Fearless




El empeño de una abogada en reabrir lo que sobre el papel parece un caso más de mal funcionamiento de la justicia en Inglaterra acabará haciendo saltar las alarmas de los servicios de inteligencia y de la CIA en el nuevo thriller estrenado por la cadena británica ITV, Fearless (todavía sin cadena de emisión en España). La actriz Helen McCrory protagoniza esta serie de seis capítulos, que se desarrolla a ambos lados del Atlántico, en el papel de una defensora de causas perdidas que no está dispuesta a dejarse intimidar por la presión de ciertas fuerzas oscuras para que la verdad no salga a a luz.



Filmado en escenarios de Londres, Washington y East Anglia (este de Inglaterra), el capítulo de estreno (emitido el pasado lunes 12) se centra en los esfuerzos de la abogada de derechos humanos Emma Banville para que se exonere a un hombre condenado a cadena perpetua por el asesinato de una adolescente 14 años atrás. Kevin Rusell, entonces un joven padre de familia que apenas conocía a la víctima, asegura que su confesión del crimen fue forzada por la policía. Cuando Emma consigue corroborar la manipulación de su interrogatorio y que se revise el caso, los teléfonos de las fuerzas antiterroristas británicas y de la agencia de inteligencia estadounidense comienzan a sonar.


Tan atractivo como la trama resulta el retrato del personaje protagonista, una mujer que hace tiempo rebasó los 40 años, siempre ataviada con una cazadora de cuero y fumadora compulsiva, que ha hecho de su trabajo una forma de vida y se topa con el caso justo cuando quería echar el freno. El guionista y productor Patrick Harbinson creó ese papel específicamente para Helen McCrory, una de las grandes damas inglesas de las tablas que combina el teatro con la televisión (es la tía Polly de Peaky Blinders) y el cine, donde encarnó a Cherie Blair en la película La Reina o a Narcissa Malfoy en las tres últimas entregas de Harry Potter. Se trata del mismo guionista que ha estado detrás de la exitosa Homeland, convirtiendo en toda una estrella en Estados Unidos al británico Damian Lewis, actor que en la vida real es el marido de McCrory.


El título Fearless (Sin miedo) alude a la actitud de esa abogada de fuertes principios que no se deja arredrar a pesar de la enorme presión mediática que le acarrea la defensa de un hombre condenado por un crimen espantoso. O de que los odiosos titulares que le dispensan los tabloides locales amenacen su deseo de adoptar un niño. La misma resolución con la que, a la espera de los nuevos capítulos, presumiblemente encarará la injerencia de los servicios secretos que se insinuaba en el arranque de la serie.


La pareja de la protagonista, un fotógrafo llamado Steve, es interpretado por uno de los cómicos más populares de las islas británicas, John Bishop, en un registro muy diferente del habitual. En el reparto destaca asimismo la presencia del veterano Michael Gambon asumiendo el rol de un catedrático de Cambridge con oscuras conexiones más allá del ámbito universitario. Pero la reina de la función es esa abogada a la que McCrory da vida teniendo como espejo –según sus propias palabras— a uno de los más celebrados personajes femeninos de la pequeña pantalla, la irreductible detective Tennison de Principal sospechoso, interpretada por Helen Mirren. Que no es poco.




Helen McCrory me parece una buena actriz y su enorme trabajo como la tía de los putos Peaky Blinders, la hacía merecedora de protagonizar su propia serie. En Fearless es Emma Bamville, abogada/activista especializada en defender a gente que lleva años en prisión pero que ella considera inocentes. Eso le lleva a hacerse con el caso de Kevin, un hombre que lleva 13 años en prisión por matar a una adolescente. A medida que Emma tira del hilo ira destapando una conspiración de alcance internacional.


Buen planteamiento, buena actriz, pero la serie enseguida empieza a tropezar con piedras. Primero por la necesidad de dar a la protagonista un problema personal que nos haga ver lo traumatizada que está y a la vez el coraje que tiene. Si, más o menos copian aquí a Happy Valley y deciden que Emma recuerde en continuos flash-backs un amor perdido, eso junto a sus intenciones de adoptar a un niño de acogida, con las dificultades que la administración la pone por salir continuamente en los periódicos como defensora de criminales.

La segunda piedra con la que tropieza está en la sarta de casualidades que van uniendo las piezas del guión. Primero porque a la vez que Emma trabaja en el caso de Kevin, lleva la defensa de Miriam Attar, una refugiada siria que está casada con el doctor Yussuf Attar, al que el MI6 inglés acusa de financiar al Estado Islámico. No solo cuesta creer la candidez de Emma defendiendo a un terrorista y creerse el bulo de que es un simple doctor salvando vidas de niños, sino que nos vamos a encontrar con que la agente que persigue a Attar, fue la policía que chapuceramente encerró 13 años atrás a Kevin. Olivia Greenwood, interpretada por Wunmi Mosaku, actriz con una filmografía discreta que ya trabajó este año en otra miniserie bastante decepcionante, como fue Guerrilla.


A medida que Emma Banville tira del hilo, se topará con una conspiración internacional que afecta a políticos ingleses y militares americanos, que nada más y nada menos tiene la osadía de unir el asesinato de la adolescente con los tiempos en los que Blair y Busch trataron de colarnos el timo aquel de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, timo que sólo se creyó aquel que quiso creérselo. Por desgracia para la serie, la trama tiene demasiados puntos débiles, hasta el punto de que el hilo del que va tirando Emma es tan fácil de desenredar que cuesta creer que todos los implicados en aquella muerte, taparan sus huellas de forma tan chapucera. Eso por no decir que cuando Emma está en un callejón sin salida, siempre aparece alguien oportunamente para darle un empujón que vuelva a ponerla en la dirección correcta.

Como digo, a la serie no le falta un buen ritmo, adictivo pero tramposo y una buena actuación de Helen McCrory. Si te gustó su trabajo en Peaky Blinders, la actriz no decepciona. Sin ser una serie imprescindible, si es al menos entretenida, con seis capítulos, también de unos cuarenta minutos que se pasan volando, por desgracia, sin dejar huella. (LdS)

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