Dix pour cent ( Call my agent )




La serie francesa llega a COSMO con muchos invitados especiales y frescura


Si hablamos de series centradas en los agentes de actores, hay dos que enseguida vienen a la mente de cualquiera, Entourage y Paquita Salas. La primera se mueve en el glamour y las apariencias de Hollywood, mientras la segunda está en el día a día de una representante en horas bajas. Un poco en medio podríamos situar la tercera, la francesa Call My Agent, una comedia cuyos protagonistas son los agentes de las mayores estrellas del cine francés, pero retratados a través de una mirada muy cotidiana.



Eso es lo más destacable de la creación de Fanny Herrero, que estrenó este invierno COSMO.
La agencia ASK se codea con Isabelle Huppert y Juliet Binoche, pero sus empleados tienen comportamientos no demasiado diferentes de los de cualquier otra oficina: envidias, secretos, cotilleos, búsquedas de ascensos mediante métodos poco ortodoxos, maniobras desesperadas para no perder el trabajo… Lo que los distingue es que de ellos depende que, por ejemplo, una actriz francesa protagonice la nueva película de Quentin Tarantino.


El primer capítulo es un buen modelo de cómo presentar todo un mundo y a unos personajes con economía de recursos y eficacia. Los cuatro agentes principales de Call My Agent (el inseguro Gabriel, el tiburón Matthias, la veterana Arlette y la agresiva Andréa) se dibujan en cuatro pinceladas, y lo mismo ocurre con Camille, la chica nueva a través de la que nos introducimos en ASK.



La llegada de Camille a la agencia es nuestra puerta de entrada a la serie. Llega atraída por el oropel del cine, y porque acaba de mudarse a París y necesita trabajar (y por cierta situación familiar), y cumple la función de ser la novata que descubre de qué va todo al mismo tiempo que los espectadores. También demuestra que está preparada para medirse de igual a igual con el resto de los agentes, que deben encontrar la manera de tener contentos a sus clientes y conseguir buenos contratos que mantengan la posición de la empresa y sus ingresos, dos cosas que no siempre van de la mano.


Ese diez por ciento que se llevan de comisión (y que es el título original de la serie) ejemplifica la presión a la que están sometidos y la situación que Gabriel vive en el primer capítulo con Cécile de France es un buen ejemplo del tipo de serie que veremos. Llegan a establecer relaciones personales con sus clientes, lo que puede complicar mucho tomar decisiones de negocios, y cuando alguno sospecha que su compañero y rival está en una posición débil, intentará aprovecharse de ello.


Pero Call My Agent no tiene el tono a veces agresivo y cínico que podía tener Entourage, por ejemplo. Desmitifica las bambalinas del cine, pero procura darles humanidad.
Tampoco es una comedia de chistes. El humor llega por las situaciones y las reacciones de sus personajes a ellas, y se beneficia de que los actores invitados (que interpretan versiones ligeramente diferentes de sí mismos) están muy a favor de la serie. La historia de Cécile de France es una de las más clásicas de este tipo de ficciones, y funciona porque ella está entregada y la respuesta de su agente es perfectamente creíble.
Estructurada como una comedia romántica ligera y ágil, 10 pour cent desarrolla dos líneas argumentales, a menudo entrecruzadas. Una es la clásica soap opera de enredos sentimentales, crisis y dilemas empresariales que tuvo su cumbre grave e importante con Mad Men. La otra le da un brillo especial a esta serie y es la aparición en cada capítulo de un importante actor francés haciendo de sí mismo.


Los cuatro personajes centrales son interpretados por actores sencillamente brillantes. Andréa (la extraordinaria Camille Cottin) es una lesbiana con una sexualidad desinhibida y activa; Mathias (Thibault de Montalembert) hombre de mediana edad, ambicioso e insatisfecho con su vida; Gabriel (Grégory Montel), un simpático solterón, botarate y atolondrado, y Arlette (Liliane Rovère), una vieja actriz de éxito, ahora solitaria y acompañada de un perrito a quien llama "Jean Gabin".


Como en las buenas series norteamericanas, una gran selección de personajes secundarios da sostén e interés. Al comienzo, Camille (Fanny Sidney) la hija no reconocida de Mathias, se pone la serie al hombro, pero desde la mitad de la primera en adelante, será la desopilante asistente Noémie (Laure Calamy, reina del humor físico) la que se convierta más y más en protagonista. A lo largo de las tres temporadas, el asistente gay Hervé (Nicolas Maury), representa un pilar de la comicidad de la serie.
Las dinámicas internas de ASK son el motor de la serie. Ahí es donde van a verse los aspectos más mezquinos, ambiciosos, graciosos, humanos y reconocibles. Las estrellas que pasan por allí se presentan bajo la misma luz, una que no encumbra a quienes se mueven entre bambalinas, pero tampoco los critica de manera exagerada. Y logra aportar frescura al lado menos glamouroso de la vida de los actores, el de las negociaciones para firmar los contratos.
Marina Such

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