Collateral



¿Qué le está pasando a la BBC? ¿Tenemos motivos para empezar a preocuparnos? Tras un 2017 decepcionante en cuanto a la ficción inglesa se refiere, el 2018 sigue con la misma tendencia. BBC, cuyos dramas eran tan reales que se te agarraban a la garganta, parece sin rumbo. A la decepcionante, incluso mediocre, Requiem, sumamos otro policíaco muy básico. Mujer policía, compañero masculino policía, un crimen, un puzzle que el guión va montando, personajes sin conexión entre sí que el destino acaba uniendo, la tragedia como colofón. Demasiados tópicos, demasiado poco creíble como suceden las cosas y sobretodo demasiado ambiciosa. Intenta tocar un montón de temas de actualidad en tan pocos capítulos, cuatro de una hora de duración, que no pasa de arañar la superficie de los personajes.


Es una lástima que el reparto de estrellas que reúne la serie acabe de lo más desperdiciado.  Carey Mulligan, (Drive, Shame, El gran Gatsby…) una de las mejores actrices de su generación, vuelve a sus orígenes en la televisión. En Collateral da vida a una detective, Kip Glaspie, que investiga el asesinato de un repartidor de pizzas a domicilio asesinado mientras hacía una entrega. Un inmigrante ilegal que se ganaba la vida como podía. Ese es el punto de partida. Ahí ya empezamos a tirar del manual del mal guionista. Como a todos estos personajes hay que darles un detalle que defina su vida personal, se les ha ocurrido que Kip esté embaraza. que acaba siendo lo de menos. Igual da que esté embarazada o que hubiera sido madre ya.


Collateral intenta sumar un montón de elementos que terminan mal cosidos. Todos tratados de forma muy superficial. La testigo vietnamita del asesinato, que como gran ocurrencia de los guionistas hacen que se acuesta con una sacerdote luterana lesbiana, interpretada por Nicola Walker (impresionante su trabajo en River) Aquí ni fu ni fa, ni siquiera es que pinten algo en la historia central.

Por otro lado tenemos a la mujer que había pedido la pizza, mujer de un político que tiene una aventura con otra y eso hace que Karen Mars le dé a las drogas y descuide a sus hijos. Esta subtrama se supone que está ahí para dar un pescozón al gobierno inglés por el Brexit. Hay que ser más compasivo y tolerante con la inmigración.


Por otro lado, tenemos a la capitán Sandrine Shaw del ejército inglés. Para mí el mejor personaje de la serie y el más desaprovechado. Está ahí para denunciar el acoso sexual dentro del ejército, pero la personalidad, motivaciones, pasado de Sandrine están despachados con cuatro pinceladas que apenas nos permiten trazarnos una imagen de ella.


En fin, que el guionista debió pensar que quedaba muy “cool” y muy progresista tratar el tema de las mafias que trafican en el Mediterráneo con los inmigrantes. Metemos una sacerdote lesbiana que ni pincha ni corta en la historia, metemos a un político infiel, a una capitán a la que su superior acosa y de postre a una detective valiente, que pese a su embarazo no desiste de encontrar a los malos.


Un mejunje que se ve como se olvida. No es una serie que suspenda, pero otra vez el producto final no está a la altura de la BBC, ni mucho menos. Si quieres saber como se resuelve el crimen sin ver la serie, que no recomiendo, salvo que tengas mucho tiempo.
 Por supuesto los malos son el gobierno inglés, el MI5 que tienen gente infiltrada en esas mafias para controlar si llegan potenciales terroristas islámicos. A la pobre Sandrine la usó uno de ellos para convencerla de matar al pizzero que solo quería chantajear a los mafiosos tras descubrir su identidad.
GPNPBS

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