La Juventud


Puedo entender que Sorrentino moleste. Su estilo es tan pomposo y arrogante que es más fácil que provoque rechazo que otra cosa, pero a mí, que me rindo ante su suntuosidad, consigue hechizarme. Tras el viaje que supone el visionado de “La Grande Bellezza” (2013), una visita a la mundanidad y una búsqueda de la belleza a través de la literatura, podríamos decir que “Youth” (2015) es la mirada atrás en el camino, y a la vez, la mirada al frente, hacia el vacío de incertidumbre al que nos aproximamos desde el momento exacto en el que llegamos a este mundo. El que mira, a través de unas grandes gafas color café, es un Michael Caine poseído por un viejo y afamado compositor de música clásica, Fred Ballinger, que se encuentra atascado en su propio presente, viviendo, según le cuenta él mismo al médico que lo chequea, empujado por la apatía, aterrado por lo que le espera más allá del lujoso hotel donde pasa sus vacaciones.
En ese mismo hotel se encuentra su amigo Mick, interpretado de manera maravillosa por Harvey Keitel. Mick es un experimentado director de cine, entusiasta a pesar de su edad, que está deseoso de realizar una última película que le sirva como testamento artístico. Para ello trabajará con un jóven grupo de guionistas y con la que ha sido su musa durante toda su carrera: Brenda Morel (Jane Fonda).
Ambos entablarán amistad con Jimmy Tree (Paul Dano), un actor talentoso, frustrado por el origen de su éxito (interpretar a un robot) que busca ansiosamente pulir los detalles que le permitan perfeccionar el próximo papel que tiene entre manos.
Fred y Mick dan largos paseos por los caminos que bordean los bosques alpinos, disfrutan de las lujosas instalaciones de un balneario exclusivo, y hablan sobre su pasado, su presente y su futuro mientras observan como desfila ante ellos una extravagante colección de personajes: una Miss Universo con una mente cultivada y esculpida en un cuerpo perfecto,

 un dios roto del fútbol (homenaje a Maradona) con Karl Marx tatuado a la espalda,

un monje que es capaz de elevarse sobre las inmundicias terrenales,

 una masajista que cree que no tiene nada que decir pero que es capaz de decirlo todo sin mover la boca,

una pareja de ancianos que se guarda odio en forma de silencio y un deseo sexual que sobrevive al tiempo, prostitutas poco agraciadas, un niño que aprende y una niña que enseña…
A través del ecosistema anteriormente descrito,  y gracias a una banda sonora y una fotografía sublimes, Sorrentino consigue mantenerme en todo momento en un estado de tensión emocional constante, abrumado por su imponente belleza, mostrando mediante una catarata de detalles la importancia de la amistad, el absurdo necesario que supone perseguir los sueños, la pesada carga de crecer sin olvidar o haber crecido y olvidado, fallar, morir. Desgarrador, por poner un ejemplo, el monólogo que se marca Rachel Weisz, interpretando a la hija de Fred, mientras destapa, rememorando su infancia, todos los fantasmas de su padre, dando rienda suelta a un arrebato de odio injustificado.

Además, todo esto se consigue mientras se homenajea a la música como creadora de nuevas emociones, al fútbol como absurdo magnífico y necesario, y sobre todo al cine, como ficción más allá del arte, como deseo puro y primero de trascender al papel de extras que nos ha tocado en esta vida.
Quizás no consiga ser tan redonda ni personal como “La Grande Bellezza”, donde a uno le resultaba más fácil identificarse con el irresistible personaje de Jep Gambardella mientras vagaba en su espiritual búsqueda por las calles de Roma. Sin embargo, en “Youth”, la complicidad se reparte entre los personajes y los momentos que éstos comparten, creando un goteo emotivo que acaba, más tarde o más temprano, inundando al espectador, hasta embargarlo por completo en el tercer acto.
El desenlace y lo que se extrae de él, duele. Duele y a la vez reconforta. Es difícil de explicar porque la película acaba conteniendo tanto que al intentar desmenuzarla se descompone en nuestras manos. Podría intentar relatar mis escenas favoritas, contaros por qué algunos planos me dejaban sin aliento, el motivo de que ciertos diálogos me emocionaran o la reflexión final con la que me quedo, pero no serviría de mucho, el arte es subjetivo. No se puede explicar “Youth” al igual que no se puede explicar la vida. Ambas hay que vivirlas.

elmurodedocsportello.wordpress.com



Comentarios

  1. Siento gran curiosidad por esta peli y nadie hablaba de ella. Gracias por la reseña. Creo que iré a "vivirla".
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Haikus de Muerte

Pakt (El pacto)

Detachment >>> Indiferencia >>> El Profesor