La roca


Dos agentes investigadores del gobierno francés desentrañaron hoy lo que es una de las mayores intrigas internacionales. Se presentaron pruebas en video frente a los tribunales de la ONU de que dos agentes de espionaje de Usa monitoreaban una computadora comuflajeada de roca del tamaño de una pelota de fútbol, se piensa que ambos agentes se hacían pasar por vagabundos de la zona, lo que no sabían es que una cámara oculta en el estacionamiento del edificio de la ONU en México los grabo, a uno de ellos en varias ocasiones hablando con la roca y a los juntos dos moviéndola de sitio se piensa que para raparla.

Melvin un solitario indigente, que había tenido una vida larga y satisfactoria, la muerte ya le pisaba los talones. Vaya que vivió bien, trabajo poco y descanso demasiado, el cansancio no lo consumió como sucede con todos, si no el colérico tiempo. Recordaba los viejos refugios en los cuales se hospedo, los callejones oscuros en los se ocultaba cuando no quería ser molestado, pero dentro de él siempre hubo algo más, algo que no pudo dejar atrás, una compleja vida pasada antes de ser un vagabundo.
Melvin cruzo el parque a zancadas cansadas en busca de un poco de sombra, se desdobló boca arriba en una banca, cubrió su rostro con un periódico y durmió su siesta, alrededor de las tres de la tarde despertó con la boca seca, la espalda húmeda, sus uñas pobladas de mugre cambiaron las paginas del periódico y justo a la mitad del un articulo acerca de los beneficios de la leche deslactozada, otra persona tomo asiento junto a el, le molestaban las interrupciones, tanto como no limpiarse después de terminar sus asuntos en el baño.
El sujeto cubierto de grasa le hablaba a una roca, él sujeto se agacho para cortar el césped que crecía alrededor de ella y levantarla para retirarle los bichos.
-Ves, que se siente mejor estar limpia, otro perro te ha vuelto a mear, por eso sabes, mañana voy a darte con la esponja.
Melvin continúo leyendo fingiendo no escucharlo.
-Parece que hoy te ha hecho compañía ese señor-miro a Melvin de soslayo- Ha pasado la tarde contigo... -Pego la piedra a su oído- Esta bien le preguntare como se llama -le hablo al pequeño muro de periódico que cubría el rostro del otro vagabundo- Oiga señor buenos días.
El anciano indigente ni siquiera tomo atención sabiendo que se dirigían directamente a él. Hasta que una mano bajo el periódico.
-¿Cómo esta señor? Mi nombre es Herbert. -Le extendió la mano.
-Hola, -respondió lentamente al saludo- si no le molesta estoy ocupado.
-No fue mi intención molestarlo, es sólo que mi amigo allá, desea conocerlo tal vez hasta invitarle un trago.
El desconocido al que le faltaban todos los dientes incisivos y el pulgar derecho apunto a la roca. Melvin miro la piedra inerte, la analizo por un segundo para cerciorarse de que se trataba de un objeto completamente inanimado.
-Su amigo no parece ser del tipo que le gusta tomarse un trago con desconocidos.
-Pero usted parece del tipo que acepta un trago cuando se lo invitan –Herbert le balbuceo algo al objeto inanimado, como si le hablara al oído.
En lo personal el dice que prefiere un café.
Joel reviso la piedra y se llevo la mano a la barbilla.
-Si ustedes pagan el café ésta bien -Melvin pensó en tomar ventaja de la situación.
-Déme una mano -tomo un extremo de la piedra- mi amigo es muy pesado para llevarlo yo solo.
Milton ( Mexico D.F.)

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