Happy End


Cualquier final sólo puede ser feliz

Una muerte, una agresión física, una infidelidad, un accidente laboral, dos intentos de suicidio, varias confesiones terribles y un final imposible de olvidar. Feliz, tal vez. Así podría resumirse "Happy End", una película que funciona como compendio de toda la filmografía de Michael Haneke y al mismo tiempo como una autoparodia de su estilo. Los acólicos del director encontrarán referencias a "Amour", al peso de la tecnología que veíamos en "Caché (Escondido)" y a los parentescos rotos, crudelísimos incluso, que se colaban en nombres como "La pianista". Todo, cómo no, con planos estáticos, diálogos en off y una mirada voyerista.


Haneke ha construido su cinta más conceptual, un tanto opaca, complicada incluso para los férreos defensores del austríaco. Para quien escribe, un absoluto disfrute. Probablemente la mejor comedia, acaso la única, del genio europeo. Socarrona, negra, hiriente. A expensas de una burguesía extraña, cuyos vínculos no quedan claros hasta bien entrada la función. Cortada, para más inri, con escenas de chats, mensajes en redes sociales y grabaciones de smartphones, momentos que funcionan como contrapuntos bizarros de todo lo visto.
Haneke se volvió autocomplaciente. Aún sin nada nuevo que decir, su cine resuma calidad por todos los costados. Aquí se dan cita los elementos componentes de su cine no solo a nivel temático, incluso a nivel de personajes. Y es que a su edad está bueno recapitular. Particularmente nunca estoy con expectativas altas sobre ningún trabajo de un autor; así tenga una estela tan difícil de igualar como la de Haneke,- el mejor director del panorama actual desde mi humilde opinión- sin embargo tengo que decir que siempre logra sorprenderme.


Esta película, la antítesis de su inmediatamente anterior Amor, sigue explorando los pormenores y pormayores de la sociedad occidental. La incapacidad del hombre civilizado de ser honesto consigo mismo, de conectar con sus pulsiones. Aquí no hay solo represión, por el contrario hay una urgencia por negociar estas motivaciones inconscientes y esto deriva en las más diversas formas de relacionamiento moralmente reprochable: violencia, perversión y autodestrucción, un peso enorme que estos personajes parecen no poder soportar y que termina dejándolos incapacitados para la comunicación y empatía. En esta película incorpora como nueva herramienta generacional las redes sociales el chat y el streaming como uno de los elementos al uso de unas nuevas generaciones que evolucionan de la neurosis de la generación X al comportamiento más sicopático de los Millenials.




El hombre civilizado como víctima de su civilización. Cabe resaltar que Haneke se ensaña particularmente con la burguesía, y aquí es muy ideológico, ya que parecen existir en sus películas victimas de primera y segunda mano. Los profesionales acomodados y sus dinámicas y conflictos que irradian sobre los migrantes, campesinos y pobres en general.


Un Haneke al que ya se le notan los años, cuya frase "el arte debe avanzar en preguntas y nunca dar respuestas" parece que la dejó olvidada en un cajón, porque en esta película se ensucia las manos y se atreve a concluir "como si de un trabajo académico se tratara" su tesis sobre la mentalidad de la clase burguesa de las últimas décadas. Un trabajo de análisis psicológico que deriva en conclusiones de carácter sociológico. Su poder sigue ahí, es imposible no percibir que se trata de un artista brillante con un pulso y estilo único.




"Happy End" no concreta nada y lo abarca todo. Une el devenir del personaje más anciano (Trintignant, sublime) con el de la más joven (Harduin, toda una revelación), como si con el paso de las generaciones nada hubiera evolucionado, sólo degenerado. Un contexto en el que cualquier intento escapista se intuye como la estrategia más lúcida, y la muerte, paradójicamente, como la resolución más feliz. Así, Happy End se impone como uno de esos misterios fascinantes a los que nos gustará volver en futuros visionados. Una película que sabe a cambio y a resumen. A la crónica de un apocalipsis anunciado. A despedida. A enésima obra maestra del director más importante de nuestros tiempos.
sisifo

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