas de los últimos 30 años. Básicamente, porque no se sabe quién es Elena Ferrante. Eso no ha sido un obstáculo para que su franquicia de cuatro libros, titulada 'Dos amigas', sea mundialmente aclamada, ni para que muchos expertos incluyan su nombre entre los merecedores del Nobel. De hecho, si esta semana vas a darle al play a 'La amiga estupenda' es por esto.

Elena Ferrante es un enigma.
¿Quién es Elena Ferrante?

2018 es el año perfecto para que la adaptación de 'La amiga estupenda' vea la luz, y lo es por varias razones. Entre ellas, la apuesta por el protagonismo femenino en televisión (Lena y Lila son dos de las mujeres más complejas que puedes encontrar en la literatura moderna) y la visibilidad de la ficción europea, siempre a la zaga de la norteamericana. Pero hay otro motivo más morboso, la resurrección de las teorías sobre la identidad de Elena Ferrante, que publicó su primera novela en 1992 y de la que nunca se ha sabido quién es. Fue el periodista italiano Claudio Gatti quien, en 2016, tras años de anonimato de la autora, siguió la pista del dinero de sus novelas y llegó hasta la traductora Anita Raja.
La polémica se intensificó cuando el perfil de Twitter de Raja publicó que, en efecto, ella era Elena Ferrante, pero más tarde de supo que esa cuenta pertenecía en realidad a otro periodista, Tommaso Debenedetti, vinculado a fraudes informativos. Según sus palabras, Anita Raja le había confesado que era Elena Ferrante, confirmando una verdad que ya se daba por sentada en los círculos editoriales italianos. ¿Acaso no tiene una escritora derecho a permanecer en el anonimato? ¿No forman parte estos enigmas del encanto del mundo artístico? En 2018, no obstante, las hipótesis han cambiado hacia la dirección opuesta: Elena Ferrante es un hombre.
El blanco de las teorías es ahora Domenico Starnone, precisamente el marido de Anita Raja. El escritor napolitano publicó el pasado verano la novela 'Ataduras', que muchos vinculan a 'Los días del abandono', una de las primeras obra de Ferrante. La comparación no es solo temática (la destrucción de un matrimonio), sino que se han realizado incluso estudios para medir la semejanza entre ambas plumas (longitud de frases, uso de adjetivos, abreviaciones, extranjerismos y jerga…). Estas investigaciones concluyeron que Starnone (cuyo apodo es Nino, como uno de los protagonistas de la saga 'Dos amigas') es el autor que más similitudes guarda con el estilo y la narrativa de Elena Ferrante, más que otros autores analizados, entre ellos Anita Raja.
"Yo no soy Elena Ferrante. Sería demasiado fácil ser ella por haber escrito 19 páginas en las que una mujer se lamenta", declaró el italiano a 'El País' sobre 'Ataduras'. ¿Y si está mintiendo? ¿Y si Ferrante son Starnone y Raja a cuatro manos? Este debate ha suscitado otros muy interesantes, como el derecho de los lectores a vivir un misterio literario al que no hay por qué dar respuesta, o quienes critican que no se respete el anonimato de la escritora y se dé por hecho que es un hombre. Pero esto es solo morbo. El mejor lugar para disfrutar de Ferrante son sus páginas. Y ahora, su serie de televisión.




Esta temporada inicial narra el comienzo de la improbable relación entre Lena (narradora de los libros) y Lila, dos niñas del extrarradio de Nápoles, en la posguerra italiana, en la década de los 40. Las diferentes pero duras condiciones familiares de ambas, así como el podrido entorno de intrigas y mafias de barrio en el que se crían, condicionará su amistad, pero también las decisiones que toman en su adolescencia, y que las marcarán para siempre. Los grandes retos de la adaptación han sido reproducir el dialecto del lugar y la época, así como el fichaje de las dos niñas y las dos jóvenes que dan la vida a las protagonistas en estas dos etapas vitales. Elisa del Genio, Ludovica Nasti, Margherita Mazzuco y Gaia Girace son las grandes valedoras de la serie, según todos los  críticos.



Y es que solo si has leído los libros entrarás en un guion que refleja a la perfección esta maravillosa amistad pero que en demasiados momentos adquiere un tono melodramático, prácticamente teatral, que arrugará la nariz de los noveles. Hay una escena concreta, que tiene lugar entre los balcones de un humilde barrio napolitano, que ejemplifica muy bien esa excesiva dramatización. Una intensidad extrema que por momentos juega en contra de la radiografía social que tan bien retrata Ferrante en sus libros. La sobreactuación de algunos personajes nos aleja en determinados momentos de las durísimas condiciones de una barriada en la que se impone la lucha de clases.


En contrapartida, la serie aprueba sobradamente en el punto más importante.
Describir la relación de amistad entre Lenù y Lila no era tarea fácil y, sin embargo, tanto en la elección de casting como en el relato, esta historia de amor consigue traspasar la pantalla y tocar de lleno al espectador prácticamente de la misma forma que logra la autora con su texto.
Esa competitividad, ese anhelo, esa admiración y dependencia mutuas quedan notablemente descritos gracias al trabajo de las dos actrices protagonistas y a un guion que no puede obviar las voces en off, mecanismo indispensable en esta ocasión para alcanzar el mismo efecto que la obra original.



El compositor Max Richter vuelve a dotar a una banda sonora de un papel preponderante, tal como hiciera con The Leftovers. Su música consigue dignificar algunos de esos pequeños momentos bochornosos y a su vez redondear los más bellos, como el que tiene lugar cuando las dos niñas traspasan el túnel que separa su barrio del mundo exterior. Es uno de los pasajes más hermosos del primer libro y uno de los que mejor define sus vaivenes de personalidad y la difícil relación que las mantiene unidas y separadas durante tanto tiempo.



A su vez, la serie mantiene el espíritu feminista de la obra literaria, más cercano a la realidad social que al panfleto. La dificultad de acceso a la educación de las mujeres en una época que solo les reservaba un puesto como amas de casa es una constante que marcará las conciencias de sus protagonistas. Mientras Lenù consigue tirar adelante con sus estudios, el talento innato de Lila queda interrumpido por la inercia de un hogar cuyas penurias económicas impiden pensar en algo más que no sea la supervivencia.



La amiga estupenda, por tanto, supone un buen punto de partida para una historia que todavía tiene muchos rincones que explorar. Veremos si la serie es capaz de adaptarse a las nuevas situaciones, a los nuevos personajes y, sobre todo, a una vida fuera del barrio que amplía horizontes y marca la distancia entre las protagonistas. Prueba de fuego para una trama que si consigue cautivar como los libros se convertirá en una de las más emotivas de la televisión.
Polvidal

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