EL SARAO

El Saab devora los kilómetros de autovía a una velocidad que supera el límite establecido, algo inusual, teniendo en cuenta que es ella quien conduce. El tipo que va sentado a su lado la mira preocupado, no por lo que marca la aguja, si condujera él irían a la misma velocidad, pero sí porque, desde que lo ha recogido en su casa, la nota nerviosa, seria, inquieta y sobre todo taciturna y eso en una mujer como ella, es un signo evidente que algo no marcha como debiera. El tipo no dice nada, porque siempre ha sido muy respetuoso con los silencios ajenos y porque sabe que, sea lo que sea, aquello que preocupa a la mujer, nada tiene que ver con él, de lo contrario ella ya se lo hubiese hecho saber, la morena no es de las que dejan que los reproches se envenenen. Poco antes de llegar a la finca, un lugar con denominación equina, la conductora hace “clik” y el coche se descapota. El tipo no entiende la decisión, es temprano, ni siquiera es media mañana, sin embargo hace un cal...