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Mostrando entradas de agosto, 2022

Alcarrás

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  Carta de amor "als pagesos" y a la infancia Carla Simón sorprendió a propios y a extraños hace ya cinco años con su "Estiu 1993", película que la colocó en la mayoría de listas de directoras jóvenes, con muchísimo talento, a las que seguir la pista dentro del panorama nacional. Ahora nos trae su nueva película, Alcarràs, donde creo que demuestra que la jovencísima directora catalana es una completa realidad ya a día de hoy y que está más que lista para traspasar todas las fronteras que se le pongan por delante (como bien demuestra el oso de Berlín que ganó, dicho sea de paso). En mi opinión, Alcarràs es la demostración del perfeccionamiento de la misma fórmula que ya usó en Estiu 1993 elevándola a la enésima potencia. Carla, que escribe y dirige, vuelve a contarnos una historia con claro aroma a recuerdo de su infancia (Apostaría que su alter ego dentro de la cinta es Mariona) y cuya historia versa sobre ese mundo rural que está condenado a desaparecer para caer e

Por qué nos cuesta tanto olvidar a Mecano

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El tiempo pasa hasta para las frases hechas. Téngalo en cuenta la próxima vez que evoque la España de hace 40 años. El cliché ha venido sirviendo para describir un país tardofranquista con el tránsito a la democracia pendiente. Pero (¡sorpresa!) los 40 años de 2022 no son los de 2012. El grupo Mecano.   De modo que la España de hace cuatro décadas es la de Naranjito, los 202 escaños de   Felipe González ,   Bailando   de Alaska y Los Pegamoides arrasando en las pistas y   Laberinto de pasiones   de   Almodóvar   concitando a los cinéfilos más curiosos en los Alphaville de Martín de los Heros.  1982 también fue el año del debut discográfico de Mecano. Las autoridades culturales han estado lentas. Si no llega a ser por   Juan Claudio de Ramón , aquí ni nos enteramos. La infancia de los nacidos en los 80 se formó musicalmente con el grupo de   Ana Torroja   y los hermanos   Nacho   y   José María Cano . Me gusta Mecano, qué le vamos a hacer. Me he preguntado muchas veces si eso sería así

Navegar con los antiguos en aguas de Sicilia: piratas, comedia griega y actrices desnudas

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Una playa siciliana, dos hombres y una certeza: se puede viajar en el tiempo navegando en velero Habíamos zarpado temprano con muy buen viento. Soplaba desde unos 60 grados a estribor del rumbo y con fuerza de unos quince nudos. Llevábamos la Génova, vela grande de proa, y la mayor plácidamente aplanadas. La navegación era dulce. Nos quedamos en silencio y parecía que se asentaba un rato propicio para estar con uno mismo, con el mar y con el viento. Sé que no todas las personas buscan el silencio y la introspección, y me digo que tal vez tenga que ver con la psicología de cada uno y que por eso es bueno respetar todos los estilos humanos. Pero, a decir verdad, no siempre logro convencerme. Cesare Pavese escribió: “La riqueza de la vida está hecha de recuerdos, olvidados”. Esa última palabra que escribió Pavese después de la coma, “olvidados”, figura toda la ambigüedad de la vida. Tenemos que recordar, porque sin nuestros recuerdos no tenemos nuestra historia, no somos. Hay, sin

Dos matrimonios sexagenarios que se lanzan a navegar un mes por el Tirreno

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Esto no es un guía de viaje. Tampoco un cuaderno de bitácora. A nuestro colaborador le pedimos una crónica de los días con sus noches, más de treinta, lanzado a navegar por aguas del Mediterráneo. No va solo. Lo acompañan su esposa y otro matrimonio amigo. Muy amigo. Todos superan las seis décadas y van a bordo de un velero de 14 metros. Los pensamientos, los lugares, las conversaciones, las copas de vino, las calas y las catedrales, las gaviotas y los delfines, los giros del viento y los golpes de ancla contra el fondo del mar son el aparejo de este relato. Crónica y experiencia propia. Esa mañana pensé en usar mi camisa preferida, la que compré en Ghana. Es fresca y muy colorida. Inconfundiblemente africana. La compré porque desde que la vi pensé que sería imposible no sentirse feliz vistiéndola. Y ésa era una tarde que pintaba para ser especialmente feliz. Hacía no más de una hora que habíamos atracado en uno de los puertos deportivos de Siracusa y ya estaba yo por entrar en su