‘Jack Ryan’



Jack Ryan’ no sorprende, pero funciona

Es difícil sorprender, en 2018, con una serie protagonizada por Jack Ryan, el analista de la CIA creado por el novelista Tom Clancy en los 80. En aquella época, eran los soviéticos la principal amenaza que Ryan debía vigilar, como buen hijo del final de la Guerra Fría, y su enfoque más racional ante las crisis lo convertía en una figura un poco diferente del género de espías. Ryan no era, inicialmente, un agente de campo, sino alguien que se dedicaba a analizar diferentes datos y a buscar patrones en ellos desde su mesa de la sede central de la CIA en Langley.


Desde entonces, y desde que Alec Baldwin fuera el primero en interpretarlo en el cine, no sólo han cambiado los “malos”, sino que ha habido ya unos cuantos agentes de este estilo en televisión. Jack Bauer en 24, los analistas de Rubicón y hasta Carrie Mathison en Homeland han caminado por el terreno por el que Amazon va a adentrarse con Jack Ryan, lo que elimina cualquier factor relativamente novedoso que pudiera tener la serie. Y quien haya seguido las peripecias de Ryan en el cine aún se sorprenderá menos, pero la serie tiene algo a su favor, y es que todos los implicados en ella saben lo que están haciendo.





La temporada que Amazon estrenó el 31 de agosto apuesta por un enfoque entre racional y repleto de acción. Sabe que no es Misión imposible, pero intenta que sus momentos de tensión y tiroteos sumen en la trama, por lo menos, y suele conseguirlo. Carlton Cuse y Graham Roland, sus responsables, cuentan una única historia a lo largo de sus diez capítulos, una historia en la que Ryan le sigue la pista a un misterioso terrorista de Oriente Medio que no se ajusta a ninguno de los arquetipos de fundamentalistas del ISIS con los que la CIA está acostumbrada a lidiar.





Esa persecución (hecha principalmente a través de transacciones internacionales de finanzas) se intercala con lo que podríamos llamar la “historia de origen” de Jack Ryan. En cada episodio aprendemos un poco más de quién es él, qué le ocurrió antes de empezar a trabajar para la CIA, y tenemos la oportunidad de verlo un poco en su vida cotidiana. Aquí ayuda que John Krasinski tiene el encanto suficiente para que sus interacciones con sus compañeros sean muy creíbles, y también da el tipo de héroe de acción reticente. Porque Ryan no es Jason Bourne; lo suyo es más una labor casi detectivesca.





 De hecho, en los primeros episodios de la serie, ésa es la parte que más destaca. Ryan va tirando del hilo de varios movimientos de dinero que le parecen sospechosos y, al mismo tiempo, se va construyendo un ambiente de competitividad entre algunos altos cargos de la agencia que ven cada misión como una oportunidad de ascender en su carrera. Por supuesto, que Ryan piense solamente en su deber de proteger a Estados Unidos choca con esa mentalidad más egocéntrica.










De hecho, el contraste entre el idealismo y el sentido del deber de Ryan y que gente a su alrededor crea más en que el fin justifica los medios era una de las grandes fuentes de tensión en las películas del personaje que protagonizó Harrison Ford (sobre todo, en Peligro inminente), y parece que jugará también su papel en su primera incursión televisiva.


Jack Ryan está muy bien rodada (su piloto corre a cargo de Morten Tyldum, que ya manejó perfectamente el espionaje de ciencia ficción de Counterpart) y cuenta con una interpretación central de Krasinski muy eficaz, y más centrada en que su personaje es un hombre movido por su inteligencia. El resto del reparto a su alrededor también resulta muy compacto, con Wendell Pierce y Timothy Hutton como los dos nombres más reconocibles en la CIA.


Por otro lado, al contar ese seguimiento a ese misterioso terrorista, la serie también muestra quiénes están al otro lado de esa investigación, quiénes son los objetivos de Ryan y compañía, y ahí empieza a forjarse el que puede ser uno de los personajes revelación de la primera temporada.
Jack Ryan ya está renovada por una segunda temporada y está más en la línea de otras series de Amazon, como Bosch, que saben perfectamente lo que son, lo que quieren contar y cómo contarlo sin irse por las ramas. Los fans de este género van a disfrutarla bastante.
Marina Sunch

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