El Reino


  

 La clase política y las cloacas


Brutal retrato de un político al que le echan del reino político, de la maquinaría, por filtrarse unas grabaciones comprometidas. He asistido al estreno y ha superado con creces mis expectativas. Bastante inspirado por la trama gurtel y los papeles de Barcenas, está acertado Sorogoyen porque lo aplica a toda la política, por eso se evitan nombres de partidos y personas, esto va del sistema en general podrido por dentro.


En mi opinión esta película es muy oportuna y será recordada mientras dure este sistema político, porque define los últimos 20 años de nuestra clase política en general, y aparte es un llamamiento, un sopapo de realidad para que no se nos olvide lo que son los políticos en su esfera más alta y lo que los ciudadanos no debemos hacer, comportarnos como ellos, la avaricia, la corrupción.


Sorogoyen recuerda al Scorsese más vibrante, con ese ritmo ágil y planos secuencia desde atrás del protagonista, no te suelta ni un segundo. La cámara se mueve con mucho sentido, es una cámara fría, repleta de primerísimos planos que funcionan muy bien en las conversaciones, que son el hilo conductor de la trama. Cuando la peli se va desarrollando poco a poco va tomando más forma de thriller, con esa atmósfera, iluminación de tonos lúgubres.


La música en un tono agobiante y acelerado como el propio protagonista. Los actores están muy bien elegidos, Josep Maria Pou como poderoso presidente de la comunidad perfecto, inquietante, De la Torre desatado, otra nominación a los Goya que va y ojo que se lo puede llevar. Sorogoyen con ésta y la gran "Que Dios nos Perdone" se alza como uno de los directores con más presente de España y brillante director de actores.

Sobresaliente película.

Sorogoyen muestra una vez mas, que tiene un don innato para los thrillers. Empezando por el guion magistral, con diálogos y conversaciones de varios minutos, y llevando al espectador a no poder quitar la vista de la pantalla por la inquietud de qué va a ser lo siguiente. Siguiendo por el uso de la cámara en mano, una técnica que lo domina a la perfección, ya que sabe que eso nos gusta, unos planos-secuencia de unos diez minutos, asombroso, donde en cada momento están sucediendo cosas. Una música envolvente, para mi gusto, una de las mejores cosas de la cinta, que suena desde principio a fin. Y una dirección asombrosamente bien conseguida por todo lo dicho anteriormente.
En El Reino, todos se mueven por algún motivo. Como seres humanos, cada uno busca algo, y, de un modo u otro, sobrevive por (¿o para?) ello. Es en esa parte donde el nivel actoral pone su máximo esplendor en pantalla y los actores reciben un sobresaliente.


Sí, Antonio de la Torre merece una mención especial; su trabajo es espectacular. Encarna a un tipo impulsivo, irascible, feroz, mezquino y lleno de soberbia hasta los huesos. Alguien sin escrúpulos, orgulloso y agresivo, que, pese a sus actos contra la ley, es capaz de transmitirnos la vena sensible con la que cubre (y que Manuel también se autoimpone como razón última) su comportamiento: el amor hacia su familia, la posibilidad de estrechar entre sus brazos a su mujer y a su hija, al precio que sea. Y todo esto el actor lo logra con naturalidad.



Sin embargo, el resto del elenco también está a la misma altura. Ana Wagener, Nacho Fresneda, José María Pou, Luis Zahera, Mónica López… independientemente de cuántos minutos hayan pasado en pantalla, todos han sabido aportar un gramo especial de humanidad a sus papeles, tanto con carga cómica, como visceral o emocional. Resalto a Bárbara Lennie, que en esta cinta (al igual que en las demás) saca lo mejor que lleva dentro y nos ofrece un análisis sublime, una caracterización correcta, grisácea y tremenda que encaja a la perfección con el tono de la supervivencia y los intereses personales, llevando la carga dramática más allá de su personaje con elegancia, rabia y fuerza.


¿Y qué hay de los aspectos técnicos? El Reino apuesta por un guión (escrito a mano por Isabel Peña) cuidado, preciso, con diálogos sustanciosos y acertados, y aunque la historia se sitúa hace casi diez años, la veracidad contemporánea se traspasa hasta nuestros días con total claridad. La música tiene una carga hipnótica, un aura fría y ávida de agitación que atrapa al espectador y le impide pensar, obligándole a centrarse en el presente, a sobrevivir ante los hechos impremeditados.


Y todo ello, junto a los planos de cámara, a veces rápidos y obtusos a modo de reportaje televisivo, a veces pulcros y detallistas para captar la esencia del actor, se acopla al 100% a la trama.


Aunque el final es arriesgado sin duda los minutos que la preceden son enormes, directos, con el dedo acusador al poder. Toda la secuencia desde que roban los archivos que incriminan a gente poderosa, la gasolinera y la escena del coche... Sorogoyen dice directamente que, sí, son capaces de asesinar con tal de que el reino continúe, cualquier amenaza al status quo será perseguida con todo el peso del poder, dinero para quitar vidas y encima la única voz mediática, los medios, les protegen. Los amos son esos que están por encima de los políticos como dice el protagonista al final.


Esto es muy fuerte ya lo sabemos, es una bofetada, es lo que necesitamos estar recordando cada vez que vemos la televisión para no caer en los engaños de esta gente. Pero lo que haremos la mayoría mañana mismo será taparnos la nariz y volver a nuestras rutinarias y mecanizadas vidas como si nada hubiera pasado, ver las noticias como casi siempre, esta peli habla de otra realidad, una realidad que no podemos cambiar la gente de a pie, los que no tenemos poder no podemos cambiar nada, o sí, quizá sí se puede cambiar todo desde fuera y no solo desde dentro del putrefacto sistema, simplemente no votando, la única arma de poder que tenemos. O podemos seguir siendo los carabineros a los que esta gente sigue succionando el jugo cada día. (Magistral primera escena).


Momentos más destacados: la conversación con el presidente de comunidad en su casa, un pez gordo. La reunión con los importantes del partido, donde se ve que todos están untados, pero tienen que pringar unos pocos con el peso. Toda la secuencia desde la casa hasta las escenas del coche en la gasolinera y el intento de asesinato. La conversación final, un bofetón al espectador.

Fuera luces!!!
Javinry


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