Masaan



 Una celebración de la vida y de la muerte y de todo lo demás


La ciudad sagrada del Ganges, Benarés, será el centro sobre el que gira Masaan, drama sobre dos familias castigadas cruelmente por jugar con las tradiciones morales. La primera historia cuenta como una joven universitaria experta en informática llamada Devi, tras un trágico encuentro sexual con su amante en una habitación de hotel es arrestada por la policía. El jefe de la comisaria que lleva el caso procede a extorsionar a su padre para enterrar el escándalo. El anciano, exprofesor universitario que ahora regenta una pequeña tienda de baratijas en los ghats, pierde el sentido moral al utilizar a Jhonta, un niño solitario en busca de una familia, para saldar la deuda con el policía. En la segunda, Deepak, estudiante de ingeniería y perteneciente a la casta baja cuya familia incinera cadáveres en los ghats, se enamora de Shaalu, una chica de casta superior. Ambas historias tienen un nexo de unión basado en el amor y el dolor de una pérdida.




Los protagonistas de ambas historias representan a una generación más joven, moderna y abierta, conocedores de las redes sociales y la tecnología, constreñidos por las barreras sociales de género y casta que rigen todavía en la sociedad india y que están dispuestos a romper en la búsqueda de su felicidad. Devi es una joven de carácter fuerte, sin miedo, no piensa que deba pedir disculpas por sus acciones, tan solo se siente mal en su interior por el destino de su amante. Shaalu, al tiempo que revela que sus padres nunca permitirán una boda con Deepak, le asegura que ella va a fugarse con él si para ello se esfuerza en sus estudios y consigue encontrar un trabajo. Deepak está buscando la manera de escapar de su linaje y de una vida marcada por apalear cadáveres. La película nos presenta dos historias paralelas cuyos contenidos tratados de forma lírica y desgarradora convergen en un precioso y culminante punto donde dará comienzo un nuevo viaje que partirá de Sangam.



La muerte ocupa un lugar preponderante en este film de Neeraj Ghaywan cuyo título traducido al castellano significa ‘Crematorio’ por las famosas escaleras de piedra de Benarés que descienden al río, los ghats, en donde se realizan decenas de crematorios todos los días con las piras de fuego apenas separadas entre sí por unos pocos metros. Solo una determinada casta tiene el privilegio de poder ser incinerado allí para que sus cenizas puedan mezclarse con las aguas sagradas del Ganges. También se trata de un lugar de peregrinación donde acuden muchos enfermos a morir y así dar fin a su ciclo de reencarnaciones según las costumbres hindúes, o para darse baños purificadores.



Un preciso y matizado guion de Varun Grover y una buena realización de Neeraj Ghaywan establecen una realidad mas precisa y auténtica de la ciudad sagrada de Benarés, alejada de las típicas versiones edulcoradas bollywoodienses, de colores brillantes, con múltiples escenas de bailes y canciones destinadas preferentemente a un amplio público en busca de entretenimiento y evasión a sus problemas cotidianos. Aquí se nos presenta un convincente mundo donde la modernidad y la tradición están en un continuo enfrentamiento, un choque de trenes originado por los conflictos que se le plantean a la juventud india en el debate entre la herencia de las tradiciones y las exigencias de un estilo de vida occidentalizado. Un motivo brillante y original a destacar en el guión parte del hecho que Devi no justifica su cita sexual con una historia de amor emocional, sino que accede a tener relaciones íntimas con alguien que apenas conoce solo por curiosidad e incluso, eso es exactamente lo que declara a la policía.


A pesar de algunos giros que dan la sensación de ser forzados, la trama cumple con todas las expectativas creadas ofreciendo una visión crítica de la sociedad actual india. Sin utilizar escenas de miseria, la película revela las contradicciones del sistema de castas que nos obliga a pensar y no juzgar. Nos invita a plantear muchas preguntas sobre la represión sexual, el patriarcado, las desigualdades de género y de casta, el arrepentimiento y la redención. Todo ello enmarcado con una espectacular fotografía de Avinash Arun Dhaware captada en los maravillosos amaneceres, la disparidad de luz y color que se reflejan en las aguas del rio, los tonos tristes, grisáceos y oscuros durante las piras de fuego que contrastan con la alegría, el colorido y el bullicio de sus calles.

Eduargil

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