La trinchera infinita
El triunvirato creativo perfecto
Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga si en Loreak se
centraban en realizar una obra intimista y en Handia apostaban por una fábula
visualmente arrebatadora y más ambiciosa, en La Trinchera Infinita nos sirven
un drama que recopila lo mejor de sus anteriores obras, incorporando al equipo
el talento en la escritura de Berdejo, guionista que hasta ahora se ha movido
principalmente con soltura por el cine de género, colaborando en los libretos
de Rec (2007) y [REC]3: Génesis (2013), o Insensibles (2012), un interesante
film de terror que se ambientaba en la Guerra Civil.
La película, a su vez, propone un mano a mano interpretativo
de altura entre Antonio de la Torre y Belén Cuesta, dos de los intérpretes más
prolíficos de nuestro cine en el último año.
Recuperar la Historia de un país a través del cine
La Trinchera Infinita es un drama ambientado en la Guerra
Civil española, nos acerca a una realidad poco conocida de aquella época, los «topos
«, personas pertenecientes al bando republicano, con mayor o menor afiliación
política, que pasaron hasta 38 años ocultos en sótanos u otras dependencias de
sus casas, para evitar ser descubiertos y capturados por los simpatizantes del
régimen franquista.
Resulta curioso y destacable que tras haber superado en los
últimos años aquella afirmación falsa de que «todas las películas españolas
tratan sobre la Guerra Civil», este año coincidan en cartel dos películas como
son ésta y Mientras dure la Guerra de Alejandro Amenábar que se meten de lleno
en el charco. Posiblemente no sea casualidad y algo tenga que ver el clima
político y social en que vive inmerso el país, siempre se ha dicho que el cine
es un reflejo de la sociedad en que vivimos.
La ventaja de acercarse ahora a nuestro pasado histórico, es
que lo hacen cineastas jóvenes y de una generación que no vivió directamente
aquello, por lo que pueden ofrecer una visión con la distancia adecuada a los
hechos narrados y a la vez que sea más cercana al descubrimiento que supone
para muchos espectadores el enfrentarse a su propia memoria histórica, tan
desconocida o sesgada para la mayoría.
El inexorable paso del tiempo
La Trinchera Infinita son 147 minutos de cine de verdad,
cine en mayúsculas. Rodada con escasez de personajes y escenarios, reflexiona
sobre el paso del tiempo y el miedo a la pérdida de la libertad individual,
incluso cuando físicamente se carece de ella y lo único que se puede conservar
es la dignidad de las ideas.
Opresiva y oscura, a ratos asfixiante, nos hace sentir esa
sensación de aislamiento que convierte la relación de sus protagonistas en una
cárcel en sí misma, fantásticos Antonio de la Torre y una Belén Cuesta de Goya
(atención a su pequeño y divertido monólogo sobre Franco). Un film desgarrador
que nos enfrenta a una parte olvidada de nuestro pasado reciente que servido en
formato de drama intimista utiliza el miedo como metáfora para reflexionar
sobre el rencor y la persecución ideológica que aún sigue carcomiendo y
deteriorando la convivencia en nuestra sociedad actual.
Conclusión
La Trinchera Infinita es una de las películas más
importantes que dará el cine español este año y será una de las que perdurarán
en la retina del espectador por mucho tiempo. Su importancia capital no se
reduce exclusivamente a sus muchos valores cinematográficos, sino a su valentía
en la exposición de unos hechos históricos poco conocidos. Seguro que los Goya
la recompensarán con creces.
Daniel Farriol
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