Narradora aterrada

Se despertó sobresaltado. Abrió un ojo, mientras frotaba el otro con auténtica fruición, aunque desde mi trinchera de narradora, que se limita a observar con esmero, para después poder contar con la mayor precisión, creo que el gesto encerraba auténtica saña. Como si deseara alejar una pesadilla. Tenía que ser muy temprano porque no entraba ninguna claridad a través de la persiana de su cuarto. Extendío su brazo derecho y palpó el lado opuesto de la cama para encontrarse con un espacio vacío, de sábanas ásperas y arrugadas. ¿Por qué había hecho tal cosa?, se preguntó. Volvió a restregarse con fuerza los ojos y respiró profundamente mientras estiraba todos los músculos. Poco a poco comenzaron a llegarle imágenes, empezando por aquella joven del bar, Silvia creía recordar que se llamaba. La había invitado a dormir en su casa que estaba cerca, con la feliz ocurrencia de que se habían pasado con la bebida y que mejor sería no conducir. El bus les dejaría en la puerta y mañana, con el recor...