La Peste


El desastre esperado. Después de ver Conquistadores: Adventum, no esperaba otra cosa de Movistar. Yo no me he dejado llevar por el hype y la publicidad. Me da igual que haya costado la friolera de 10 millones porque el resto es más de lo mismo de siempre en el politizado cine español.


Lo único bueno y salvable de la serie es que por fin una serie de época española nos da el realismo que pedíamos. Mugre, barro, suciedad… Pero hasta ahí llegan las bondades. La peste no es tampoco la serie que revolucionara la ficción española.


Una lástima que Alberto Rodríguez que lo petó con La isla mínima gracias a una fotografía donde la humedad pegajosa de los cañaverales gaditanos se pegaba al espectador, haya optado aquí por una fotografía tan oscura. Que sí, Alberto, que en el siglo XVI no había luz eléctrica, ya nos lo has dejado claro con cada fotograma, pero no se puede prescindir del luminoso cielo sevillano y recrear una ciudad que parece de otro país más al norte. Con unos cielos plomizos y una atmósfera que desasosiega.


Luego está el nulo respeto por el trasfondo histórico, hablando de metros como unidad de medida o prescindiendo del voseo (el famoso vuesas mercedes) por el tuteo tan actual. A veces da la impresión de estar viendo los carnavales con tipos vestidos de época. Eso sí, con muy buen vestuario, faltaría más con ese presupuesto.


Vayamos con los actores. Muy mal. La dicción de la mayoría es horrible y no porque hablen con acento andaluz. El casting es terrible. Dar el protagonismo a un desconocido Pablo Molinero como Mateo, les sale rana. El tipo es incapaz de sostener la serie. Que decir de Paco León.  Es que directamente no vale para ese papel del comerciante/especulador Luis de Zúñiga. Cuando su personaje quiere hacer chantajes, piensas: a mí una mierda así me amenaza y le doy dos hostias. Del chaval que hace de Valerio Huertas, aparte de que apenas se le entiende al hablar, su personaje del joven protegido de Mateo es un pegote que no se sabe muy bien que pinta en la historia. Por no hablar de que es analfabeto y a los pocos días lee de corrido y hasta resuelve claves. Sospecho que la relación entre el adulto Mateo y su joven protegido resolviendo crímenes pretende que el espectador asocie la serie a El nombre de la rosa.



Luego está el feminismo. Me da auténtica vergüenza ajena que La peste quiera reivindicar a la mujer del siglo XVI y luego tenga la desfachatez de presentar desnudos sólo de personajes femeninos y todos gratuitos, mínimo uno por episodio. Desnudos integrales innecesarios para la historia que cuenta. El torpe recurso del cine español para atraer público. Ya sabemos que esa sociedad era un mundo machista, pero lo de la viuda de Larrea clama al cielo. Una mujer rica podía heredar y hacer lo que quisiera con sus bienes. Dejen de inventar y falsear.


De todos modos, lo peor es que la serie se alimenta de nuevo de la Leyenda Negra. Como la anterior de Movistar.  Pero no la culpen a ella, que da lo que ese espectador poco informado cree saber de nuestra historia. Ahí está el señor Reverte alimentando dicha Leyenda Negra con su Alatriste. Así hace caja vendiendo como rosquillas sus novelas en el mundo anglosajón y nórdico, mientras es Twitter presume de ser el español más español de todos los españoles.


Porque la serie realmente va de eso. Iglesia mala, opulenta y pueblo fanatizado y miserable. Personajes malos, malísimos que se ven venir desde que comienza la serie.  A La peste no le importa que la Inquisición solo quemara a reincidentes o a quien se negase a abjurar de la herejía, Aquí queman al buen tuntún.


Encima desaprovecha estar ambientada en la Sevilla de entonces. Rica como ninguna otra ciudad del mundo. La serie solo muestra el lado oscuro de la ciudad. Mejor leer a Quevedo o a Cervantes quien quiera conocer como fue aquella sociedad compleja, multicultural y cosmopolita.


Se titula La peste, como podía titularse de cualquier otro modo. La peste es un decorado, un accesorio para contar la historia de un protestante quemado en efigie al que la Inquisición promete perdón si atrapa a un asesino. Una tontería sin pies ni cabeza, escrita por alguien que desconoce cómo funcionaban la Inquisición, La Casa de Contratación de Sevilla y el Cabildo de la misma ciudad. Y es una pena, pues es verídico que en Sevilla y Valladolid hubo dos focos de protestantes en ese siglo, que tan bien recreó Delibes en su última gran novela, El hereje.


En resumen, que no cumple las altas expectativas. Acierta en el apartado técnico. Se cuenta con muchos extras para algunas escenas, pero falla en el reparto y en un guion que se alimenta de desnudos femeninos, falacias históricas y tonterías varias; de esas del estilo de la autopsia que hacen a uno de los muertos para llegar a la simple conclusión de que murió empalado por el ano, que es más o menos como muere La peste.
(GPNPELS)


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