Los Durrell


Blake Snyder, entre otros guionistas, remarca en su famoso libro Salva al Gato un tipo de argumento que, bien articulado, suele ser un éxito: el pez fuera del agua. O lo que es lo mismo, pon a un personaje en un entorno hostil, extraño o antagónico a su perfil, y déjale que se desenvuelva. En la conocida serie española, Allí Abajo, el ejemplo es palpable: un vasco, muy vasco, afincado en el centro de Sevilla. Ocho apellidos vascos también lo muestra, pero al revés.
La francesa, y quizás el germen de esta reciente, que no nueva, corriente argumental, Bienvenidos al Norte sea el ejemplo más significativo: un funcionario de correos del sur de Francia es destinado a un pueblo que linda con las Ardenas, en la frontera con Bélgica. Si se dan cuenta, no deja de ser el mismo perro con distinto collar. Personajes disparatados, pero encantadores; asfixia del recién llegado, incomprensión que genera una temporal animadversión, equívocos con el lenguaje y las costumbres, una historia de amor que encauza al pez… Pues bien, Los Durrell, la serie de ITV ya disponible en Filmin en España, es un ejemplo de este tratamiento, pero multiplicado por cinco. Y éste, basado en una historia real.


Situémonos: Bournemouth, Inglaterra, década de los treinta. Louisa Durrell es una mujer viuda, acechada por la escasez económica, con cuatro hijos. Larry, el mayor, es un fracasado agente inmobiliario que sueña con ser escritor; Leslie, el segundo, es un aficionado a las armas con las hormonas muy revolucionadas; Margo, la tercera hija, no tiene oficio ni beneficio y está en ese momento que todos conocemos como la edad del pavo. Y por último, y el autor literal de esta historia, está Gerry, el pequeño, un niño precoz, inquieto y enamorado de la naturaleza y los animales. Y matizo: Gerry Durrell es el autor de la trilogía Corfú: Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses.


Y es que Gerry (Gerald) se convirtió en un reconocido naturalista y conservacionista en la segunda mitad del siglo XX, aunque el talento literario lo acaparó su hermano mayor, Lawrence Durrell (El cuarteto de Alejandría, El Quinteto de Avignon). Sin expectativas, la señora Durrell vende la casa familiar y, con su pensión de viudedad como única fuente de ingresos, decide dar un giro en la vida familiar: trasladarse a Corfú y empezar una nueva vida de cara al Mediterráneo.


Desde que los Durrell desembarcan en Corfú nacen los conflictos de este grupo de pintorescos y extravagantes ingleses con la tranquilidad, paz y modus vivendi de los lugareños. Y este hecho se convierte en el leitmotiv de la serie.


Una isla donde sólo hay un taxista (que será el mejor amigo de la familia, ya que es un enamorado de los ingleses), una casa donde no hay electricidad y el agua corriente no es algo corriente, un único doctor en toda la isla que, por si fuera poco, está casado con una mujer inglesa que se siente poco inglesa, un ciudadano sueco que se dedica a la recolección de olivas y a viajar por la isla en burro, una condesa francesa que necesita una dama de compañía que le lea libros, un naturalista griego que traba amistad con el pequeño de los Durrell, dos jóvenes alemanes que transitan por la isla en modo diletantes, una sirvienta griega que no habla inglés, un capitán mercante inglés, afincado en Corfú, que pretende seducir a Louise Durrell (un James Cosmo memorable), la visita de la clásica tía solterona inglesa, estirada y reprobadora, y, para no caer en spoilers, un sinfín de peripecias donde los equívocos, malentendidos, amores, desamores, y el siempre recurrente choque de culturas invita al espectador a esbozar una sonrisa perenne.

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