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Mostrando entradas de octubre, 2016

Historias para no dormir

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La Chancillería de Granada guarda en una habitación, como si fuera una pieza de museo, el garrote vil que hasta hace pocos años se utilizaba para ajusticiar a los condenados.  En Granada ha habido varios verdugos. Sin embargo, dos han pasado a la historia: Lorenzo Huertas, ejecutor a finales del siglo XIX, más conocido como el ‘Maestro Lorenzo’ o el ‘cortacabezas’, y Bernardo Sánchez Bascuñana, el último, fallecido en 1972. La historia cuenta que los dos verdugos vestían de la misma manera cuando había que trabajar: con una capa negra y sombrero de ala ancha, y es así vestido como dicen que ha aparecido la extraña figura en la Real Chancillería. La aparición data de 1988, cuando una limpiadora del edificio presenció la aparición de una figura, sin rostro, pero ataviada con una capa negra y sombrero de ala ancha. Segundos después, la figura desapareció al final del pasillo, el pasillo donde se guarda, todavía, el garrote vil. La figura iba vestida con capa larga y somb

Historia de una pasión

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La meticulosidad. La sencillez que oculta los laberintos de una mente inquisitiva. Y ese pesimismo disimulado por su renuncia a lo sentimental. Está claro: si Emily Dickinson no hubiera existido, Terence Davies habría tenido que inventarla para tener un alma gemela. Tal vez esa sea la razón por la que el director de El largo día acaba, uno de los maestros de la autobiografía en imágenes, ha escogido una figura así, tan enclaustrada y tan poco dinámica, para su primer biopic y su tercer viaje a EE UU tras La biblia de neón y La casa de la alegría. Si la reina de los poetas estadounidenses nunca se desprendía del diccionario, de sus libros de botánica y de la métrica de los himnos protestantes, moldes que le ayudaban a encauzar su imaginación, Davies siempre sigue las huellas de esas ‘películas de mujeres’ (de Ophüls, de Wyler, de Lean) que, visionadas en compañía de su madre y sus hermanas, le permitieron salir vivo de la adolescencia. Y, en

Engrenages

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 Durante la celebración de Madrid Imagen, este año centrado y dedicado a las series de ficción, se nos presentó “Engrenages”, serie francesa que centra su argumento en mostrar como se vive la ley y la justicia en el corazón del Palacio de Justicia de París. En su trama vemos a un joven sustituto del fiscal, humano e implicado y que actúa como personaje principal, a un juez de instrucción firme e incorruptible, a una abogada tan guapa como ambiciosa y una joven policía reconocida por su profesionalidad, quienes episodio a episodio nos descubren las dos caras de la justicia y el poder. Aunque la serie comenzó a emitirse en Canal+ Francia en el año 2005, hay que subrayar que nunca se ha emitido en nuestro país, por lo que su “estreno” y participación en el festival estaba enmarcada en la invitación del país galo a esta edición. Es por ello que también se presentaron otras series como “Mafiosa” de Hugues Pagan en donde se describe el modus operandi de las mafias mediterrá

Le bureau des Légendes

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Eric Rochant aime bien les histoires d’amour. Il aime aussi les histoires d’espionnage, le jeu des ombres et celui des apparences. Mais ce qu’il aime surtout, c’est ouvrir ces petites boîtes à secrets qui renferment l’existence de chacun de nous. Il y a une forme de continuité entre Möbius (2013), le film mettant en scène Jean Dujardin et Cécile de France, et Le Bureau des Légendes, nouvelle création originale de Canal+ dont la diffusion débute lundi pour dix épisodes de 52 minutes. Dans un récent entretien, Mathieu Kassovitz, qui tient le rôle principal, estimait que cette première saison était « à la hauteur des productions américaines« . Après avoir vu les sept premiers chapitres, on a envie de le croire. Le Bureau des Légendes se tient dans les coulisses du renseignement français. Il est cet endroit où l’on invente des vies, on fabrique des existences, on construit des passés, on forge des personnalités et on met au point des manipulations. Il est la partie invisi

La chica del tren

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Tate Taylor se ha atrevido con la inevitable adaptación al cine de La chica del tren, la novela escrita por la británica Paula Hawkins que ha sido el mayor éxito editorial de los últimos tiempos en todo el mundo. Se trata del cuarto largometraje que este director estadounidense ha realizado hasta la fecha, por lo que aún tiene mucho que demostrar al público y a la industria cinematográfica como cineasta, si eso le es posible. Comenzó malamente con la insulsa comedia Pretty Ugly People (2008), pero luego pudo redimirse con la que continúa siendo su mejor película hasta la fecha, la conmovedora, a veces dura o divertida pero siempre gratificante The Help (2011), basada además en la novela de su íntima amiga Kathryn Stockett. Después quiso entregarnos un biopic inusual del cantante James Brown con Get on Up (2014), pero le salió algo desangelado y superficial. Y ahora nos trae La chica del tren, una intriga que le ha servido para remontar sin colocarse, desde luego, en la dig

Elle

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Ningún crítico medianamente serio debería confesar algo así, pero desde que supe que Paul Verhoeven es el único director que de hecho asistió a la gala para recoger su premio Razzie al Peor Director (Showgirls), creo que algo cambió sustancialmente en mi forma de leer sus películas. Ese gesto llevaba implícita la socarronería y el fair play de un cineasta capaz de no tomarse en serio a sí mismo, de sumergir en sus propuestas la sonrisa del que sabe que está por encima de aquello que sus películas generan (y la polémica siempre le ha rodeado, desde Delicias turcas hasta Elle), de acaso un provocador con alma de filósofo y de un abanderado feminista con mirada profundamente masculina. Verhoeven representa el posmodernismo como ningún otro autor lo ha representado: la visión lúdica del relato que se subvierte a sí mismo, de modo que la lectura distanciada (intelectual) de sus películas siempre está más cerca de lo que realmente quiere decirnos que la reacción visceral y emocional a