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Mostrando entradas de agosto, 2018

El amante doble

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LOS GEMELOS CANÍBALES A través de unos prismáticos, alguien está observando a la protagonista de la película. Camina sobre la arena, bañada por las olas, hacia una tensa toalla sobre la que escurrirá, una vez sentada, su cobrizo cabello. La chica mira de forma agitada hacia los lados, como cuando aprovechamos que no viene ningún coche por la calzada para cruzarla, aun sabiendo que el semáforo sigue en rojo para nosotros. Parece estar a punto de trasgredir alguna regla, termina por quitarse la parte de arriba de su bikini, al mismo tiempo que la respiración del voyeur, aún escondido tras los anteojos, se fortalece. Es el comienzo de ‘Bella y bonita’ (François Ozon, 2013), una invitación a la inmoralidad, la prostitución como alternativa libre, a través de las cuatro estaciones de una joven Marine Vacth durante sus diecisiete años. Cuatro años después, François Ozon nos trae de nuevo a la protagonista en lo que podría ser la continuación de su personaje tras el primer trabajo c

Sin identidad

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Es una buena serie. Con un gran reparto y cada vez me doy más cuenta de la buena cantidad de actores españoles buenos de este país. Esté España en crisis, la calidad está ahí, no todo se queda en Banderas, Bardem y cia. Hay algo más: desde Jordi Rebellón que ya me gustaba cuando era aquel médico antipático de "Hospital Central" (2000), a Lydia Bosch, que últimamente se había perdido un poco del mundo de la interpretación con tantos líos legales y no legales que la pusieron en el candelero de la mierda de programas de Telecinco hasta, por supuesto, el descubrimiento de Megan Montaner. Salvo que la ficción de Antena 3, producida por Diagonal TV, se hace un lío con las fechas, no es una mala serie. "Sin identidad" parece subirse a la ola de la popularidad alcanzada por el escándalo de los niños robados, partiendo de esta base, pero en el fondo, es sólo un punto de salida (hay otro, que es el atentado del 11 S, en una trama paralela que no tiene mucho reco

Los gustos y los colores

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Los gustos y los colores intenta trascender, a partir del humor y cierta contenida irreverencia, tanto las viejas etiquetas de un mundo conservador como las nuevas impuestas por cierta corrección política. En ese camino, logra un retrato divertido de algunos malentendidos y situaciones equívocas, suelta algunos buenos chistes en el momento justo, y sostiene la empatía con la protagonista gracias a esa expresión entre terrible e irritante de Sarah Stern. Sin embargo, a medida que arriba al final, la guionista y directora Myriam Aziza (de la que se conoció su ópera prima, La robe du soir , en el Bafici 2010) parece empantanarse en algunas resoluciones, a las que define con cierta complacencia y descuido. Pero vayamos al principio. Simone (Stern) no está demasiado segura de ninguna de las definiciones que marcan su vida. Ni la de ser judía, ni la de ser ejecutiva de cuentas en un banco ("la promesa de la joven banca francesa", como la llama su padre), ni la de ser

La desaparición de Stephanie Mailer

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Durante mucho tiempo, se menospreció la novela policíaca como un género menor que sólo obedecía al propósito de entretener a un público poco exigente. Hoy es difícil mantener ese punto de vista. Los cuentos policiales de Poe, Chesterton, Wilkie Collins o incluso Faulkner, que hizo deslumbrantes incursiones en el género, refutan contundentemente los intentos de escarnecer o minimizar la importancia de una intriga bien urdida que obliga a sus personajes a enfrentarse con la perplejidad, la impotencia, la muerte, el deseo, la ambición o el miedo. Joël Dicker (Ginebra, 1985) ya había demostrado su talento con Los últimos días de nuestros padres (2014) y La verdad sobre el caso Harry Quebert (2013), que obtuvo un éxito colosal. Con La desaparición de Stephanie Mailer confirma su destreza para inventar historias absorbentes y crear personajes que oscilan entre la ferocidad y la ternura, la corrupción y la honestidad, la dignidad y el ridículo. Nada es lo que parece. Casi

Paula (La historia real de Paula Becker)

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Retrato de una emancipación artística y personal. La historia real de Paula Becker, una artista extraordinaria adelantada a su tiempo que soñó con la libertad y el éxito en una sociedad de principios del siglo XX encorsetada a unas normas muy rudimentarias sobre la emancipación, da el nombre a la película alemana, Paula, dirigida por Christian Schwochow. A principios del siglo XX, fundamentalmente en la Alemania rural, “las mujeres no pueden llegar a ser nunca pintoras”, según aduce el padre de Paula al inicio de la película, considerando una pérdida de tiempo y dinero, el deseo de su hija por dedicarse a tal disciplina, a la que no ve ningún futuro, no obstante, ante el empeño de Paula, accede a que estudie en una colonia de artistas de Worpswede bajo la dirección de Fritz Mackensen (Nicki von Tempelhoff). Una vez allí, la joven pintora se enfrenta a una comunidad artística que menosprecia e infravalora los dotes creativos de las mujeres. Parece ser que tener hijos era e