Mi primera experiencia como patrón de un 30 pies a vela,

 


Os sintetizo mi primera experiencia como patrón de un 30 pies a vela, concretamente un Bavaria 30 Cruiser, de alquiler.

 La travesía, de fin de semana durante los días 15-16 de agosto: La Manga-Tabarca-Santa Pola – Tabarca. Fui acompañado de la almiranta, ambos novatos con la vela, pero reputados tractoristas de pequeñas esloras.
Tras unas semanas de preparativos “sorpresa” por mi parte, desempolvando apuntes de navegación a vela, y tras adquirir y repasar una y otra vez unos muy buenos DVDs de “A Toda Vela”, reservo la referida embarcación con la empresa Yaquestay, con intención de dar una sorpresa a la almiranta. Ha sido un verano atípico, y necesitamos una pequeña aventura.
No me da miedo (sí respeto) mi falta de experiencia a vela: conozco la embarcación dado que hice prácticas en un 32 pies de la misma casa alemana tanto para el PER como para Patrón de Yate, y en caso de no poder soltar trapo con confianza, el motor no falla y lo conozco, así que al tema.

Llegamos a La Manga la tarde del viernes 14, abonamos el alquiler, repasamos la embarcación junto a Pepe (un tío muy majo), y hacemos noche en ella como primera toma de contacto…noche movida junto al canal de El Estacio, debido a que es uno de los fines de semana con mayor tráfico de embarcaciones en la zona. Yo caigo rendido enseguida…a la almiranta le cuesta un poco más, pues debe acostumbrarse a los ruidos y movimientos de un barco a la hora de dormir.
El sábado madrugamos para salir con la primera apertura del puente de El Estacio (08.00h), y así hacemos. Nada más doblar las obras de Puerto Mayor, ponemos proa a San Pedro del Pinatar, con intención de avanzar un poco costeando, desayunar, y ganar unas millas para salvar por tierra las jaulas de la piscifactoría. Tras un café bien caliente, subimos de revoluciones el motor hasta las 2000 vueltas…y primer problema: un traqueteo que no me gusta nada, así que aprovechando que había calma chicha: paramos motor y yo con gafas de bucear al agua. Mis sospechas se materializan en un buen trozo de cabo en el saildrive…nada que no se solucione en unos 10 minutos de brega con la leatherman y el brazo derecho bien raspado por el caracolillo del casco.

 

 

La almiranta frunce el ceño al verme subir con el brazo derecho magullado, pero esbozo una sonrisa acompañada de un “¡nos pasará de todo, hazte a la idea!” y seguimos la travesía a motor ante el poco viento, y de proa. Me moría de ganas de probar la navegación a vela, pero las predicciones no eran halagüeñas, sobre todo a partir de mediodía, por lo que prefiero no tentar a la suerte, fijar el piloto con la proa hacia Torrevieja, y avanzar a unos muy buenos 6 nudos de motor.

 
La mañana transcurre con tranquilidad, hace sol y una ligera brisa que hace de lo más cómoda la estancia en cubierta aun fuera del bimini.
Sobre las 12 de la mañana comienza a arreciar el viento…10…12…14…16…18 nudos, esto me gusta menos, pero claro, no es lo mismo mi tractor de 5m de eslora y 30 años que este Bavaria de 10 metros: el paso por ola de la embarcación es perfecto, rítmico y elegante. No será el mejor velero del mundo quizá, pero para un novato como yo en este tipo de embarcaciones, ¡es la leche!.
Continúa refrescando, la mar, de proa, se llena de borregos poco a poco…desde que dejamos por el través Santa Pola, y hasta Tabarca, rachas de algo más de 20 nudos, pero el barco avanza sin problema. No hay mar de fondo, y la que se levanta por el viento no es problema de momento para este barco.


Sobre las 14.30 aprox llegamos a Tabarca. El fondeadero sur está colapsado…me cuesta encontrar un lugar para probar fondearnos, pues desconozco cómo se comportará la embarcación una vez pare motores, cuan amplio describirá el borneo, y con qué facilidad pondrá proa al viento si este rola…por otro lado, no quería probar suerte sobre la pradera de Posidonia oceanica. Tras unos minutos de incertidumbre, aprovecho que una embarcación se retira para cubrir su lugar, conecto molinete…¡y ahí va el ancla!. Tras unos minutos en proa para ajustar el fondeo, la embarcación vira rápidamente, emproa viento y, ya estamos fondeados. Me retiro a popa para coger nuevamente las gafas de bucear y comprobar el fondeo…el agua está bastante movida y por desgracia no invita al baño. Antes de bajar al agua la almiranta confirma mis temores: estamos garreando. Me dirijo de nuevo a proa, largo más cadena para dar más peso al fondeo, controlando el posible círculo de borneo…no quiero jugarme abordar alguna de las otras embarcaciones. Por fin, la embarcación parece bien fondeada. No obstante a lo anterior, me lanzo al agua y veo sobre el fondo los metros de garreo…allá abajo, a unos 10m de profundidad, el ancla parecía esta vez firme, y sin llegar a la pradera de posidonia: perfecto.


