Igualito que tu abuelo
Lola me volvía loco cada vez que la veía pasar por mi calle con su falda vaporosa y su camiseta ajustada. Pero nunca me atreví a decirle nada. Temía quemarme con el fuego de su mirada. Mi timidez reprimía cualquier intento de acercarme a ella… Mi timidez y también mi madre, que me daba un golpe en el cogote cada vez que me sorprendía mirándola.
-Hijo, esa chica no te conviene. Más te vale fijarte en otra, porque ésa tiene demasiada experiencia para ti.
Es cierto que cada vez que la veía iba acompañada por un chico diferente y los comentarios sobre ella en el pueblo eran muy explícitos. A mí no me importaba; al contrario, me gustaban su alegría, sus ganas de disfrutar la vida, su libertad… por eso no podía evitarlo y mis ojos se escapaban tras ella siempre que me la cruzaba.
Tardé años en atreverme. Bueno, para ser sincero, Lola se atrevió y yo sólo me dejé llevar por su pasión. Era tanto lo que me daba, que me enamoré perdidamente de ella. Mi madre se llevó un gran disgusto cuando me vio llegar con Lola de la mano. Con una mueca de desagrado sólo me dijo: “Ay, hijo, me saliste igualito a tu abuelo!!...".
Porque mi abuelo había sido el quebradero de cabeza de la familia por su vida licenciosa. Dos de mis tíos eran hijos de puta, literalmente. Y él nunca ocultó sus amores con aquellas mujeres de tan mala reputación, que lo mantenían en una constante doble vida, pero siempre sonriente y feliz. No sé si me parezco a él. Lo que sí sé es que sus últimas palabras se me grabaron a fuego en el corazón. Agonizante, recuperó el brillo y la picardía de la mirada por un instante y me dijo: “Hijo, recuerda siempre: buen sexo con amor se paga”.
Alís
http://micajonde-sastre.blogspot.com/
-Hijo, esa chica no te conviene. Más te vale fijarte en otra, porque ésa tiene demasiada experiencia para ti.
Es cierto que cada vez que la veía iba acompañada por un chico diferente y los comentarios sobre ella en el pueblo eran muy explícitos. A mí no me importaba; al contrario, me gustaban su alegría, sus ganas de disfrutar la vida, su libertad… por eso no podía evitarlo y mis ojos se escapaban tras ella siempre que me la cruzaba.
Tardé años en atreverme. Bueno, para ser sincero, Lola se atrevió y yo sólo me dejé llevar por su pasión. Era tanto lo que me daba, que me enamoré perdidamente de ella. Mi madre se llevó un gran disgusto cuando me vio llegar con Lola de la mano. Con una mueca de desagrado sólo me dijo: “Ay, hijo, me saliste igualito a tu abuelo!!...".
Porque mi abuelo había sido el quebradero de cabeza de la familia por su vida licenciosa. Dos de mis tíos eran hijos de puta, literalmente. Y él nunca ocultó sus amores con aquellas mujeres de tan mala reputación, que lo mantenían en una constante doble vida, pero siempre sonriente y feliz. No sé si me parezco a él. Lo que sí sé es que sus últimas palabras se me grabaron a fuego en el corazón. Agonizante, recuperó el brillo y la picardía de la mirada por un instante y me dijo: “Hijo, recuerda siempre: buen sexo con amor se paga”.
Alís
http://micajonde-sastre.blogspot.com/
Gracias, Angel. Me sorprendió.
ResponderEliminarUn beso.
"Buen sexo con amor se paga". Muy bueno!!!
ResponderEliminarMe gustó este relato.
Un abrazo Alis y otro para ti Angel
jajaja...creo que estoy de acuerdo!
ResponderEliminarun abrazo
Alis, Merce y Mary...me encanta que os guste a la tres.
ResponderEliminarBuen sexo, con amor se paga......ni mas , pero tampoco menos.
besos desde el sur.