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Mostrando entradas de julio, 2010
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Un viaje más

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Hizo la maleta como otras tantas veces Puso lo imprescindible El interfono sonó el taxi estaba en la puerta Cogió la maleta, su porta folios Y se dirigió hacia el aeropuerto En la puerta de embarque la esperaba su jefe Con misma mirada de reproche Nada mas subir al avión empezó a redactarle Aquellas cartas interminables ella se evadía soñando en que algún día podría ser Ser ella la que redactara las cartas París ciudad de la luz Que poco podía imaginar que aquel viaje cambiaria su vida Que todo lo que anhelaba podía cumplirse Se dirigieron a las oficinas centrales Al salir de ascensor, sin darse cuenta tropezó con el Quien era? no lo había visto nunca. Mientras recogían del suelo los folios Cruzaron las miradas Y en aquel mismo instante algo cambio ¿Quien era el? Por fin llego al hotel Le apetecía un baño y quedarse dormida Con la única compañía de aquel viejo televisor En recepción le entregaron una nota Te espero en el bar del hotel De aquí en una hora Firmado John Por Inki http://in

La infundada sensibilidad de los carteros

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A través del agujero de la cerradura pudo ver el zaguán, de unos tres metros de longitud, y sobre el final la puerta cancel. Detrás del cristal de la puerta cancel se adivinaba la figura de un hombre sentado a la mesa tomando mate. El empleado del correo golpeó la puerta algunas veces, y volvió a husmear por el agujero de la cerradura que amablemente le permitía vislumbrar lo que ocurría adentro de esa porción de la casa. Vio que el hombre seguía tomando la infusión. La carta en la mano esperaba. El cartero golpeó con más fuerza, y al volver a mirar por el agujero de la cerradura vio que el hombre se había levantado y abría la puerta cancel. Entonces apartó el ojo y se irguió. Luego colocó ambas manos detrás de su cintura y dobló el cuerpo hacía atrás, desperezándose. Se enderezó, tomó la correa y giró el bolso que traía terciado a la espalda, justo cuando se abría la puerta. El hombre lo miró a los ojos: –Buenas tardes. –Buenas. –Le traigo una carta. –Léamela. –¿Cómo dice, señor? –Que