Taxi a Gibraltar
¿TE SABES EL CHISTE DE UN ANDALUZ,
UN ARGENTINO Y UNA
HISPANO-SUECA
SUBIDOS A UN TAXI?
Sin ceñirnos a las comparaciones con cierta franquicia gala
cuya trama gira alrededor de un taxista desquiciado al volante, no cabe negar
cierta conexión entre esta ocurrente road movie con acento andaluz -bueno, y
argentino- y tantísimas otras comedias de acción producidas por nuestro país
vecino. Aunque también es cierto que allí llevan practicando esta modalidad de
entretenimiento desde hace mucho más tiempo que nosotros, dotando al subgénero
de un grato tufo a adrenalina, garrulez genuinamente europea y puntuales
momentos de anarquía cómica. Puede que incluso Dani Rovira haya clavado, por
fin, su trabajo más inspirado como actor y, si bien sus arrebatos de energúmeno
impulsivo están a años luz de los exhibidos por Guillermo Toledo en 'Soberano,
El Rey Canalla' (2001, Miguel Bardem), deja una puerta abierta para pensar que
siempre habrá vida profesional más allá de las comedias románticas o los
superhéroes de cartón-piedra.
León, Diego y Sandra. Un taxista jodido y agobiado por las
deudas. Un estafador recién salido de prisión. Una joven sorda que está a punto
de casarse. La carretera crea extraños compañeros de viaje, y más si es para
echarle el guante a un cargamento de oro escondido en el peñón de Gibraltar.
Ingrid García-Jonsson, Dani Rovira y Joaquín Furriel interactúan bajo un
engranaje de gags tan engrasado como el de Elena Anaya, Antonio Resines y Jordi
Vilches en 'Dos tipos duros' (2003, Juan Moreno).
El personaje del argentino es la fuerza cómica de la
película y tanto su antagonista como el personaje femenino potencian su vis
cómica. Algunos diálogos son de una fuerza consistente hasta que la carcajada
se hace inevitable. Es una road movie, sin grandes pretensiones, con mucho buen
rollo. Solo ya por algunas de esas conversaciones la peli merece mucho la pena.
Evidentemente hay que dejarse llevar. Quitarse el disfraz de crítico y dejarse
engañar por el argentino, el director y lo que haga falta.
Con un poco de suerte, 'Taxi a Gibraltar' (2019, Alejo Flah)
será recordada algún día como esa película tonta, divertida y disfrutable en la
que Ingrid Jonsson demostró que, dentro de aquella actriz hispano-sueca con voz
nasal y acento indefinido entre Sevilla y Skellefteå, existe una prodigiosa y
descerebradísima actriz cómica que nada tiene que envidiarle a Kate McKinnon,
Rebel Wilson o Anna Faris. No diré que sea un total descubrimiento, porque hace
algunos años ya tuve la suerte de chocar con su vertiente más payasa en
'ÑeÑeÑe' (2014, Manuel Bartual), pero me alegra que ahora sea de dominio
público. Ojalá se prodigue más en el género.
Antonio López
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