Me apetece escribir, pero no tengo ganas de contar nada de mí, siempre hurgando en la herida. O sea, sí tengo ganas, pero me aguanto bastante. Me invento un personaje, absurdo y sin gancho, me levanto a preparar un café y mientras sale, intento cambiar el personaje, pero ya se ha metido en mí y me da pena echarlo. Sale el café, ya quedan pocos vasos limpios, vuelvo al ordenador y me siento y el personaje conoce a alguien, todavía con menos gancho, pero al menos están juntos. Me fumo un cigarro en la terraza y dejo la colilla en la maceta vacía. Vuelvo a los personajes, los leo y me parecen patéticos, pero sé que les voy a dejar salir, irremediablemente daré a publicar. Miro las estadísticas y veo que los domingos la gente no lee blogs, o no leen el mío o tendrán mejores cosas que hacer, o todo junto. Llega un mensaje pero es de venta directa y no ha ido al spam. Bajo y friego los vasos porque el lavaplatos está lleno, me fumo otro cigarro y quito las colillas del macetero. Le meto a m...