Bohemian Rhapsody


¡Heeeeeeee Ho!

Desde que pude ver el primer tráiler, sentí una buena sensación sobre la cinta, una especie de presentimiento que me decía que estaría maravillosa, y afortunadamente aquella sensación se hizo realidad, siendo Bohemian Rhapsody una de las mejores experiencias que he pasado en una sala de cine.
Sin duda esta película tiene la capacidad de emocionar a quienes nos gusta y conocemos en mayor o menor medida a la banda, al igual que aquellas personas que tal vez solo tiene una referencia mínima sobre la música, historia o legado de la agrupación.


La cinta, desde mi humilde opinión, esta realizada para conectar desde los primeros minutos con el espectador con detalles muy sutiles, de tal manera que, si eres como yo, una persona que conoce y disfruta la música del grupo, la película te entrega momentos inolvidables. Pero si eres un espectador que quiere conocer la historia de Queen o que simplemente busca entretenerse, no saldrás defraudado. No puedo asegurar que esta manera de valorar la cinta sea universal, pero creo que pocas personas saldrán indiferentes de la sala.


Técnicamente creo que la película está muy bien, utilizando una fotografía muy cuidada que recrea de manera bastante creíble los diversos escenarios en los cuales estuvo la banda desde sus inicios. Un diseño de vestuario más que apropiado y una banda sonora impecable que exalta hasta erizar los pelos los clásicos del grupo.


Mención especial para las actuaciones y el perfecto casting escogido. sin duda es el mayor acierto del producto y el aspecto que mejor funciona a lo largo del visionado. El parecido físico y la calidad de las interpretaciones logran que te encariñes inclusive con los personajes más pequeños.


Y por supuesto Rami Malek como Freddie Mercury se roba la película. Jamás creí posible la posibilidad de llevar a la gran pantalla a un personaje tan complejo, y aunque siempre me preguntaré si pudo haberse hecho mejor, también debo reconocer que es de las mejores interpretaciones que he visto. Así que confío, sin cuestionarlo ni un momento, en su gran posibilidad de ganar el Oscar en la próxima ceremonia, y vaya que aplaudiré en caso tal.

Si estas dudando en verla, hazlo. y si puedes hacerlo en un cine IMAX, mejor aún. Vale mucho la pena escuchar aquellas canciones y revivirlas con un sonido que hace que te vibre el corazón, muchas veces sin saber si es por la calidad del sonido en la sala, o porgue inevitablemente estas hipnotizado por aquellas tonadas tan pegajosas, y aunque sabes que realmente no estas viento a la verdadera Queen, no lo parece.


Behind the curtain, in the pantomime

¡Menudo festín! Bohemian Rhapsody escala la mesa, arrastra el mantel. Se coloca sobre la inmensa fuente entre las patatas, la manzana asada y la base de miel. El comensal, el crítico, saca su gorda lengua y la pasa alrededor de esos labios tan finos. ¡Qué gloria! Esos diálogos blandos y con pústulas, una delicia. El montaje, rayado por las líneas de las varillas del horno, otro manjar verdoso cortesía del pinche John Ottman (sospechosos habituales) –qué ganas tenía de clavarte estos amarillentos dientes-. Algunos trozos están en su punto y otros todavía supuran.


Las venas, las arterias y los tendones de una de las piernas de Bohemian Rhapsody relampaguean como goma elástica cuando el crítico la arranca. Muerde con sus ojos febriles e ignora los cubiertos mientras llena de baba a Rami Malek y a Bryan Singer. Mi querido Singer, a ti te voy a hacer responsable. Es un director extraordinario, pero cuando el crítico le abre el pecho a la criatura: hay una réplica, un corazón de vaca. Malek, –¡Ay Malek!- solo con leer tu nombre y ver tu fotografía en la carta ya sabía que ibas a poner todo tu empeño. El crítico ensancha sus fauces cuando las puertas del quirófano se abren.

Does anybody know what we are living for?

Sí. ¡Sí! Los diálogos no están a la altura. Sí, a veces el montaje se embarra. ¡Sí, la primera media hora es apresurada y áspera! ¡Y sí, la historia llena de tópicos te va a hacer la boca agua! No solo la historia. ¿Quieres que en una escena triste llueva? ¡Lloverá! ¿Quieres que haya clichés y momentos en los que llevarte la mano a la frente? ¡Los habrá! Te voy a hablar también de lo demás. Del fantástico reparto que te va a sacar los eructos. De la dirección de Singer que puebla la cinta de creatividad –aunque tú, que ya te has atiborrado, no has sabido verlo. Porque tú dirás que esta película debió dirigirla Damien Chazelle- y de brío, pero te daré la razón: Bryan Singer no se ha arrancado el alma, no dona su sangre a la criatura, pero tampoco le hace falta.


Ya lo has dicho; ya lo hemos dicho. Me veo reflejado en tus pupilas densas y veo que yo también soy un monstruo, soy igual que tú, crítico. Pero quiero traicionarte y pienso hacerlo. No te voy a hablar de fotografía, no te voy a hablar de guion ni de todas esas cosas que tanto te interesan. No te voy a dar un número para que te regodees en imbd. Yo tengo otra cosa que darte.


Todavía quieren escapar los pelillos poco masculinos de mis brazos. Vibra mi esternón mientras esos fantasmas ya bajan las escaleras del cine. También me reído. Me he emocionado, ¡yo que reprocho faltas a los diálogos, a la historia y al guion! Y joder, es que no me puedo levantar. No me puedo levantar mientras la voz de Freddy Mercury siga por los altavoces de la sala. Qué puto gusto. Ya sea el crítico, el aficionado o el proyeccionista. No os marchéis y fingid que no sois tan altivos y faltos de gusto.

I’m never giving in / On with the show

Tengo cientos de notas llenas de injurias que se repiten; también halagos. Las tengo porque es una película floja. Aprobada. Del montón, corriente. ¿Y qué hago ahora si no obligo al crítico a decir que me he pasado sonriendo los últimos quince minutos?, ¿y si no reafirmo claramente que me ha hecho reír y llorar? ¡Qué hipócrita es el crítico! ¿Acaso es posible no seguir sonriendo cuando acaba la película y todavía palpas la electricidad de tus nervios? Tengo que cerrar este juego estúpido de censor.


No puedo ir paso por paso analizando a cada miembro del reparto. Ni juzgar a Anthony McCarten por su guion adornado con badenes. Las emociones de Bohemian Rhapsody son más grandes que la calidad de la propia película. Más grandes que la fotografía de Newton Thomas Sigel (Drive) o que la caracterización de los protagonistas, pero no mayores que todos y cada uno de los temas elegidos de Queen –primera y última vez que menciono al grupo, están por encima de la crítica-.

Conclusión

Ve al cine a sentir, a disfrutar. No importa que seas crítico, que quieras devorar la película junto a tu acompañante, eso vendrá después. Mientras estés en la sala: escucha, huele, siente. Lee los detalles que no conocías de la historia, atiende a los acordes ya clavados en tu cerebro. Y sobre todo: canta, tararea, recita junto a una de las mejores bandas sonoras que vas a escuchar en toda tu vida. ¿Qué quieres saber? ¿Si merece la pena ir al cine a escuchar a este maravilloso grupo por los altavoces de la sala? Ve. Mata al crítico; que se atiborre.

Un 10.

Juan Osorno & Daniel González

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