Una pistola en cada mano.





Ante todo, hay que decir que “Una pistola en cada mano” no es la “típica” película española, tampoco la “típica” película de Cesc Gay ni el “típico” melodrama que disecciona las diferencias entre hombres y mujeres. Y pese a no ser típico aúna lo mejor de cada género y lo eleva a los altares del entretenimiento inteligente. Porque “Una pistola en cada mano” es una de esas películas independientes que pretenden contar una buena historia y lo hace disfrazándose de película comercial (el impresionante reparto y el tono ligero ayudan a llegar al gran público) y, a pesar de perder esa personalidad de cine independiente, sigue manteniendo las virtudes del buen cine independiente y consigue engañarnos haciéndonos creer lo que no es.


Como el niño que se niega a comer potitos y el padre debe hacer el avión para conseguir que su hijo coma. Aquí Cesc Gay usa un tono y nos actores que nos dejan con la boca abierta para que el director nos meta el mensaje por la vía rápida, sin demasiadas estridencias. La primera escena ya es una declaración de intenciones de por dónde irá la película, pero no asusta, es tan buena y tan endiabladamente entretenida que da igual que sea una película “para pensar”.



Porque así da gusto pensar. El tono “falsamente” ligero y la estructura de suma de cortometrajes que impregna todas las escenas ayudan a esto. Nos tragamos que es una comedia moderna cuando en realidad se acerca más al cine independiente de toda la vida. ¿Pero qué más da? Bendito engaño. Y magnífica película. Si hay que marcar algún problema diría que los actores entran, se mantienen o salen de escena con recursos realmente ingenuos y algunos no están a la altura de la intensidad de otros o están en papeles que no acaban de encajar con ellos. También existe alguna disfuncionalidad en el conjunto provocada por el diferente tono de algún episodio. Pero todos estos “errores” quedan en nada en comparación con la perfección del conjunto.


Es difícil hoy en día ver una película tan redonda, unos actores en estado de gracia, un guion a prueba de bombas, una realización que apenas afecta al conjunto (sino que lo homogeniza gracias a que todo tiene el mismo estilo visual). Una película totalmente recomendable que, por primera vez, trata el tema de la diferencia entre hombres y mujeres sin caer en la payasada o el drama. Es sencillamente magnifica, no hay más. El tono de melodrama está maravillosamente conseguido (se notan horas y horas de guion) y hay momentos que, por si solos, merecerían entrar en la historia del cine por la puerta grande (la escena inicial entre Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia es una obra maestra del cine en miniatura).


“Una pistola en cada mano” es algo que hay que ver, disfrutar y reflexionar.
Recomendable a absolutamente cualquier persona a la que no le asuste una película sin disparos, desnudos femeninos o carreras de coches.



Lo mejor: Unos actores en estado de gracia. Un guion sencillamente maravilloso. El relajado tono general del conjunto (un equilibrio perfecto entre drama y comedia)


Lo peor: el personaje de Eduardo Fernández está tan bien interpretado y es tan interesante que sabe a poco. Algunos actores (Alberto San Juan, Cayetana Guillen Cuervo o un paródico Javier Cámara) desencajan el conjunto. Cierta tendencia a ser demasiado comercial y perder su espíritu independiente
Criticón

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