Rebelde entre el Centeno



Rebelde entre el Centeno es el debut en la gran pantalla como director de Danny Strong, cocreador y productor ejecutivo de “Empire” y también actor en series como “Las chicas Gilmore”, “Anatomía de Grey” o “Cómo conocí a vuestra madre”. La película, que se presentó en el pasado Festival de Cine de Sundance, es la adaptación cinematográfica del libro de Kenneth Slawenski, “J.D. Salinger: Una vida oculta”, biografía del famoso y esquivo autor convertido en un icono norteamericano.


Rebelde entre el Centeno empieza con un flashback de J.D. Salinger escribiendo una carta en sus horas bajas que nos da la oportunidad de conocer su vida. Después de ser expulsado de muchos centros y que su padre le ofrezca continuar con el negocio familiar, termina matriculándose en la Universidad de Columbia en escritura creativa. Allí conocerá a Whit Burnett, un profesor apasionado con su trabajo, consejero inspirador para el protagonista. Él será el que le pregunte: ¿Por qué quieres escribir?


J.D. Salinger es un rebelde y quizás su rebeldía sea su perdición a la vez que su mayor virtud. Perfeccionista, lucha porque la calidad predomine sobre el éxito. Sus experiencias personales influirán sobre su narrativa como en todos los escritores. Y lo que más le marcará aparte de la guerra será Oona O´Neil, hija del famoso dramaturgo Eugene O´Neill, que frecuentaba el histórico Stork Club.


La película tiene una deslumbrante interpretación de Kevin Spacey a pesar de ser un secundario, que sobresale sobre la de Nicholas Hoult, demasiado inexpresivo en ocasiones.


Rebelde entre el Centeno nos muestra el proceso creativo del que nace una gran obra que debe ser siempre contextualizada y la película ofrece este contexto. El triunfo que surge del rechazo y la obstinación. El renacer del escritor después de presenciar la crueldad de la guerra y la conexión que emerge con su lado más espiritual.


La figura de J. D. Salinger está inevitablemente asociada a una obra maestra de la literatura, el desencantado retrato de la adolescencia El guardián entre el centeno, y también, en su amargo reverso, a la foto de un anciano huraño, puño cerrado en posición de golpeo lateral, profundos surcos de vida marcados en la frente, ojos de camión a punto de atropellar a la cámara. Un mito con una aparente doble cara que no es sino la misma, honestidad brutal en su letra y en su espíritu, al que se acerca desde las posiciones más convencionales el novel Danny Strong con Rebelde entre el centeno, biografía cinematográfica del escritor, centrada en sus inicios en la escritura, en la publicación de su fundamental novela, y en los síntomas familiares, físicos, sociales, morales y mentales que lo llevaron al exilio autoimpuesto.






Basada en la biografía de Kenneth Slawenski J. D. Salinger: una vida oculta, publicada en España por Galaxia Gutenberg, la película de Strong se acerca al misterio de una personalidad inabarcable desde postulados sorprendentemente seguros, como si cada paso ofrecido en el relato, cada resbalón emocional, sirviera, casi en un sentido médico, para acabar ofreciendo un diagnóstico milimétrico de por qué se acabó convirtiendo en un fantasma social y en un escritor sin apenas obra. Rebelde entre el centeno huye así de la complejidad narrativa y personal, para poder encajar en un molde de acercamiento vital basado en lo que Sidney Lumet llamaba “la escuela dramática del patito de goma”, o la consecución de la verdad psicológica por medio de explicaciones más bien simples.


La contrapartida de una película sin estilo sobre un escritor de estilo único, quizá el mayor de sus defectos, es que, a pesar de todo, la historia es siempre interesante por cada acera vital por la que pasa: la relación con su padre, el ego del escritor, el golpe amoroso de Oona O’Neill, el trauma de la guerra, el acoso del fanático… ¿Suficiente?


A cualquier lector de Salinger le decepcionará. 
A cualquier lector de Salinger le habrá gustado verla.

Lucía Pradillos

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