La abuela

 

 


Paco Plaza parece el único cineasta contemporáneo interesado en dignificar el cine de terror. Porque sus películas, respetando y siguiendo los cánones establecidos del género, los trascienden y va mucho más allá para conformar historias inolvidables con dobles y hasta triples lecturas, siempre respetando la inteligencia del espectador. Porque el cine de terror de Paco Plaza no está diseñado para adolescentes con ganas de gritar en la sala entre una nube de palomitas, sino que es infinitamente más profundo y complejo, destinado a un público adulto y maduro.

Siguiendo directamente la estela de “Verónica”, a la que “La abuela” debe mucho, Paco Plaza lo vuelve a hacer, vuelve a zambullirnos de cabeza en el abismo del deterioro mental ante situaciones extremas y juega con el espectador en cuanto a la lectura simple y superficial (una historia de fenómenos paranormales) u otra mucho más sutil y profunda (la narración de la pérdida de la razón cuando una situación sobrepasa con creces la resistencia humana de quien la tiene que vivir). Ocurre en ambas cintas y por eso son igual de sublimes.

El personaje de Almudena Amor tiene que vencer a tres tipos de miedo distintos: el miedo a una abuela demente tras un derrame cerebral que llega realmente a perturbarla a ella y de paso al espectador por su imprevisibilidad; el miedo a ella misma, a perder la juventud y a la decrepitud de la vejez cuando se ve a sí misma convirtiéndose en su abuela; el miedo a la casa de la abuela, a su entorno añejo, a su exceso de recuerdos que asfixian, a sus propias pertenencias de niña, a la claustrofobia del pasado, que siempre habita y se hace corpóreo en las casas de las abuelas.

Si en “Verónica” el as en la manga que la hacía inmortal se llamaba Sandra Escacena, en “La abuela” Almudena Amor nos regala una de las mejores interpretaciones de los últimos años. Esta chica que Fernando León de Aranoa nos descubrió como la inteligente becaria de “El buen patrón”, sostiene íntegramente esta obra maestra de Paco Plaza regalándonos un festival interpretativo de una magnitud muy pocas veces visto en una pantalla. Ella es el film y sobre ella gravita de principio a final. Almudena Amor es la más firme promesa de nuestro cine. Lo suyo no es de este mundo. Perfectamente secundada por la veterana Vera Valdez que, sin poder utilizar una sola palabra, con su rostro nos enternece o nos aterroriza en la misma escena, lo cual no es un mérito menor.

Son demasiados miedos para una joven de 24 años que comienza a triunfar en las pasarelas de París y que tiene que truncar su carrera para poder atender a su abuela dado que ella es el único familiar que le queda. Pero, sobre todo y por encima de todo, nos sumerge en el terror del cuidador. Ese miedo ingobernable que Fernando Franco utilizó para legarnos una obra maestra como “Morir” y que Paco Plaza recoge en clave de cine de género en “La abuela”. Porque si estar enfermo es una tortura, ser cuidadora no lo es menos y acaba afectando a cuerpo y mente.

Esa es la gran moraleja de esta obra maestra. Como en “Verónica”, yo me quedo con la lectura psiquiátrica y social, pero si buscas la fantástica, también la encontrarás, porque eso tiene esta joya poliédrica, que se beneficia de un fantástico guión del cineasta Carlos Vermut (me encanta el guiño de que en los carteles publicitarios de las calles el perfume que anuncia la protagonista se llame precisamente Magical Girl).
(C)Sergio Berbe

 

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