Top of the Lake: China Girl



La singular realizadora neozelandesa Jane Campion se mete de lleno en el medio televisivo para regalarnos con una serie de 7 capítulos en los que con el McGuffin de un thriller se esconde una dura reflexión sobre el machismo imperante en nuestra sociedad, tema recurrente en la filmografía de la directora, asimismo ella suele regalar el protagonismo a una mujer-heroina atormentada por un duro pasado y donde los hombres han marcado su vida para mal. El escenario es Top Lake (Queenstown en la isla Sur de Nueva Zelanda), villa remota con un bucólico lago, el pueblo natal de Robin Griffith (buena Elizabeth Moss), allí regresa de Sidney (Australia) después de varios años trabajando de detective policial, se fue al ser violada por varios hombres a los 15 años, llega a visitar a su madre con cáncer terminal, Jude Griffin (buena Robyn Nevin), es requerida por un antiguo amigo, el sargento Al Parker (buen David Wenham) para interrogar a Tui (gran Jacqueline Joe), Robin es experta en el abuso infantil, una adolescente de 12 años, que ha intentado suicidarse en el lago, tras un examen médico descubren que está embarazada eses, no quiere decir de quien, luego desaparece sin dejar rastro, la búsqueda para dar con ella da comienzo, con la dificultad de que Tui es hija de un cacique local, Matt Mitcham (gran Peter Mullan), vive en una casa con grandes medidas de seguridad y que en el sótano fábrica drogas con gente del pueblo, pueblo que tiene sometido, la búsqueda hará brotar viejos fantasmas y la degeneración soterrada en esta endogámica sociedad. Además se rencontrará con un viejo amor de la juventud, Johnno Mitcham (buen Thomas M. Wright), hijo del cacique.



A esta trama se le añade una más, la instalación a la orilla del lago de varios contenedores en los que residirán una comuna de mujeres maltratadas, comandadas por una mística gurú, GJ (sobreactuada Holly Hunter, alter ego de Jane Campion pues tiene un aspecto similar a ella), este lugar es reclamado por Matt.


La serie está escrita por Jane Campion y Gerard Lee, y dirigida por ella y Garth Davis, es una obra introspectiva y reflexiva, se hunde en el universo propio de la autora, es una mirada misógina a nuestro mundo, los hombres son los opresores que subyugan a la mujer, se aprovechan de ellas y cuando no les hacen falta las dan de lado o lo que es peor las maltratan cual bestias, es un fresco desolador de la condición masculina, trata sobre la inadaptación de la mujer al entorno machil, de su rebeldía, las mujeres de la serie son piezas de un puzle que no encajan, rodeadas de hombres violentos, humilladores, traicioneros, corruptos, y demás lindezas, en este contexto se nos habla de violaciones, incesto, pederastia, embarazo infantil, prevaleciendo la eterna lucha de sexos en un clima opresivo.


 Lake Top es un microcosmos sobre el que la realizadora arremete contra el hombre, lo retrata de modo cruento, malvado, poseedor de un instinto básico perverso, el líder del pueblo es Matt Mitcham, un desalmado que tiene multitud de hijos con las mujeres locales, sus personas de confianza son dos de sus salvajes retoños, Mark, Lucas y John, curiosamente los cuatro nombres de los evangelios (sutil crítica a la complacencia católica con el status quo barón?), no respetan a las mujeres, son meros objetos de usar y tirar, está la jovencita de 12 años asustada y preñada, está Robin que fue ultrajada sexualmente, el contrapunto es el campamento feminista creado por CG, un remanso de paz para el idealismo de la mujer, mujeres liberadas sexualmente, aunque por esta parte cojea demasiado.


El ritmo de la serie es sereno, a veces demasiado, quizás para que el halo de melancolía tenga mejor calado, pero esto hace estancarse en ciertos tramos el relato cayendo en ocasiones en la redundancia, teniendo la impresión al acabar cada episodio que no han pasado muchas cosas, a Jane le ha faltado capacidad de síntesis para hacer más sólido el resultado final. El increscendo dramático avanza lentamente, llegando a un final satisfactorio que cierra todos los cabos y que llena al espectador. El hilo conductor de la desaparición de Tui sirve para enfrentar a la protagonista con sus secretos del pasado, sirve para remover este submundo degradado moralmente, Campion lo hace construyendo personajes muy descritos, otorgándoles profundidad.


Los actores realizan un trabajo encomiable, Elizabeth Moss da vida de modo excelente a la frágil detective, personaje que vemos evolucionar desde la inseguridad hasta una gran fortaleza final, se ve reflejada en Tui, por ello está obsesionada con encontrarla, salvarla a ella puede ser salvarse a sí misma, resulta my creíble su dolor, su contención infunde realismo y vulnerabilidad, y una fuerte intensidad, estupenda, su llegada al proyecto supuso que la cadena ABC australiana lo abandonará por su condición de no austral. Su némesis es un Peter Mullan majestuoso como el pérfido Matt Mitcham, una impetuosa labor que derrocha carisma y personalidad, un rol que emana miedo, brutalidad, inteligencia, posee un dominio absoluto de la pantalla, visceral, avasallador, causa pavor con su aterradora voz ronca, una fuerza desatada de la naturaleza. David Wenham destila una sibilina ambigüedad, Thomas M. Wright compone al novio de Robin de correcto, tipo que repudia a su padre y que intenta recomponer su vida, Jacqueline Joe encarna de forma estremecedora a la frágil embarazada, su angustia espiritual nos llega, gran acierto su elección, Robyn Nevin como la madre a las puertas de la muerte resulta enternecedora. El gran lunar es Holly Hunter, una histriónica actuación que roza lo burlesco, con frases que anhelan ser lapidarias y van de lo inane a lo ridículo, es nada creíble, queda impostado, es un extraterrestre que nada le afecta, abraza la línea del esperpento.


Eso es una de las taras de la serie, se le añade el ritmo antes reseñado que discurre a trompiscones, lastrado por la subtrama del campamento fémino, un elemento artificioso que dilata el tempo narrativo, cada vez que aparece esta comuna el desarrollo se emponzoña, lo farragoso y lo artificioso se apodera de la pantalla, por supuesto con la guinda de esta iluminada matriarca que tiene todas las respuestas, una resabiada insoportable.



La puesta en escena es magnífica, un gran diseño de producción de de Fiona Crombie obsequiándonos con viviendas expresivas de sus dueños, y en lo salvaje trasladándonos a paisajes espectaculares, esto realzado por la bella fotografía de Adam Arkapaw (‘Animal Kingdom’), sabiendo mezclar los escenarios urbanitas con la portentosa naturaleza, ensalzando los bosques, montes y el lago, jugando con las tonalidades en los interiores como canalizador dramático, a esto se le suma una hermosa partitura musical de Mark Bradshaw, un delicioso y cuasi-etéreo score, combinando turbadoramente la guitarra y el piano (‘El Piano’, la obra cumbre de la Campion) para emitirnos sensaciones nostálgicas, encaja muy bien en el tono de la serie. De la serie fluyen unas cuantas buenas escenas, siendo la más importante por su calado y sentido alegórico una que se produce en el bosque en el último episodio (spoiler), es un compendio del mensaje Matriarcal de la realizadora. En conjunto una buena serie con algún altibajo ya descrito, un drama turbio que radiografía al machismo imperante. Fuerza y honor!!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Haikus de Muerte

Pakt (El pacto)

Detachment >>> Indiferencia >>> El Profesor