Disfrutamos de un baño, rescato una receta de esta taberna para cocinar un arroz negro con calamares (¡riquísimo!...y el caldero de Santa Pola lo dejamos para futuras visitas en el "barco de la carne"), una pequeña siesta…pero el viento sigue arreciando. Nuestra primera idea era hacer noche en Tabarca, pero no me fío al ver lo inseguro del fondeo (¿quizá ancla de escaso tamaño/peso?). Decidimos pasar al plan “B” y retirarnos a Santa Pola.
Arrancamos motor y de nuevo en proa, ponemos el molinete en marcha y…¡patina!. Tanto que habíamos temido por el fondeo, y resulta que no podemos levantarlo. En vano intento tirar de la cadena, que no se mueve ni un solo cm. En ese momento sí se me cambia un poco la cara, y claro, la almiranta se preocupa. Le indico que se quede en proa, y me ayude con la maniobra: me propongo dar avante controlando el tiro del fondeo para no fastidiar ni la orza ni el saildrive, e intentar zafar el ancla. Tras unos minutos de incertidumbre volvemos a garrear, hace mucho viento, pero el ancla ya está libre. Regreso con rapidez a proa, pues unos bajos nos quedan a sotavento…tenemos tiempo y espacio de sobra, pero no podemos dormirnos en los laureles. Acciono el molinete…y sigue patinando. Movido por el enfado y la impotencia agarro la cadena y poco a poco, levanto a mano el fondeo. Acabo muerto. Damos gas y dejamos Tabarca a popa. La travesía hasta Santa Pola con algo de movimiento (¡nuestra primera castaña!), pero la mar entra por la aleta de estribor y el barco responde. Nos reservamos el trapo para el domingo, con una previsión de menos viento (no queremos sorpresas).


Amarramos en Marina Miramar sobre las 20.30h. Las instalaciones una maravilla en comparación con las que frecuento (puerto deportivo de Mazarrón). El precio para nuestra eslora y para una noche, 40€. Tras una revitalizante ducha, nos vamos a cenar a un restaurante ya visitado en anteriores ocasiones: “Tinta Roja”. Muy buena relación calidad-precio.
Tras la cena, el paseo y unas copichuelas regresamos al barco. Noche plácida, y con un cielo despejado que se dejaba ver por la escotilla del camarote de proa: imposible no conciliar el sueño.

El domingo, tras abonar los consumos de la noche anterior, zarpamos a las 10.15h rumbo a casa…día muy bueno, pero con nubes hacia donde nos dirigimos. Aprovechamos para desayunar en cubierta, y tras ello, por fin sacamos trapo: al principio el Génova (¿navegar a la francesa lo llaman?), y cuando comienza el viento racheado del través, mayor arriba para estabilizar la embarcación: es una gozada.
Como en esta travesía nos tenía que pasar de todo: chubasco a la altura de Torevieja, y viento rolando de este a sur-sureste por la tarde. Llegamos a El Mojón sobre las 15.00h, recogemos el trapo y a motor nos dirigimos hacia El Estacio para entrar en la apertura de las 16h. Así lo hacemos.

 

 

Ya en el canal vemos nuestro amarre por estribor…pero dado que teníamos el alquiler hasta las 19h decidimos pasar a El Mar Menor, fondearnos para ordenar el pozo de anclas, y tomar el sol. El baño no fue el mejor de mi vida, pero bueno, es el Mar Menor (mucha materia en suspensión, y agua casi a 30 grados). A las 18.30 amarramos, entregamos la embarcación, relatamos nuestra pequeña aventura, enseñamos el trofeo (cabo liado del saildrive)…y por las molestias, y ahorro de grúa/buzo para solucionar el problema, nos hacen precio especial por el combustible (¡eso es tener vista!). Le comento a Pepe los “problemillas” identificados: el wc no va todo lo fino que debería y hay que bombear con sumo cuidado, el molinete del ancla patina…y poco más. Nos dice que le consta todo, y que agradece nuestras indicaciones.

En definitiva, una muy buena experiencia que nos deja buen sabor de boca. Supimos afrontar los imprevistos que surgieron, pudimos navegar a motor, vela, motor y vela, hicimos vida a bordo, algo de turismo, navegamos con calma chica, vientos racheados, a pleno sol, con lluvia…ya nos planteamos, a futuro y tras adquirir algo más de experiencia, visitar las pitiusas.


 

(C) Asen 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Haikus de Muerte

Pakt (El pacto)

70 Binladens