La última prueba


No sé como tuve fuerzas para arrastrar el cuerpo y cubrir el agujero. 
Nadia pesaba más de lo que su poca estatura y su delgadez hacían pensar, o quizás era yo, que a estas alturas estaba al borde del agotamiento. 
Aun así pude hacer el trabajo medianamente bien y hasta pensé clavar una cruz con su nombre sobre el montón de tierra que ahora era su tumba, al fin y al cabo ella se había portado muy bien conmigo y hasta se puede decir que en algún momento habíamos sido casi amigas.
No sentí remordimientos, ella habría hecho lo mismo, eran las reglas.
Me esperaba la fama y un millón de euros.
Lola Homar
http://algunashistoriasinventadas.blogspot.com/

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