Como pez en el agua





 Cuando, en las primeras líneas de diálogo de una película, se menciona a Pasolini y, poco después, un gag se apoya en una canción de Renato Zero, este crítico no puede evitar sentirse en buenas manos, pese a la desconfianza que, en primera instancia, pueda provocar el uso escasamente refinado de ralentís y tomas en gran angular. Dirigida por Riccardo Milani, cineasta inédito en nuestro país que biografió a Domenico Mudugno para televisión, Como pez fuera del agua no invoca a Pasolini y Zero sin razón: la periferia, la vida en los suburbios sumida en la marginalidad, que uno afrontó desde el arte combativo y el otro en clave de kitsch melódico, centra esta heterodoxa comedia romántica presidida por la gráfica imagen que propone su contundente título original, según el cual un romance entre clases sociales irreconciliables duraría lo mismo que un gato en plena autopista.





Dos millones de espectadores en Italia avalan esta comedia que juega con el chocante encuentro entre el mundo de las personas ricas y las pobres. 
La Roma del centro pija e intelectual y la periferia vulgar y zafia.
Al igual que ocurría en "Adivina quién viene a cenar esta noche"  Giovanni (Antonio Albanese) descubre que su hija adolescente  Agnese (Alice Maselli) se ha enamorado completamente de Alessio (Simone de Bianchi), la cosa irá a peor cuando conoce a la madre Monica (Paola Cortellesi) ,a su familia y el barrio donde viven.


Como cualquier comedia italiana de este tipo, los personajes están exagerados para que te rias de esas diferencias abismales, así vemos cómo chocan la buena educación y el desorden, el susurro y el grito, la sonrisa discreta y la risa desencajada. Todo ello funciona gracias a unos intérpretes bastante buenos destacando sobre todo el carisma de Paola Cortellesi quien absorbe casi todo el peso del film.
Con un buen ritmo y buenos gags el director veterano Riccardo Milani lleva a buen puerto esta comedia sin muchas pretensiones, donde podemos extraer como la diferencia cultural en los dos niveles y la dificultad de integrarse puede llegar a salvarse conociéndose mejor, aceptándose como es cada persona y los valores que puede aportar.




Milani ha hecho una película que, como algunos recientes trabajos de Pif —La mafia sólo mata en verano (2013) y Amor a la siciliana (2016)—, Gianni di GregorioVacaciones de ferragosto (2008) y Gianni y las mujeres (2011)— y Ficarra & Picone —La hora del cambio (2017)—, parece tener plena conciencia de la gran tradición de la comedia crítica italiana. En Como pez fuera del agua, el miembro (progresista) de un Think Tank que desarrolla políticas sociales para la Unión Europea pondrá a prueba sus convicciones ideológicas cuando su hija adolescente se enamore de un chico de extrarradio, nacido en el seno de una familia singularmente desestructurada. 




Cuesta poco imaginarse a Alberto Sordi en ese papel principal, del mismo modo que es inevitable pensar en la gran composición que hubiese hecho Ugo Tognazzi del padre (preso) del muchacho. La comparación no es desfavorecedora: he aquí, pues, una comedia de rotundo éxito en taquilla, que no sólo se toma en serio a todos y cada uno de sus personajes —no hay caricaturas de trazo grueso, sino identidades (y razones)—, sino que sabe extraer una ficción compleja y no necesariamente complaciente de una realidad social conflictiva donde anti-europeísmo y conciencia social mantienen un pulso aparentemente irresoluble.
Jordi Costa

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