Código Emperador

 

 


Película tibia, fría donde nunca parece que pasa nada, nada más allá de una presentación de personajes y de 3 o 4 casos de corruptelas, más o menos facilonas flojas, algo etéreas que nunca llegan a rozar ni mucho menos rasgar la superficie de lo que debería de ser el problema concreto o la denuncia social que antaño se hizo desde nuestro cine.

Dónde quedaron aquellas películas de cuando gobernaba el PP como:

  • El reino 2018 (gobierno del PP),
  • El hombre de las mil caras (gobernaba el PP), y la genial
  • Cien años de perdón 2016 (gobernaba el PP) diciendo aquello Luis Tosar de a: " A Rita Barberá no le gustara la promoción".

Ahora no!, en vez de hacer una película sobre el mayor caso de corrupción es Europa "caso ERTE" andaluz, o las comisiones que han robado los sindicatos UGT o CCOO, o los tejemanejes que han hecho gente como Monedero, o maletines llenos de Oro que recoge todo un ministro del PSOE!, nos marcamos una película en un Madrid sin alma, en una ciudad que podría ser cualquiera, hablando de un futbolista, un tema de una "bomba absurda" y un político honrado; y de como "el Estado", que somos todos, lo corrompe para que el sistema siga funcionando.

 La bajeza moral del cine español es un hecho probado, el "mamporreo" con el PSOE y Podemos es y ha sido siempre cristalino y transparente, tal vez lo único nítido del cine patrio junto con sus subvenciones dobladas en gobiernos de izquierda, y por todo ello, no debería sorprenderme esta cinta, ni ninguna otra del mismo estilo, pero uno sigue creyendo en el buen hacer de los directores españoles esperando un imposible

Un trhiller farragoso e impersonal, en el que la trama y los personajes están al servicio de la tesis que implementa el guion: la de un estado profundo y todopoderoso que nos controla y nos manipula; que lo mismo tapa que fabrica trapos más que sucios, ya sea de jueces, políticos, futbolistas, actores, policías, fuerzas de seguridad, empresarios, cualquiera que tenga poder. Prácticamente todos los personajes son negativos (salvo la chica filipina humilde y trabajadora), marionetas más que protagonistas de su propia historia, por lo que es complicado conectar con ellos.

Tampoco hay tensión, porque no existe una trama como tal, más bien varias historias inconexas y complicadas de seguir, sin que existan tiempos muertos que ayuden a humanizar o a dramatizar la historia, a cambiar su ritmo, todo es demasiado monocorde.

El eterno debate entre el cine español y el americano, nos demuestra que a veces no sabemos valorar lo que tenemos. Y no será que no hay numerosas producciones mediocres en nuestro país- que las hay-, sino porque cuando nos encontramos con una historia interesante, profunda y con un mensaje tan poderoso, no sabemos valorarla.

Qué decir de Luis Tosar que no se haya dicho ya; el tío siempre cumple. Que está algo encasillado es algo palpable, tanto como que desempeña este tipo de papeles a la perfección. La trama es algo inconexa y confusa en su desarrollo, pero no lo suficiente para que pierdas el interés. De hecho, todo acaba teniendo sentido y en la segunda parte la película mejora.

El resto del reparto, a excepción de María Botto y Miguel Rellán, cumplen con dificultad haciendo gala, por desgracia una vez más en nuestro cine, de una declamación y dicción manifiestamente mejorables.

El tema de la corrupción es abordado de manera realista: la película muestra con crudeza los trapos sucios, intereses y juegos de poder de una sociedad podrida en todos los sectores (especialmente en las altas esferas). Un enfoque seguramente cercano a la realidad que asusta a la vez que plantea muchas cuestiones morales, y es plasmado de manera brillante en el film. Como dice uno de los protagonistas: " no hay nada peor que un político honrado", porque la corrupción y los trapos sucios -que son una lacra para las personas inocentes-, son recibidos como agua de mayo por la gente con poder, porque los pueden usar para chantajear a las personas involucradas, mientras los altos cargos se pelean por un trozo del pastel.

Está hecha con oficio, con una factura y un acabado más que correctos, con un ritmo fluido y con buenas interpretaciones (incluida la del siempre excelente Luis Tosar, aunque aquí se parece más a Tosar que de costumbre), por lo que consigue mantener la atención, pero dando la impresión de que asistimos a un prólogo interminable antes que a una historia viva.

En definitiva, una película algo amorfa, que se ve más o menos bien, que trata de trasmitir una idea, una realidad, pero lo hace sin emotividad.

© Enrevesado

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