Perlas negras.

Sus ojos brillaban como dos perlas negras a la luz de la luna ¿De donde había salido toda esa luz? El blanco de su cara, ese que tanto me gustaba criticar dado mi cariño hacia el calor del sol, hacía de lienzo para una mirada que me partía en dos. Un cerquillo curvo apenas dejaba ver sus cejas levantadas, era un gesto de entre sorpresa y alegría que me miraba con los ojos muy abiertos. Evité el sobresalto, yo estaba pero a la vez no estaba ahí ¿Qué estaba pasando? Me perdí en su pelo, elegantemente peinado hacia atrás. Un broche con forma de óvalo lo abrazaba y resguardaba, como con miedo a dejar esa oscuridad inundar la habitación. ¿Había una habitación? ¿Por qué de repente no hay nada? Lo veía caer como una suave caricia de tinta que enmarcaba su dibujo y recorriendo ese marco fue que el reflejo plateado del borde de uno de sus pendientes me gritó. Tenía una forma muy parecida a la del broche, un óvalo prolijamente decorado con trisqueles, aunque éstos eran cinco y bastante más...