La virgen de agosto

Existe una larga (y hermosa) lista de contraposiciones en La virgen de agosto . El naturalismo de sus actores y la transparencia de su lenguaje contrasta con la cuidada y sensible estética de sus encuadres, fotografía y puesta en escena. Su canto a la vida, al mundo tal y como lo conocemos, su sencillez y su amor, en definitiva, por el realismo, contrasta con ciertos acontecimientos que hasta podrían catalogarse de fantásticos. La sencillez en los diálogos, las sinceras (y creíbles) conversaciones de los personajes, contrastan con determinadas frases inesperadamente tópicas, casi relamidas, de Eva. Toda la película es una conjunción de estímulos, la convivencia de conceptos contrapuestos, el agradable paseo por la vida que realiza un personaje que divaga entre lo caótico y lo centrado, la realidad y la fantasía, la madurez y la ingenuidad. La virgen de agosto es una partida de cero. Jonás Trueba regala a su protagonista la oportunidad de llenar su vida con el contenido que...