Dinastía


Más de 30 años se cumplen desde el estreno de la Dinastía original, y The CW ha decidido resucitar a la familia con más enredos de la televisión americana. Nosotros ya la podemos ver en Netflix.
Pese al paso de los años, no hay mucho que cambie excepto los actores, la alteración del color del pelo en las protagonistas y la época, pero, por cosas de la moda, hasta los vestidos parecen los mismos. Los enredos de los Carrington y los Colby, dos familias muy poderosas de la industria petrolífera, van a ser una copia de la original.


La historia comienza con su patriarca Blake Carrington. Separado de la mujer que le dio sus dos hijos, Fallon y Steven, ha decidido emprender un nuevo capítulo de su vida casándose con una empleada suya, Cristal Flores. Ya con ese nombre sabes que hay culebrón asegurado.
Cristal tiene un pasado oscuro que Blake no ha descubierto, pero su mayordomo sí. Su hija y ella ya son eternas enemigas desde el primer capítulo. Fallon está liada con su chófer y se ha ido a trabajar con el competidor del padre por poner a Cristal, y no a ella, al frente de la empresa, y al que se supone que ha sido el amor de la vida de Cristal le sucede una gran tragedia que no sabemos si ha sido a manos de su reciente y divino marido Blake. Con esta premisa, lo mejor es sacar las pipas y empezar a comer o apagar la televisión de inmediato antes de que te vuelvas adicto.


La serie original fue creada por Aaron Spelling (90210, Melrose Place) y lo que sí podemos decir es que el elenco femenino fue inolvidable. Ahí teníamos a una Joan Collins magnífica y a una rubísima Linda Evans, estupenda e impoluta siempre.


La que podemos decir que ha mejorado con el tiempo es Fallon. La actriz Elizabeth Gillies revive y mejora a este personaje en su día interpretado por Pamela Sue Martin. De hecho, es lo mejor de esta serie. En el otro extremo, Blake ahora es Grant Show, el queridísimo e inolvidable Jake de Melrose Place, con muchos años más y sin moto ni vaqueros. Esto es un fallo grande.
Y hay más problemas de base. Lo que le falta a esta pareja nueva que interpreta a los Carrington es química. Yo no recuerdo si la hubo entre Linda Evans y John Forsythe, pero entre Grant Show y Nathalie Kelley no hay ninguna.


La norma no escrita de la televisión estadounidense dicta que en la lista de estrenos de cada temporada tiene que haber, al menos, una serie que se debata entre el género del culebrón adaptado al primetime y el mamarrachismo más extremo, y este año la propuesta de marras no es otra que 'Dinastía', el reboot de la famosa soap opera de los años 80 que ha llegado a nuestras pantallas para darnos entretenimiento, vergüenza ajena y un buen surtido de reaction gifs.



El rey midas de la televisión teen, Josh Schwartz ('The O.C.', 'Gossip Girl'), produce junto a su mano derecha, Stephanie Savage, y Sallie Patrick ('Revenge') esta reinmersión en el mundo de los Carrington, una familia poderosa, rica y ambiciosa, con tantos ceros en su cuenta bancaria como taras en su mochila emocional. Su fórmula es imbatible: 'Dinastía' refleja sin miramientos el lujo de la clase alta, aporta diálogos rápidos y ponzoñosos que serán música para nuestros oídos, giros de guion entre ridículos y sorprendentes en cada escena, prendas de vestir de ensueño, personajes femeninos ciertamente carismáticos, y masculinos que nos dejarán totalmente indiferentes.


La adicción está asegurada, aunque si nos atenemos a la experiencia sabemos que la rapidez de este tipo de formatos para quemar tramas es tal que hacia mitad de la nueva temporada posiblemente nos estemos enfrentando a una serie totalmente diferente y, quién sabe, mucho más aburrida.



En comparación con el culebrón original, el reboot moderniza la estética de la serie en todos los niveles y también aporta una importante dosis de diversidad, haciendo que la clásica Krystle (aquí Cristal) tenga raíces hispánicas, Blake sea abiertamente gay, Sammy Jo sea un hombre (también gay) y que tanto el chófer Michael Culhane como los Colby sean de raza negra. El trío protagonista, por un lado, se lleva todas nuestras atenciones, especialmente las dos mujeres, Fallon y Cristal, que se pelean por el control del imperio Carrington así como por las atenciones del patriarca, resultando en más de un cruce entre ambas, tanto de pullas verbales como de caras, que le hace flaco favor al feminismo pero que, indudablemente, tiene su aquel.


Los secundarios, en gran parte, mantienen el tipo con grandes esfuerzos, demostrando que su mayor reto será no caer en el olvido con el paso de los episodios. A pesar de ello, la rapidez con la que cambiamos de tercio en el episodio piloto nos da a entender que todos tendrán su parte en esta guerra y que hay espacio para que todos puedan brillar. Si pueden. Dudamos seriamente que ninguno de estos personajes pueda llegar a tener la relevancia que tuvieron en su día Linda Evans o Joan Collins pero ganas, al menos, tienen.


Consciente de sus limitaciones y de que, a pesar de su refinada apariencia, nunca será considerada como una serie de primer nivel, 'Dinastía' se deja llevar por la pluma de unos guionistas que saben que lo que le pide el público a productos de esta naturaleza es que sean de lo más irreverente posible. La combinación de falsa elegancia y sordidez, apoyada en diálogos de manual y un conjunto de clichés a cada cual más esperado rozan lo insultante pero también lo más satisfactorio. 'Dinastía' ha nacido con la etiqueta de "placer culpable" bajo el brazo y dará juego a sus espectadores hasta que su fórmula, tan susceptible de pasar de moda, deje de funcionar.
Mientras tanto, la podremos ver cada jueves en Netflix.



Los grandes culebrones como Dinastía, Falcon Crest, Dallas o Flamingo Road son inolvidables y es difícil disfrutarlos de la misma manera que los originales, pero, si te gusta el género, es cuestión de intentarlo y de no olvidar que los mayordomos lo saben todo.
Tirones de pelo, guantazos con la mano abierta (un clásico de la Dinastía original), accidentes que nunca lo son, intrigas, sexo sin mirar atrás, pelazos, vestidazos, taconazos y muchos más “azos” por doquier.
Dinastía vuelve a estar de moda y, si te asomas a verla y decides quedarte, entretenimiento no te va a faltar.
Manumanu

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