El infierno del odio
Un hombre de negocios a punto de hacerse con
la empresa de zapatos en la que trabaja sufre el secuestro del hijo de
su chófer. Sería más lógico que secuestraran a su hijo, sí, y esa era la
intención del secuestrador, pero se confunde de crío porque el hijo del
ejecutivo se había cambiado la ropa con el hijo del chófer cuando
jugaban a indios y vaqueros. Esta confusión es el eje sobre el que gira
la primera hora de la película. Y este error es una maniobra genial del
guión. De esta manera se coloca a Gondo, que así se llama nuestro
ejecutivo, en la posición más angustiosa posible. Tiene que decidir si
paga 30 millones de yenes que lleva ahorrando durante toda su vida y que
servirán para comprar las acciones de la empresa o pagar el rescate y
enfrentarse a la bancarrota. Si el secuestrado hubiera sido el hijo,
seguramente el directivo no tendría dudas: pagaría. Pero es el hijo de
su chófer y se ve no sólo asaltado por sus dudas internas sino también
por las presiones de su esposa y del propio conductor, absolutamente
desencajado por la situación. Y el espectador no hace más que
preguntarse qué haría él por el hijo de un vecino o de un compañero.
El chantaje pone de manifiesto todo tipo de tensiones: de Gondo con su esposa, su chófer, sus "compañeros" del Consejo de Administración y hasta con la Policía. Cuando nuestro hombre de las finanzas toma una decisión da paso a una segunda parte basada en la investigación policial. Aquí Gondo ya es un secundario que se recuerda de cuando en cuando y ganan fuerza los detalles del trabajo de los agentes. Todo ello con un ritmo frenético poco frecuente en el cine japonés y del oriental en general pero que hace que la película se pase volando y además se haga entretenidísima.
La película tiene un tramo final muy sesentero, con escenas de discoteca, japos a la moda y una banda sonora de la época. Se aprecia también un recuerdo del cine negro americano en la parte de la investigación policial: los coches, la ropa, las gafas de sol, el personaje de Bosun y esa manera tan peculiar de empuñar las pistolas una cuarta por encima de la cintura. Si todo eso lo hace un tipo que brillaba por hacer películas de samurais, uno sólo puede aplaudir.
El chantaje pone de manifiesto todo tipo de tensiones: de Gondo con su esposa, su chófer, sus "compañeros" del Consejo de Administración y hasta con la Policía. Cuando nuestro hombre de las finanzas toma una decisión da paso a una segunda parte basada en la investigación policial. Aquí Gondo ya es un secundario que se recuerda de cuando en cuando y ganan fuerza los detalles del trabajo de los agentes. Todo ello con un ritmo frenético poco frecuente en el cine japonés y del oriental en general pero que hace que la película se pase volando y además se haga entretenidísima.
La película tiene un tramo final muy sesentero, con escenas de discoteca, japos a la moda y una banda sonora de la época. Se aprecia también un recuerdo del cine negro americano en la parte de la investigación policial: los coches, la ropa, las gafas de sol, el personaje de Bosun y esa manera tan peculiar de empuñar las pistolas una cuarta por encima de la cintura. Si todo eso lo hace un tipo que brillaba por hacer películas de samurais, uno sólo puede aplaudir.
Junto con "Sed de Mal" de Orson Welles, "El infierno del odio" es la
mejor película de género policíaco que se haya filmado jamás. Se podría
decir que la película tiene dos partes diferenciadas.
La primera es algo más que excelente. Es pura desesperación, la ruina o el hijo del chófer secuestrado. Hay que elegir, y no es fácil. La segunda se centra en la investigación. Hay que encontrar al secuestrador y tiene que pagar por ello. Lo mejor de esta parte es que te lo muestran todo, paso a paso, y no se dejan nada al azar. Todas las pistas que van obteniendo todos los policías son mostradas ante el público, y eso provoca una implicación absoluta del espectador.
Magníficamente realizado. Hay que quitarse el sombrero ante el gran Kurosawa. Para mí, junto con "Trono de Sangre", este es su film más destacado. Sus dos horas y veinte minutos merecen la pena, son para disfrutarlas.
La primera es algo más que excelente. Es pura desesperación, la ruina o el hijo del chófer secuestrado. Hay que elegir, y no es fácil. La segunda se centra en la investigación. Hay que encontrar al secuestrador y tiene que pagar por ello. Lo mejor de esta parte es que te lo muestran todo, paso a paso, y no se dejan nada al azar. Todas las pistas que van obteniendo todos los policías son mostradas ante el público, y eso provoca una implicación absoluta del espectador.
Magníficamente realizado. Hay que quitarse el sombrero ante el gran Kurosawa. Para mí, junto con "Trono de Sangre", este es su film más destacado. Sus dos horas y veinte minutos merecen la pena, son para disfrutarlas.
© Ferperavi
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