Merlí


 

Para muchos adolescentes puede ser su primer contacto con la Filosofía.

 

“Soy profe’ de instituto, de Filosofía, y me parece una basura esta serie porque es irreal”. 


 De acuerdo, querida o querido maestro. 


 Y, además, está llena de clichés, es un plagio de otras series y películas de instituto, especialmente de “Rebelión en las aulas”, que es un título ‘sagrado’, y, además, de Filosofía solo tiene un 7%.

 

En resumidas cuentas, críticas que no me sorprenden en absoluto. Porque, ¿qué serie o película histórica o que, simplemente, trate de médicos, fontaneros, fotógrafos o vete tú a saber qué gremio no ha sido puesta en entredicho porque no se ajusta a la realidad según los profesionales de cada ramo, ya sean historiadores, militares, médicos, barrenderos o mendigos de cajero automático y cartones por lecho?

 


Que Merli es algo así como una especie de caricatura nietzscheana antisocial, inmoral y cínica lo admito. Como también admito que una clase de instituto no es un club de la comedia donde los alumnos pugnan por escarnecer al profesor de turno mientras se besuquean con sus parejas o whatsappean ajenos a la realidad que los circunda. Aunque, de todo hay, ya que, no hace muchos años, compartí pupitre con adolescentes al sacarme un ciclo de grado medio y he sido testigo de situaciones similares.


Pero Merli, queridas detractoras y detractores de esta serie, con todos sus supuestos defectos, es algo más. Para muchos adolescentes, y también para muchos adultos, gracias a ese ápice, que tal vez no llegue siquiera a un 7% de Filosofía, puede suponer el primer contacto que van a tener con los peripatéticos, el Banquete de Platón, el mito de la caverna, el eterno retorno, las mónadas, y otros términos que, reconozcámoslo, no los oirán mencionar siquiera en un Sálvame de Lux, en una Isla de los famosos o cualquier otro engendro por el estilo.


 

Que el hecho de ver las tres temporadas no garantiza el aprobado ni aun de un control de primero de Bachillerato, es más que evidente. Pero, al menos, puede caber la posibilidad de que una chica o un chico, al oír aun de pasada en boca de Francesc Orella a esos personajes, teclee en su buscador de Google a Nietzsche, a Descartes, a Sócrates, a Kant y, quién sabe, de ahí a ver en el Youtube un vídeo sobre dichos personajes o, incluso, a comprar alguna obra para quienes piensen iniciarse en la Filosofía, como El gozo de pensar, de Margarita Fuster Maciá, solo puede haber un pequeño paso.

©Mesonikis

 

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