LA PRIMERA VEZ



Congreso en Palma. Son las siete de la tarde y el sopor de la primavera que, exultante, invade la ciudad me está transportando a un estado semicomatoso a medio camino entre el sueño y la pereza. Salgo de la sala de conferencias del hotel para fumar un cigarrillo y respirar un poco de aire acondicionado no viciado por los ochenta asistentes al evento. Fuera, un cartel en fondo negro y letras doradas me cuenta que en ese mismo momento dos multinacionales ocupan las salas media y pequeña. Mientras cotilleo descaradamente los motivos de ambas convocatorias, observo un cogote sobrepasando un pequeño sofá de terciopelo rojo, situado junto a una mesa de cristal baja.


Me detengo en el cogote. Adivino a un hombre alto, delgado, camisa blanca y traje oscuro. Enciendo un Chester y sigo mirando. De pronto el dueño del cogote se gira, me mira, provoca un molesto color rojizo en mis mejillas y no se me ocurre hacer otra cosa mejor que sonreír.


El hombre se levanta. Es más alto de lo que imaginé en un primer momento, quizás metro noventa. Cabello oscuro salpicado de algunas canas, cuerpo atlético, ojos verdes muy claros, casi transparentes, labios finos, nariz delgada y algo descarada.


- No se puede fumar aquí.
- ¿En serio?
- Está indicado en al menos veinte carteles a lo largo de todo el pasillo.
- Es que no sé leer.
- Lástima. Iba a recomendarte la lectura del famoso "Dejar de fumar es fácil".
- ¿A ti te funcionó?
- No. Pero tuve que aprender a leer para entenderlo. Y eso me ha servido de mucho.


Me rio. Apago el cigarrillo en la suela de mi zapato y tiro la colilla en la papelera. Vuelvo al congreso. Siento como ese par de ojos verdes siguen los movimientos de mi cuerpo caminando por el estrecho pasillo.


Por la noche, después de una cena de Gala con el equipo de Marketing del Laboratorio patrocinador, me encuentro al hombre del cogote sexy en el ascensor.


- ¿Algún letrero en donde diga que no puedo fumar aquí?
- Bufff, cientos. De hecho, ese que está sobre los mandos del ascensor indica que deberías dejarte invitar a una copa por un intelectual como yo.
- ¿Podré fumar?
- Como un carretero.


El hombre del cogote sexy se llama Luís, tiene 49 años, dos carreras, habla cinco idiomas, trabaja en la multinacional que ocupa la sala pequeña, me extiende su tarjeta y leo "Iberian General Manager". Yo tengo 32 años, no tengo tarjeta de visita, y lo único que sé hablar es un castellano correctito.


Pero Luís está emborrachándose con mi discurso vivaz y optimista, me contempla curioso, inquieto, me penetra con su voz madura, rellena una y otra vez mi copa de deseos, me excita con sus ojos transparentes, con su interior intenso y diferente.


Creo que me va a invitar a follar en su habitación. Pero a las cuatro de la mañana, me acompaña cortésmente hasta la puerta de la 112 y se despide de mí.


- ¿Me darías tu teléfono?
- Te daría un beso si me lo pidieras.
- Ya. Pero he pedido tu teléfono.


Anota las nueve cifras de mi móvil en el reverso de su paquete de Marlboro Light.


- Prometo llamarte pronto. - me dice antes de plantarme un beso suave en los labios.


Ya en la habitación, me desnudo con cierta dificultad a consecuencia de la neblina alcohólica que invade mis sentidos. Me acuerdo de pronto de la tímida sonrisa del hombre del cogote sexy cuando le digo que "soy psicóloga pero no psicoanalizo a nadie... a menos que me extienda un talón de 100 euros". ¡Menuda estupidez! Ese tío debe extender cheques de 1.000 euros todos los días como quien usa Kleenex en un resfriado. Me siento pequeñita, tonta, carente de cualquier glamour.


Tumbada en la enorme cama de dos por dos que no aprovecharé esta noche, estoy a punto de encontrarme con Morfeo cuando suena el teléfono de mi habitación.


- ¿Quién-coño-es-a-estas-horas-joder-me-cago-en-la?
- Sólo quería demostrarte que cumplo mis promesas.


Su voz suena lejana, aunque sé que está tres habitaciones más allá de la mía. Tiene una de esas voces serenas, monocordes, sin estridencias, la voz de un hombre hecho, seguro, entero, que esconde una intensa necesidad de sentir.


- Y ¿cuál será tu siguiente promesa? ¿"Te amaré para toda la vida?"
- Y ¿qué tal un simple "te amaré toda la noche"?


En menos de tres minutos, Luís atraviesa la puerta de la 112. Sigue enfundado en su traje de ejecutivo agresivo. Pero a medida que el parquet de la habitación se va cubriendo de sus prendas, se despoja de la palabrería multinacional, para regalarme un cuerpo de hombre inseguro, una mente de niño, una mirada que esconde miedos, fantasías que buscan complicidad y magia.


A las siete de la mañana, unidos en tres orgasmos y mil pasiones, Luís se marcha.


Es de nuevo su voz la que me despierta dos horas más tarde.


- Quiero volver a verte -me dice- quiero volver a amarte muchas noches más.


Y no hace falta contestar. Porque a veces sucede eso en la vida. Sucede cuando menos te lo esperas. Sucede una o dos veces y sabes perfectamente reconocerlo. Sin vacilar. Sin miedos. Sin inquietud alguna. Sucede que a veces tienes la completa certeza de que algo acaba de empezar y no tienes ni idea de cómo, ni porqué, pero será algo tan grande, tan diferente, tan hermoso, que acabarás escribiéndolo.


Amanda
http://blogs.ya.com/laamanteamada/

Comentarios

  1. ufff apasionante relato... fuerte pero nose... extremadamente pasional y con un profundo sentimiento de hacerlo de nuevo... abrazos y felicidades amanda... me gusto el final jajaja...

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  2. Difícil pero no imposible y desde luego apetecible.
    Describes la situación con naturalidad y haces que nos pongamos en la piel de uno u otro personaje.
    Es una historia creíble y deseable, sobre todo por su feliz desenlace.
    Tengo en común con la protagonista, el vicio de fumar. Aunque desgraciadamente no es probable que asista a Congresos ni Convenciones.
    ¡ Qué le vamos a hacer ! Me conformaré con relatos ajenos y dejaré volar la imaginación y mis fantasías.
    Un saludo, Amanda.

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    Respuestas
    1. Te recomiendo Lola, a los demás también, faltaría mas, que accedas al blog de amanda y leas, con atención, la serie que comienza por este post que ya publiqué :
      http://angel-lectorimpertinente.blogspot.com/2010/11/como-he-llegado-hasta-aqui.html

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