La leyenda de Bagger Vance







Dicen que el que tuvo retuvo y, Redford tiene una filmografía que merece un respeto como cineasta, ante los que menosprecian esta obra que, es cierto, pues no es de las mejores, seguramente por el casting erróneo, quizás Matt Damon no es el más indicado para el papel, pero no es menos cierto, el tono elegante y sugerente, la sensibilidad con que narra Redford, un film que se postula como una metáfora sobre la vida y la autoestima, mostrando el deporte como motor de la vida. El cine de Redford está poblado de luchadores en busca de una redención y una justicia moral con frecuencia fustigada por una sociedad fría y castradora. Esta fábula romántica abarca los tiempos difíciles del final de la 1ª Guerra mundial y la Depresión económica de 1929 que son como catástrofes naturales e inevitables, presentadas lejos de cualquier circunstancia que las provoque.


Todo jugador de golf busca su “swing”, su golpe, el que le distingue de los demás, con el que gana partidos, encandila espectadores o simplemente, le hace sentirse bien consigo mismo. El “swing” es la metáfora de la identidad, de la superación ante las adversidades. Runnulph (Matt Damon) es el gran campeón de golf de Savannah que, en 1917 parte hacia el frente bélico, decidido a equiparar sus triunfos deportivos en las trincheras, pero la experiencia deviene traumática. Redford filma unas imágenes cámara en mano y ralentí, fotografía granulada y recortes de prensa. El estertor de la guerra con todas sus consecuencias, el fracaso del idealismo. Sabemos que todos sus compañeros no volvieron y que él no quiere asumir su condición de héroe. Su regreso anónimo, ignorando a su amada Adele (Charlize Theron), arrastrando su vida por el alcohol y las timbas clandestinas.



Narrada en un extenso “flash back” por el anciano Graves (Jack Lemmon), donde el misticismo impregna toda la película, sin enfatizar lo más mínimo los acontecimientos. Redford recrea sus arrebatos de nostalgia que le hacen viajar con su puesta en escena y su cámara a tiempos pasados, utilizando elementos propios de la vida y cultura americanos. En este sentido la ambientación y el diseño de producción es impecable. La esmerada fotografía de rojos crepusculares evoca la leyenda del golfista que gracias a la aparición misteriosa del “caddie” de color, que da título al elegíaco film (un excelente Will Smith), algo así como un ángel de la guarda que le ayuda a volver al golf en el torneo organizado por su ex novia. Una bella y emprendedora joven que busca resarcirse de la pesada deuda que heredó de su progenitor. Una película de agradable disfrute por el siempre independiente e interesante artísticamente, Robert Redford.



No ha ganado grandes premios, ni ha conseguido atraer a una legión de fans y convertirse en una película de culto, y sin embargo, quién ve ‘La leyenda de Bagger Vance’ termina encantado e incluso extasiado por la sensibilidad y la fuerza emotiva de los diálogos de esta película. Para hacerlo posible hace falta un enorme trabajo de dirección y aquí, Redford, en ese aspecto se sale, y tiene un control total sobre la película sacándole el máximo partido a cada una de las escenas.



Son varios los secretos que hacen de esta película una cinta entrañable. Por un lado, el tema elegido, el golf, no es un ambiente muy recurrente en el cine, y menos para mostrar valores de deportividad, emoción y épica, para los que se suelen elegir deportes más activos. El extraer estas emociones a lo largo de 18 hoyos, solo es posible (ya lo dijimos antes) gracias a una gran dirección. Y es que Redford sabe medir los tiempos con una precisión milimétrica e insuflar, a través de los diálogos y los movimientos de cámara una emoción al guion que por sí solo no conseguiría.


Clave es también la ambientación años 30, el buen trabajo en aspectos como la fotografía, el vestuario el maquillaje y los juegos de cámara en el campo de golf, ofreciendo una profundidad para dilatar la emoción deportiva y haciendo de cada bunker y hondonada un verdadero desafío.



Nada desdeñable es tampoco la banda sonora de la película compuesta con gran sensibilidad por Rachel Portman con melodías tan bellas como integradas en la historia. Y tampoco es vacuo el personaje que se saca de la manga este guion y que da nombre a la película. El extraño personaje Bagger Vance, muy bien interpretado por Will Smith. Esta mezcla entre ángel de la guarda y caddie, sabe guardar su esencia enigmática durante toda la película, con un perfil tan impertinente como solidario que termina por conquistar al espectador y por mantener una solidez y una originalidad que llama poderosamente la atención.

Antonio Morales

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